El estrés en la vida moderna

Por Héctor E. Mateo E.


La palabra “estrés”, ya aprobada por la Real Academia Española, viene del inglés “stress”= tensión.  Hans Selye, austríaco, que se estableció en la Universidad de Montreal, realizó sus primeros estudios sobre este síndrome en Praga, en 1930, cuando era aún estudiante de Medicina, y publicó sus resultados en 1950, con el título de “Síndrome General de Adaptación”, al que llamó “Stress”.

Hoy en día no han variado mucho los criterios fisiológicos y clínicos de este síndrome, que se cierne sobre el planeta como el mayor peligro que amenaza la supervivencia de la especie humana.  Pero se ha avanzado mucho en la comprensión de la fisiopatología y el papel que juega el estrés sobre el cerebro, sometido a los cambios biológicos provocados por los elementos agresores que conspiran contra los seres humanos.

Los avances de la biotecnología y la neurociencia nos permiten interpretar mejor en la actualidad como el estrés puede influir en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones.

Desde la Edad de Piedra el hombre de la caverna experimenta la respuesta natural necesaria para la supervivencia frente a las situaciones adversas: las inclemencias del medio ambiente y del clima, la amenaza de las fieras y los seres humanos depredadores y los desastres naturales.  Nuestros ancestros sobrevivieron y pasaron sus genes a las próximas generaciones, porque los sistemas orgánicos evolucionaron para ayudarlos a bregar con efectividad con  la amenaza de “vida o muerte”, con dos alternativas: luchar o huir.

Aunque en la vida moderna los trances crudos de “vida o muerte” son relativamente menos frecuentes, los mecanismos de defensa permanecen latentes, listos para la acción, y reaccionan frente a todas las situaciones estresantes de la vida.

Como vemos, el estrés es tan viejo como la misma humanidad, aunque los factores estresantes han variado en alguna medida; por eso está muy bien ajustada la expresión de Carlos Moreno B.: “El estrés es un vino viejo en botellas nuevas”.

El estrés no es lo mismo que “tensión nerviosa”, es una reacción fisiológica de supervivencia del organismo, pero cuando la respuesta natural se da en exceso desencadena problemas graves a la salud con la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano.

El estrés crónico acelera el proceso del envejecimiento.

Dedicaremos varias entregas sobre este tema que tiene mucha importancia para todos los lectores, sin excepción.


Héctor E. Mateo es médico cardiólogo


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