Una situación humillante





DAR UN EJEMPLO.- El gobierno les debe una satisfacción a los sectores que reaccionaron alarmados y preocupados ante la veda de las autoridades haitianas a los pollos y huevos de producción nacional.  No se tomarán “medidas drásticas” contra Haití, como se llegó a pensar, pero tampoco se han tomado “medidas drásticas” contra nadie ni contra nada.
No puede calificarse de “drástica ” la iniciativa  de comprar gallinas ponedoras o de buscar nuevos mercados a esos productos. La asistencia a polleros y hueveros es oportuna, pero cabe dentro de la política oficial de ir en socorro de  núcleos  vitales o en situación de riesgo, como ahora el avícola.
Igual explorar otros horizontes de comercio, pues  la diversidad de ofertas y destinos garantiza  éxitos en una Economía cada vez más global. Pero ese es el aspecto material, y si se quiere, inmediato de un problema que tiene m‡s vertientes.
¿ Dónde, pues, se deja el orgullo nacional ? La burla del haitiano al dominicano. La afrenta de dar la espalda y rehuir toda interlocución. No hay que llegar a la histeria, pero sí imponer respeto. El gobierno tiene que dar un ejemplo al haitiano...
SI O NO.- El canciller haitiano Pierre-Richard Casimir puso la pelota en el terreno de juego, y nadie debe salirse de ese espacio, sea que se actúe en el ámbito oficial o en el particular.
Dijo que la prioridad de su gobierno es la “defensa de los intereses nacionales ”. Ni más, ni menos. La República de Haití tiene lo que no tiene República Dominicana: “ intereses nacionales ”.
Los cuales, por demás, debe preservar en todo lugar y circunstancia. Si Dominicana hubiera tenido como Haití, “ intereses nacionales ”, estas situaciones no fueran tan humillantes y otros equívocos  hace mucho que se hubieran aclarados.
Y no solo de comercio, sino sobre todo de migración. Por ejemplo, las autoridades dominicanas tienen que decidir si acuden o no  a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y en caso positivo, debe organizar un buen cuerpo de abogados.
No es posible que a cada momento sean  citadas ante ese organismo, y  juzgadas  y  condenadas, sin  haber hecho una   defensa justa, oportuna, eficaz. Los haitianos, en cada ocasión, se sirven con la cuchara grande...
DAR PELA.- Conocedor de esa situación, de que República Dominicana  no tiene dolientes en el exterior, de que es huérfana en los organismos de amparo de  los derechos humanos, ese mismo Pierre-Richard Casimir amenazó con recurrir a esas instancias si el gobierno dominicano tomaba alguna medida contra los súbditos haitianos.
Era cuando se hablaba de la posibilidad de represalias por la veda a los pollos y los huevos de producción nacional. Es decir, que el mundo vive a favor de Haití y en contra de República Dominicana. Las autoridades han permitido durante años que se desdore la imagen externa y que los dominicanos sean afuera lo que a los haitianos les da la gana: racistas, xenófobos, negreros, antihaitianos y desconocedores de las más elementales normas de derecho.
El muchachito “ de color ” tira piedra, rompe ventana, pega fuego, como si fuera único en ese solar que es la isla, pues sabe que el papá nunca le dará una pela, y que siempre acogerá sus razones. El “blanquito” ni siquiera podrá jugar y menos cometer delito, pues el árbitro y el juez los tendrá en contra. Obviamente, eso no puede seguir así...
EN SU PUESTO.- La verdad que la situación no puede seguir así, pues lo poco agrada, pero lo mucho enfada. Por ejemplo, mientras el canciller haitiano Pierre-Richard Casimir se la da de perdonavidas, y sin camisa se mueve desafiante en el solar, el embajador dominicano en Haití, Rubén Silie, se dedica a dos cosas igualmente negativas.
Uno, a casi rogar que vuelvan a comprar  pollos y huevos; y dos, a culpar del problema a terceros.  No puede usarse manos de seda cuando el otro tiene una manopla. Ni puede tratarse como  ovejas a lobos disfrazados. La buena vecindad es plausible, y debe practicarse,  pero también  hay reconocer a leguas, y mucho más si de cerca, las impertinencias del otro, y responder de manera adecuada. La doctrina de la proporcionalidad que se aplica en las guerras modernas.
Por un coño dicho en el momento apropiado, a nadie, que se sepa, lo han mandado al infierno. A ese canciller haitiano hay que ponerlo en su puesto, y nunca sería ofensa, sino “defensa de  los intereses nacionales ”. República Dominicana debe empezar a tener “ intereses nacionales...

















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