¿Hipólito o Miguel?

El próximo domingo, los perredeístas decidirán si permanecen cuatro años más en la oposición o si subirán junto a Miguel Vargas las escalinatas del Palacio Nacional el 16 de agosto del 2012.

Las opciones son muy claras.  Por un lado, el ex presidente Hipólito Mejía. Los resultados de su gestión como presidente, tienen luces y sombras.  La maquinaria publicitaria del PLD, hasta mediados del 2010, se encargó de concienciar a la población de lo tenebroso que fue el gobierno de Hipólito y el PPH, hasta el punto, que forzó a los estrategas de Mejía a sustituir el nombre de Hipólito en la campaña actual por la candidatura presidencial del PRD por la de “Papá”.

La administración de Hipólito Mejía tuvo logros indiscutibles, pero el PLD logró  convencer a la mayoría de los dominicanos de que aquello fue un desastre: los precios se triplicaron, la inflación era insoportable, los supermercados eran casas del terror, el dólar subió de 16 a 55, los intereses aumentaron de 20% a 60%, miles de empresas quebraron, el desempleo alcanzó el nivel más alto de la historia (18.4%), el número de pobres aumentó en un millón 527 mil, la criminalidad se duplicó (de 1,092 crímenes en el 2000 a 2,263 en el 2004) mientras el presidente Mejía afirmaba que “eso no es función mía, yo no soy policía”, y la inversión en educación bajó de 2.2% a 1.3% del PIB.  Del 2003 a mediados del 2010, esa era la cantaleta del PLD.

Por razones obvias, cuando Hipólito anuncia a mediados del 2010 que competirá por la candidatura presidencial del PRD, los peledeístas y sus bocinas, actuando con inteligencia, comienzan a hablar positivamente de Hipólito. 

Tanto así, que uno de los principales voceros del PLD y posiblemente el crítico más lacerante que tuvo Hipólito del 2003 al 2010, mi querido amigo Euri Cabral, ante una pregunta inteligente de Víctor Gómez Casanova, señaló que si él pudiese votar en la convención del PRD, votaría a favor de Hipólito.  Elemental, mi querido Euri.  Miguel es un problema serio para Danilo y el PLD.  Hipólito, en cambio, es un mango bajito.

En cuanto al desempeño electoral del PRD con Hipólito a la cabeza, los números están ahí.  Un breve antecedente es necesario. En las elecciones congresuales y municipales de 1998, el PRD obtuvo el 51.4% de los votos, una votación que sin lugar a dudas constituyó un tributo de los perredeístas y los dominicanos a José Francisco Peña Gómez, quien murió el 10 de mayo de 1998, apenas seis días antes de las elecciones. Estando en la oposición, el PRD obtuvo 24 senadores, 83 diputados y 84 de los 106 síndicos que se eligieron para el período 1998-2002.

En el 2000, Hipólito como candidato del PRD, obtiene el 49.9% de los votos, votación que recogía la mayor parte del tsunami de votos que motivó la muerte de Peña en 1998.

La primera gran prueba de Hipólito tuvo lugar en las elecciones congresuales y municipales del 2002.  El PRD, que había obtenido 51.4% en 1998, y 49.9% en el 2000, baja 10 puntos, al caer a 41.0% en el 2002.  A pesar de esa baja considerable, logra 29 senadores, mientras el número de diputados se redujo de 83 a 73.

La segunda gran prueba de Hipólito tuvo lugar en el 2004, cuando el intento reeleccionista colapsa, llevando al PRD a una votación de 33.6%, a pesar de que Hipólito, al ser presidente y candidato, tenía la ventaja de manejar un presupuesto de 136 mil millones de pesos en el 2004, y contar con 29 senadores, 73 diputados y 104 síndicos.

Pasadas las elecciones y desinflada la burbuja del impacto en la votación que tiene un presidente en reelección, el PRD cae estrepitosamente, permaneciendo dos años en un 16%, el nivel más bajo en toda su historia.  Hipólito, por tanto, toma al PRD en el 51.4% que le entregó Peña y se lo entrega a Miguel, el único que apareció en ese momento para recibirlo, en un 16%. En otras palabras, Hipólito recibió de manos de Peña un PRD “grande y fuerte”, con el 51.4% de las preferencias, y le entregó a Miguel un PRD famélico, avergonzado, humillado, chiquito y débil, con apenas un 16% de las preferencias, prácticamente la tercera parte del partido que él había recibido de Peña.

Es ese el PRD que Miguel recibe en el 2006. Miguel toma la decisión de dedicar todo tu tiempo a la reconstrucción y fortalecimiento del PRD.  Miguel no escatimó esfuerzos.

Lo ha sacrificado todo por su partido.  Tiempo, esfuerzo, recursos.  El PRD chiquito y débil que recibió, sorprende a todo el mundo en las elecciones del 2008, pues enfrentando a un Presidente reeleccionista y muy popular en ese momento, y apoyado por el uso de recursos del presupuesto nacional, Miguel y el PRD alcanzan el 41% de la votación, más del doble de lo que tenía en el 2006.

