EFECTOS DEL PAQUETAZO TRIBUTARIO


Yerra totalmente el Ministro de Economía y, con él, el Gobierno, en su intento de imponer el Paquetazo Tributario, queriendo dar la impresión de que se trata de una Reforma Fiscal orientada al logro de mayores ingresos para la sostenibilidad fiscal, el bienestar de la población y el desarrollo del país. Burda, resulta la estrategia de aplicar los preceptos y recetas fondomonetaristas, que aconsejan implementar las reformas de manera expedita y sin consenso.

Distante está el Paquetazo Tributario de la Estrategia Nacional de Desarrollo, al enmarcase en el contexto de un parche tributario. Y más aun, cuando su naturaleza es coyuntural, al no corresponderse con ningún esquema de integralidad orientada al desarrollo, por lo que no debe esperarse resultados en el ordenamiento de las cuentas fiscales y mucho menos efectos en el ámbito social.

El pasado reciente atestigua sobre la implementación secuencial de cinco paquetazos tributarios, que lejos de ordenar las cuentas fiscales, operaron en dirección contraria: por un lado incrementando los déficit de caja, y por otro acelerando los niveles de endeudamiento, tanto externos como internos, a tal punto que el financiamiento del déficit, calculado del 2004 al 2011, se estima en 541,000 millones de pesos, en tanto los ingresos adicionales, producto de los ajustes fiscales, suman más de 220,000 millones de pesos, para el mismo período.

Mientras, los resultados del desvalijo de las arcas del Estado le confieren al país el ultrajante lugar de tener uno de los Gobiernos más corruptos “en la bolita del mundo”, conforme al Foro Económico Mundial. En tanto, en el orden del bienestar de la población dominicana, se le dispensa la primacía de ser una de las cuatro primeras naciones de Latinoamérica y El Caribe con mayores niveles de hambre, según el Índice Global del Hambre, en tanto el Índice de Competitividad, nos coloca entre los últimos lugares por la desinstitucionalización y el déficit educacional del país. Manteniéndose altos niveles de pobreza, al rondar el 40% de la población dominicana y la indigencia un 10%, dada su inelasticidad ante los sucesivos incrementos en el gasto desmedido del aparato gubernamental. Todo esto, acicalado por una de la más elevada tasa de desigualdad en la distribución del ingreso del mundo, que al medirse con el llamado índice de Gini, los valores sobrepasan el 0.50, de por sí ya bastante elevado.

Luego, cabría hacerse la pregunta: ¿Cuáles efectos tendría la llamada Reforma Tributaria sobre la economía y la sociedad dominicana?

Aunque es fácil deducir, que en su generalidad, la población dominicana trabajadora, cargará con la casi totalidad de los 46 mil millones de pesos que se esperan recaudar para el 2013, se debe considerar sobre quienes, específicamente, recae la responsabilidad de cada nuevo impuesto y cuál es el monto de sus obligaciones tributarias.

En tal sentido, se identifican nueve modificaciones a los impuestos directos, es decir, aquellos que contribuyen a mejorar la distribución del ingreso, o si se quiere, disminuir los niveles de desigualdad. Sin embargo, quienes son los más afectados son los sectores de clase media, pues verán afectados sus ingresos a partir de una mayor tributación por el uso de vehículos propios, así como por el pago de tributos por su condición de ahorrantes, téngase presente que en gran medida una cantidad significativa de envejecientes viven de sus ahorros, que durante años de trabajo y sacrificio han acumulado.

De modo que más impuestos directos, afectarán significativamente a los sectores de clase media, tal como sucederá con el impuesto del 1% a los inmuebles, dada la posibilidad de que la sobrevaloración de los activos inmobiliarios pertenecientes a personas físicas, sobrepasen los cinco millones de pesos.

En lo que respecta a los impuestos directos a las empresas, tales como la permanencia de la tasa de 29% en el Impuesto sobre la Renta a personas jurídicas, se debe observar que por la condición de traslación, la incidencia efectiva de dichos impuestos, recae sobre los consumidores, en éste caso, con efectos negativos sobre los sectores sociales de ingresos bajos y medios, dada las condiciones de mercados imperfectos, oligopólicos y monopólicos, prevalecientes en la economía dominicana.
En ese orden, el brazo recaudatorio del Gobierno, se extiende a los salones, pequeños bares y restaurantes, quienes deberán tributar sumas específicas sobre sus operaciones. Es decir todo el mundo a tributar.

Por su parte, se observan más de diez articulados del Código Tributario, que modifican los llamados impuestos indirectos (consumos, ventas, producción, comercio exterior), es decir los tributos considerados más regresivos y de más fácil recaudación y aplicación, llegando a representar en la estructura recaudatoria dominicana el 60% de los ingresos corrientes.
En ese aspecto, se aprecia que el ITBIS, se incrementa del 16% al 18%, y se reduce la cantidad de bienes exentos, lo que generaría ingresos adicionales, este sólo impuesto, en el orden de los 12,300 millones de pesos. Mientras, se establecen tasas mínimas a productos de amplio consumo por las familias dominicanas. Se gravan con impuestos fijos a los combustibles, lo que tendrá una amplia incidencia en los precios de los bienes y servicios de transporte. Se gravan las telecomunicaciones con nuevos impuestos, las bebidas alcohólicas, dada sus inelasticidades al incremento de los precios.

En suma, el paquetazo fiscal se ensaña en contra de la clase media en lo particular, por la especificidad y direccionalidad de los tributos hacia los ingresos y activos de éste importante sector de la sociedad dominicana. Afecta los sectores de menores ingresos, por los efectos indirectos de la tributación en los bienes de consumo masivo y los combustibles. Se sustrae a la economía recursos, disminuyendo la capacidad de ahorro y consumo de la población dominicana. Se incrementa la desigualdad, pues si bien los impuestos directos, hasta cierto punto se concentran en los sectores de mayores ingresos, estos son traslativos, además de incidir mínimamente en el mejoramiento de la distribución del ingreso, mientras los impuestos indirectos se ven sustancialmente fortalecidos, con nuevas y mayores tasas impositivas, además de la eliminación de exenciones a productos de amplio consumo en la familia dominicana.

Se perjudican las familias dominicanas, los sectores medios y bajos, en tanto se les facilita a los empresarios los mecanismos traslativos de la nueva estructura tributaria. Mientras, sale ganancioso el Gobierno, al disponer de mayores recursos, no tanto para rellenar el hoyo fiscal, sino para solventar el apetito voraz de la plutocracia gubernamental. En pocas palabras, la nueva burocracia se apresta a continuar la nueva acumulación originaria de capital, iniciada exitosamente por quienes nos han dejado, como legado, el compromiso de pagar los platos rotos de una fiesta en la cual ni siquiera fuimos invitados.

Bernardo Hirán Sánchez Melo
El Autor es Economista

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