INSENSATEZ EN LA JUSTIFICACION DE LA DEUDA ETERNA

En una ocasión, alguien comparó a los funcionarios que utilizan los datos económicos, con el borracho que utiliza una lámpara en la oscuridad: más para apoyarse que para ver.”

Paul Krugman

Por todos los medios, los funcionarios del Gobierno tratan de justificar los actuales niveles de deuda del sector público, por lo que han desatado un debate en torno al monto y estructura de ésta, sin reparar en la justificación del endeudamiento, ni en el destino que se le ha dado a los préstamos recibidos y a las colocaciones de bonos y títulos, ni en la implicación que la misma tiene sobre la sostenibilidad del crecimiento en el mediano y largo plazo.

En efecto, el Gobierno dominicano en su afán de mantener los actuales niveles de gastos, causantes en gran medida del déficit fiscal, se ha hecho el desentendido del déficit de la cuenta corriente, sin considerar que más allá de las causas que lo provoca, tiene una importante implicación la forma de financiarlo o de ajustarlo. Habiéndose financiado el déficit externo con recursos provenientes de la Inversión Extranjera Directa, en un promedio de 66.8% del déficit acumulado en los últimos cinco años; que si bien éste es uno de los mecanismos más adecuado para la obtención de recursos financieros de carácter privado, por su carácter estable, a largo plazo, no así lo constituyó el financiamiento proveniente de fuentes de endeudamiento privado, en el orden del 24.5%, y de inversión de cartera en un 8.7%; siendo la primera, sujeto de restricción por parte de los ofertantes de crédito ante situaciones de insolvencia, y la segunda inconsistente, por su volatilidad, con potenciales efectos adversos sobre la economía. Todo esto sin considerar que no existe voluntad en reducir el déficit de la cuenta corriente, de modo que cada vez sea menor la necesidad dedestinar la entrada de capital a financiar operaciones de corto plazo.

Con ahínco, casi dogmático, las autoridades gubernamentales concentran la atención en los niveles de endeudamiento ocasionados por la crisis del 2003/04; en tanto, justifican los actuales niveles de deuda, basados en la capacidad ociosa del país de poder endeudarse, al sostener que, “dado un mayor nivel de ingresos y mayores niveles del PIB, implica una mayor capacidad de endeudamiento absoluto.” En la justificación de ese argumento, se olvidan de darle los méritos a la capacidad productiva que el país ha creado en las últimas décadas, por lo que habría que reorientar el análisis de los economistas oficialistas respecto a la crisis del 2003/04; esto así, al verse el acontecimiento desde la óptica de la oferta, pues si bien la economía del país cayó en una crisis financiera, se pudo recuperar el crecimiento, en apenas un año, al ponerse de nuevo a trabajar los recursos desempleados: tanto en las empresas como las personas. Es por eso, por lo que, ya en el en 2005, el país alcanzó tasa de crecimiento en el orden de 9.3%, lo que se logró gracias a que la mayoría de los trabajadores, de las instalaciones y de las maquinas que habían permanecido ociosas, como consecuencia de la crisis financiera, estaban trabajando de nuevo. Téngase, por demás, en cuenta que la tasa de ocupación permaneció durante toda la década en un promedio de 46.0%, lo que refleja el carácter estructural, más que coyuntural, del desempleo en República Dominicana. En consecuencia, era previsible que el país recuperara los niveles de crecimientos, por lo que las nuevas autoridades se han beneficiado del mismo, pero no para crear la base de una economía menos dependiente de deudas, sino por el contrario hacerla más vulnerable por el rezago en el desarrollo de los sectores productivos del país.

De modo que, el crecimiento económico posterior a la crisis, por un lado, estaba garantizado, dado que el país disponía de una capacidad productiva subyacente, que dependía del número de trabajadores que se tenía y de sus cualificaciones (aunque escasa), del tamaño y la calidad del stock de capital y del nivel de la tecnología disponible para ese entonces. Lo que indica, por demás, que las medidas que se adoptaron inmediatamente, en el mismo 2003, para hacerle frente a la crisis, surtieron sus efectos al contrarrestar las variaciones adversas en el uso de la capacidad, dada las fluctuaciones negativas que se experimentaron, coyunturalmente, por el exceso de oferta monetaria y la falta momentánea de la confianza de los empresarios. Por lo que puede afirmarse, con toda certeza, que las fluctuaciones a corto plazo del crecimiento económico fue, fundamentalmente, el resultado de los cambios de la utilización de la capacidad, no porque ésta se hubiese destruido o desaparecido, por arte de magia.

Por otro lado, es importante destacar que, no ha sido por los efectos de la crisis, por lo cual el desempleo en el país se mantiene en niveles elevados y la capacidad adquisitiva del ingreso se ha deteriorado; por lo que hay que buscar en los factores estructurales de la economía y la sociedad dominicana, la persistencia, casi endémica, del bajo poder adquisitivo de los salarios, amén de los altos niveles de desigualdad en la distribución del ingreso y la pobreza.

A fin de cuentas, si bien, la deuda ha sido uno de los pilares que ha garantizado la estabilidad en los precios internos y la tasa de cambio, su inusitado aumento hace más frágil la posibilidades de crecimiento; por un lado, por el destino de los préstamos a actividades no productivas, noorientadas a la formación de capital físico y humano, lo que limita aun más la competitividad del país, basta recordar el descenso del lugar 101 en el 2010 al 110 en el 2011, del Foro Económico Mundial. Y por el otro, al tener que asignarse mayores recursos presupuestarios al pago del servicio de la deuda, se limitan las posibilidades de orientar los mismos a los sectores productivos y formadores de capital humano, como son la educación y la salud, los cuales son los que, en última instancia, contribuyen realmente a formar el producto.

Por Bernardo Hirán Sánchez Melo
El autor es economista.

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