Inquietud en EEUU ante la epidemia de muertes por abuso de analgésicos

https://www.elvalleinformativo.com/2013/02/inquietud-en-eeuu-ante-la-epidemia-de.html
Washington, 7 feb (EFE).- Las
sobredosis de analgésicos derivados del opio causan cada año 15.000 muertes en
EEUU, tres veces más que la cocaína, heroína y todo el resto de drogas ilegales
juntas, unas cifras alarmantes sobre un fenómeno que el Departamento de Salud
califica de epidemia.
Se trata en su mayoría de
narcóticos y derivados del opio que provocan fuerte adicción como la oxicodona
y la metadona, responsable esta última de un 30 % de las muertes causadas por
analgésicos, según datos del Centro para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC).
"Tenía un problema de
alcoholismo. Cada día bebía más hasta que un amigo me recomendó que tomase
oxicodona, porque eso me ayudaría a dejar el alcohol", explicó en una
entrevista con Efe Ryan Donnelly, de 29 años y exadicto a la oxicodona, un
fuerte analgésico derivado del opio.
"Entonces, de la noche a la
mañana, dejé de beber, pero me pasé a la oxicodona. Falsificaba recetas
médicas, iba a la farmacia y me vendían la medicina, así durante mucho
tiempo", recordó Donnelly, quien ahora lleva ya cuatro años 'limpio',
vuelve a trabajar y vive en Nueva Jersey junto a su mujer y su hijo.
Sin embargo, no todos los
adictos corren la misma suerte que Donnelly. Jaclyn Kinkade, una joven de 23
años residente en Inglis (Florida), secretaria en una consulta médica y modelo
ocasional, murió el 4 de julio de 2010 tras un largo período de adicción a los
analgésicos.
La autopsia encontró en su
cuerpo tres tipos de drogas, dos de ellas vendidas legalmente: oxicodona -la
misma que tomaba Donnelly- y metadona, un opioide sintético. La tercera fueron
pequeñas cantidades de metanfetaminas.
En 2010, el último año del que
se dispone de datos, el "envenenamiento involuntario" fue la primera
causa de muertes accidentales en todas las franjas de edad comprendidas entre
los 25 y los 64 años y la tercera en los jóvenes y adolescentes de entre 15 y
24 años.
"Todo esto tiene sus raíces
en los ochenta, cuando hubo una tendencia en EEUU por la que muchos doctores
empezaron a defender que había que luchar contra los dolores crónicos de manera
más agresiva", explicó a Efe el médico de CDC y experto en medicina
preventiva Len Paulozzi.
"Por ello, se empezaron a recomendar
analgésicos potentes como los narcóticos que pudiesen reducir el dolor y, en
los noventa, los derivados del opio empezaron a generalizarse", remachó
Paulozzi, quien ha dirigido varios estudios sobre el abuso de analgésicos.
"Entonces se creía que el
riesgo de adicción era bajo y, de hecho, algunas investigaciones de la época
así lo demostraban, por lo que se comenzó a recetar opio y derivados para males
tan comunes como el dolor de espalda", aseguró el médico.
Según un estudio de la
consultoría de Servicios de Necesidades Especiales de Washington, en 2010 se
recetaron de media dos narcóticos a cada adulto cubierto por el programa
público de asistencia médica Medicaid, que cubre a las capas de población con
menos recursos.
Además, el estudio observó un
incremento del 37 % en la expedición de recetas de oxicodona en hasta 14
estados entre 2007 y 2010.
"Yo era un chico normal, de
una familia de clase media, y con un buen trabajo en la armada de EEUU Pasé por
una mala época, me quedé sin trabajo y caí en las drogas. En las drogas
legales", reconoció Donnelly, quien, sin embargo, lanzó un mensaje de
esperanza: "son fármacos fuertes, pero con voluntad y ayuda de los demás,
se pueden dejar, como hice yo".
"Existe un fenómeno que
explica la dependencia psicológica de los analgésicos", matizó el doctor
David Sack, de los centros de rehabilitación de drogas y alcohol Promises, en
California: "Cuando una persona siente dolor, toma medicina y se siente
mejor. Cuando vuelve a sentir dolor, vuelve a tomar medicina. Eso es lo
habitual".
"Sin embargo, hay quien,
tras tomar medicina, piensa 'ahora me siento mejor de lo que jamás me he
sentido' y experimenta efectos positivos en su estado de ánimo, por lo que
sigue tomándola aunque ya no sienta dolor", concluyó el doctor.
Con Sack coincidió el doctor
Paulozzi, quien añadió que alguien que padezca, por ejemplo, depresión, tiene
mucho mayor riesgo de caer en el abuso que alguien que no y recordó que no se
trata de un problema que derive de analgésicos leves como la aspirina o el
paracetamol, sino de los analgésicos agresivos como la metadona, la oxicodona o
los opioides. PS
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