En las elecciones congresuales y municipales del 2010, la recuperación del PRD continuó, alcanzando el 44% de la votación, subiendo 530,000 votos con relación a las del 2006, obteniendo la mayoría de los cargos electivos y reconquistando para el PRD, la casilla #1 en la boleta electoral de las elecciones presidenciales del 2012.

Y eso lo logró  a pesar de que varios dirigentes perredeístas que hoy rodean al ex presidente Hipólito Mejía, recibieron cientos de millones de pesos del Gobierno del PLD en la campaña electoral del 2010, para hacer campaña contra los candidatos a senadores del PRD.

Esa “solidaridad” de dirigentes del PRD con el PLD explica el porqué mientras en el 2002, con apenas el 41% de los votos el PRD logró 29 senadurías, en el 2010, con el 42% de los votos congresuales no logró ni una.  El ex presidente Mejía, que es uno de los hombres mejor informados del país, sabe que eso fue así.  A pesar de ello, ha recibido con los brazos abiertos a quienes traicionaron a Peña y al PRD en las elecciones del 2010, al aliarse con el PLD para tratar de limitar el avance del PRD y Miguel.

Algunos amigos perredeístas muy queridos me han reprochado mi último artículo del lunes pasado, titulado ¿Por qué el PLD prefiere a Hipólito? A pesar de que ellos están apoyando a Hipólito en esta contienda interna, sé que su reproche lo hacen de corazón, pues entienden que no me conviene escribir sobre temas tan delicados.

Aunque agradezco los consejos, entiendo que uno de los compromisos que asumí cuando entré formalmente al PRD en el 2004, era el de actuar con transparencia.  Como muy bien postula Transparencia Internacional, en el marco de un proceso de elecciones, la transparencia requiere que los votantes tengan acceso a la información más completa acerca de los candidatos, no sólo sobre sus propuestas y proyectos,  sino también sobre su vida pública anterior, específicamente, de su actuación como figuras públicas.
De lo que se trata es de si el votante perredeísta debe o no debe estar totalmente informado antes de que se dirija a votar el próximo 6 de marzo.  Yo entiendo que debe estarlo.  Sé que la decisión que he tomado de atreverme a informar a los perredeistas, es delicada, muy delicada.  Pero lo que aquí está en juego es todavía más delicado: el 6 de marzo se decide si el PRD va al poder con Miguel o se queda cuatro años más en la oposición con Hipólito.

Estoy consciente que no son pocos los que piensan que el PRD gana en el 2012 con cualquiera.  Yo no pienso igual.  El PLD está ahora en su peor momento.  Pero los tiempos políticos generalmente cambian cuando se acerca una campaña electoral.

En noviembre del 2007, el PLD había bajado mucho y estaba prácticamente empatado con el PRD.  Seis meses después, el Presupuesto abrió la brecha y el PLD ganó por 13 puntos.  Hoy el PRD está encima del PLD. Pero si nos presentamos con un candidato frágil ante el impacto que tendría en el 20% de los independientes una campaña negativa, el PRD se quedaría en la oposición. Y mi deber como perredeísta, es transmitir esa información al votante de nuestro partido.

Hipólito Mejía, persona a la que aprecio y a quien defendí como nadie se atrevió a hacerlo entre el 2004 y el 2006, sería fácilmente derrotado por el PLD.  Si siendo Presidente de la República, manejando un presupuesto de 136 mil millones de pesos, teniendo 29 senadores, 73 diputados y 104 síndicos, apenas pudo sacar 33.6% en las elecciones del 2004 frente a un partido de oposición que se limitó a montarle una campaña negativa limitada por la disponibilidad de recursos, ¿se imagina usted lo que pasaría en el 2012, con Hipólito como candidato presidencial con apenas 73 diputados y 57 alcaldes, enfrentando a un candidato del PLD con un presupuesto de 400 mil millones de pesos, 31 senadores, 102 diputados y 77 alcaldes, acompañado de una campaña negativa demoledora que restaure la memoria a los dominicanos sobre lo que significó el gobierno de Hipólito?

Como el PLD se alió  a ciertos dirigentes del PRD para tratar de joder a Miguel en el 2010 y ahora ha guardado silencio sobre el gobierno de Hipólito, y sigue utilizando a los mismos dirigentes perredeístas que usó en el 2010 para canalizar ahora recursos que permitan potenciar la candidatura de quien entre el 2003 y el 2010 consideraban como el peor presidente dominicano de las últimas décadas, alguien tiene que salir a informar al votante perredeísta, sobre lo que está en juego. Al votante peledeísta no tiene que hacerlo pues ese ya está recibiendo la línea del gobierno para que voten por Hipólito.
Perdón a mis amigos, pero “como saben, digo las cosas muy directas, digo las cosas como son.” Por eso termino como comencé. Votando por Hipólito en la convención, seguiremos en la oposición.  Votando por Miguel, ganaremos el poder.

Los artículos de Andy Dauhajre en El Caribe
pueden ser leídos en www.miprd.org/andy

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