Salvemos las mujeres dominicanas del feminicidio!.

por ANA  JOSEFA  GIL  MATEO
01.08.011
Combatir los feminicidios y la impunidad de la que muchas veces gozan sus autores requiere la responsabilidad de todas las mujeres y de todos los hombres que saben valorar, respetar y amar a sus iguales.  Es preciso que establezcamos un efectivo vínculo de comunicación y acción en contra de la violencia que nos amenaza y a favor de los derechos que legalmente nos asisten.
Las mujeres debemos conquistar los espacios de toma de decisiones, pues las leyes por sí mismas no solucionan este  problema de graves consecuencias para la sociedad; y al ocupar un lugar desigual  en esos espacios de poder destaca la  violencia conyugal que ha cobrado la vida de mil cientos cuarenta (1140)   mujeres en los últimos cinco (5) años,  y en lo que va de este año ya suman noventa y dos (92) casos. 
Esta aterradora violación a nuestros derechos humanos, junto a la  discriminación, marginalidad, vulnerabilidad y exclusión que nos afecta desde el Estado, en nuestro entorno social y laboral también daña a nuestras niñas, jóvenes y adolescentes, directa o indirectamente.  Estas en el 50% de los feminicidios ocurridos en nuestro país dolorosamente se arrodillan ante el cadáver de su madre asesinada por la brutalidad y rudeza del padre.
Los estamentos de poder, en sus mayorías, han sido  tomados por hombres que discretamente permiten tan vil proceder, y  van encubriendo la violencia institucionalizada, como  quedó evidenciada en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al quebrantar el derecho de aspirar de la Dra. Margarita Cedeño de Fernández, propuesta por  otra mujer peledeista  como precandidata presidencial. 
Doña Ligia Amada Melo   que conoce los procedimientos de  la dirigencia partidaria no se atrevió a presentarse a sí misma; y efectivamente, no tardaron los hombres del PLD en neutralizar el ensayo que ella misma auspició, forzando a la primera dama  a declinar con encono tras haber pretendido que la aspiraran. 
Pienso que la Dra. Cedeño de Fernández   perdió el verdadero objetivo en su condición de mujer política consciente, como  abogada y primera dama.  Ella debió atreverse a  hacer uso de la valentía y defender sus derechos constitucionales  e intentar lograr una empatía instantánea con nosotras, las mujeres dominicanas.
Esta mujer fue incapaz de  rechazar la versión que los hombres de su partido quisieron imponerle y con esto permitió que nos abusaran a todas.  La Organización Mundial de la Salud (OMS)  define la violencia como «el uso intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo hacia otra persona, grupos o comunidades y que tiene como consecuencias probables lesiones físicas, daños psicológico, alteraciones del desarrollo, abandono e incluso la muerte».
Lamentablemente  estableció esta precandidata  un mal referente con el cual seguiremos  permaneciendo omisas de la presidencia de la República Dominicana, aún cuando las mujeres somos mayoría en la población votante.  Quedó develado que en el partido de gobierno no se respeta la equidad de géneros.  De igual forma como las aulas son ocupadas por varones y hembras, ha  de ser la participación política partidaria y han de ser las designaciones del gobierno a las posiciones de tomas de decisiones. Es un derecho constitucional que nos asiste. 
Las mujeres de nuestra amada patria  hubiésemos desendemoniado el miedo que en pleno Siglo XXI  domina a muchas dominicanas  si la Dra. Margarita Cedeño de Fernández  no se hubiese resignado ante su destino consentido por su neutral esposo. Hubiésemos despertado el gran potencial político, social y económico que necesitamos poner en marcha para cuidarnos unas a otras por el bienestar familiar donde obviamente incluimos a nuestros respetuosos hombres (esposos, compañeros, hijos, padres, hermanos, etc.) 
Pero la realidad nos golpea.  El gobierno que preside el esposo de la Dra. Cedeño de Fernández, viola  nuestros derechos   al propiciar nuestra marginación  cuando apenas 15% de los ministerios públicos son dirigidos por mujeres. Si esto no cambia seguiremos neutralizadas en las tomas de decisiones  al faltar el contrapeso femenino y seguirán muriendo muchas dominicanas víctimas de la violencia de género.
Asumamos el reto de invadir el terreno político,  desde un partido que no coarte nuestros derechos, desde donde podamos llegar a ser presidenta de nuestra república.  No es un secreto que el empoderamiento político y económico de las mujeres consolida la democracia, por eso es impostergable la capacitación y participación política de las mujeres en los cargos de elección popular para las instancias de decisión y dirección del Estado donde actualmente las mujeres dominicanas alcanzan mínimos porcentajes.
Y de estas pocas mujeres  estamos obligadas a rechazar aquellas que por su conducta cuestionada y por las evasiones de sus responsabilidades  no nos representan, tal cual la Ministra de la Mujer, Alejandrina Germán,  a la que parece que le reinicializaron la memoria y borró su gestión en Educación en contra de nuestros escolares; así como otras  que por hermandad  o por la Ley de Cuotas han sido colocadas en el Congreso Nacional y en los Ayuntamientos ajenas a los problemas que nos afectan e incapaces de entender que el maltrato a una es el maltrato a todas. Con valentía, dignidad y coherencia: ¡Salvemos las mujeres dominicanas del feminicidio!






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