Opositores de Ghadafi se suman a las protestas

Trípoli….Los vientos de la revuelta árabe, que empezó en el vecino Túnez hace dos meses y se propagó al también vecino Egipto, han llegado aparentemente antes de tiempo a Libia, el país más hermético y próspero del norte de África.

La chispa que provocó la revuelta fue la detención, por la policía de Fethi Tarbel, un abogado defensor de presos de conciencia libios al que se le reprocha “haber propagado el rumor de que la cárcel [de Abu Salim, donde se concentran los prisioneros políticos] ardía”, según el rotativo Quryna de Bengasi, la segunda mayor ciudad libia.
Horas después, cientos de familiares de esos reos encarcelados en el siniestro penal, cerca de Trípoli, se echaron a la calle el miércoles por la noche en Bengasi.
Reclamaban su liberación ante la sede de una comisaría de esa ciudad, la segunda del país (con más de un millón de habitantes, la sexta parte de la población libia).
Al final, cerca de 2,000 personas corearon eslóganes que iban más allá de exigir la liberación del letrado. “¡Bengasi, despierta, es el día que esperabas!” o “¡El pueblo derrotará a la corrupción!”, gritaban. Es más, la protesta estaba programada para hoy y se adelantó. Bajo el nombre “Revuelta del 17 de febrero: Día de la Ira en Libia”, un grupo de jóvenes convocó hace semanas la protesta en Facebook, donde ayer se contaban 9.600 seguidores.
En Libia, las manifestaciones son rarísimas.
No está claro si Tarbel fue liberado -algunas fuentes locales señalan que sí lo fue-, pero manifestantes y policías se enfrentaron durante horas con un saldo provisional de tres muertos, según Al Yazira, y 38 heridos, según Abdelkarim Guebaili, director del hospital Al Jala de Bengasi.
 LOS FAMILIARES DE PRESOS Y MUERTOS 
Al descontento de los libios que tienen familiares detrás de los barrotes de Abu Salim se añade el de quienes perdieron allí a sus seres queridos. En 1996, 1.270 presos murieron allí en circunstancias confusas y las ONG internacionales de derechos humanos siguen pidiendo que se investigue lo que de verdad sucedió. Tras la protesta espontánea se produjo la contraofensiva.
En Trípoli, Bengasi, Sirta y Sebha, cientos de libios salieron por las calles más céntricas con retratos del líder Muamar el Gadafi, al que declaraban su lealtad. “¡Sacrificamos nuestra sangre y nuestras almas por ti, nuestro líder!”, gritaban los jóvenes. Y, de paso, arremetían contra la televisión vía satélite Al Yazira, a la que tachaban de “despreciable”.

 

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