El niño secuestrado que se reunió con su madre, 23 años después
https://www.elvalleinformativo.com/2013/12/el-nino-secuestrado-que-se-reunio-con.html
BBC Mundo….En 1990 un niño
de cinco años, Luo Gang, fue secuestrado en un pequeño pueblo del centro de
China y vendido a una familia en otra parte del país. Sin recordar el nombre de
su aldea natal ni el apellido de su familia, se propuso encontrar a sus padres,
y lo logró, 23 años después.
Luo Gang había esperado
mucho tiempo por ese plato de fideos.
“¿Te gusta? ¿Está
sabroso?”, pregunta su madre. “¿Quieres que le agregue un poco de picante?”.
“No, no. Está bien,”
responde.
Luo nunca perdió la
esperanza de encontrar a sus padres biológicos.
Luo era un niño pequeño
cuando comió por última vez un plato preparado por su madre. Esta comida
sencilla marca ahora un reecuentro que durante mucho tiempo pareció imposible.
“No pienses en nada, sólo
disfruta la comida,” dice su madre mientras seca con sus dedos las lágrimas que
han comenzado a deslizarse por las mejillas de su hijo. El padre de Luo,
entretanto, se dirige a la multitud que se ha congregado para dar la bienvenida
al joven.
“Comer fideos en el primer
día de regreso augura seguridad y salud”, afirma el padre. “Deseo que todas las
personas presentes también se encuentren sanos y seguros”.
Tráfico creciente
“Iba camino a la guardería
cuando vi un hombre y una mujer. Pensé que eran amigos de mi padre así que
acepté ir con ellos”, dice Luo.
“Me metieron en un auto y
luego fui transferido de un vehículo a otro. Me dijeron más tarde que estaba en
una zona montañosa en la provincia de Fujian”.
El niño había sido llevado
a la localidad de Sanming, a 1.500 km de distancia de su hogar, y entregado a
otra familia que le dio un nuevo nombre y le presentó a una pequeña hermana.
Luo se convirtió así en uno
de los miles de niños secuestrados cada año en China, la mayoría de los cuales
jamás logra regresar a su hogar.
La foto colocada en el foro
online “Hijo, vuelve a casa” y otras imágenes de Luo Gang.
La prohibición de tener más
de un hijo y la dificultad de adoptar son dos de los principales factores
detrás del creciente tráfico ilegal de niños en el país asiático. Un oficial de
policía en Fujian estimó que más de 10.000 niños habían sido vendidos en 2012
sólo en su provincia.
“Tenía miedo, pero me
habían secuestrado y no tenía otra opción”, relata Luo, quien creyó en un
principio que pronto regresaría a su familia.
Cuando el niño se dio
cuenta de lo que sucedía tomó una decisión: grabaría en su mente una y otra vez
los recuerdos de su primer hogar, con la firme intención de reencontrar a sus
padres algún día.
Cada noche, cuando estaba
en la cama, Luo repetía en silencio una y otra vez todo lo que recordaba de su
vida anterior: cómo solía jugar con su hermano en un viejo puente de piedra
frente a su modesta casa de techo de tejas, cómo se había lastimado una vez al
caerse del puente, cómo había dos pequeños arroyos cerca de su hogar y cruzaba
campos de arroz camino al colegio.
“Era como una computadora”,
dice Luo. “Traté de grabar cada recuerdo sobre mi familia y la aldea, no sabía
ni siquiera cuál era mi apellido”.
Los nuevos padres del niño
jamás explicaron el por qué del secuestro. Tampoco lo hicieron los abuelos que
lo criaron tras la muerte de la pareja, apenas dos años después de la llegada
de Luo.
“Tenía mucha rabia por
haber sido secuestrado, pero mi nueva familia me trató bien”, dice sobre el
matrimonio que hoy llama afectuosamente “abuelo” y “abuela”. Luo cree que
probablemente sus padres adoptivos pagaron por él una cantidad no mayor de
US$800, pero se niega firmemente a culparlos por sus acciones.
Volver a las raíces
En Sichuan, la familia
biológica de Luo buscaba desesperadamente al niño.
La policía local no obtuvo
ninguna pista, por lo que sus madre y su padre, Dai Jianfang y Huang Qingyong,
colocaron anuncios en periódicos y distribuyeron en pueblos cercanos folletos
con la imagen del niño.
Pero a medida que pasaban
los años y se agotaban sus escasos ahorros, los padres de Luo fueron reduciendo
cada vez más la búsqueda y adoptaron una niña.
Luo, entretanto, terminó la
secundaria y realizó el servicio nacional obligatorio con el cuerpo de bomberos.
Aunque se había adaptado a su nueva vida, el deseo de reunirse con su familia
era cada vez más fuerte.
Luo subió a un foro en
internet imágenes de la cicatriz en su mano.
“Las hojas caídas siempre
encuentran la forma de regresar a sus raíces”, dice Luo, recordando un
proverbio chino. El joven se registró en un sitio online creado por el gobierno
para ayudar a las familias a reunirse con sus hijos secuestrados.
“Muchas veces me sentí
frustrado y la búsqueda no dio resultados pero seguí adelante”.
En octubre de 2012, cuando
Luo tenía 27 años, buscó la ayuda de “Hijo, vuelve a casa”, “Baby, come home”,
un foro administrado por voluntarios donde tanto padres como hijos secuestrados
pueden relatar sus historias. Luo compartió en el foro todos los detalles que
recordaba de su vida anterior.
“Medía 110 cm, tenía ojos
grandes. En mi mano izquierda tengo una cicatriz por una herida cuando jugaba
con piedras en el río”.
Luo no sabía el nombre de
su aldea nativa, pero creía que era en Sichuan, porque una vez, cuando era
adolescente, una vecina le dijo que usó un término perteneciente a un dialecto
de esa provincia.
El joven subió al sitio
online una foto suya tomada por sus padres adoptivos poco después de conocerlo
y agregó una descripción del sweater rojo con el dibujo de un cisne que llevaba
el día del secuestro, un sweater que según creía, fue tejido por su madre.
“En casa comía estofado con
carne de cerdo y un poco de couscous o sorgo”, señaló en el foro.
“Mi casa tenía techo de
tejas. Nada especial. La calle había sido asfaltada hacía poco. Pasaban muchos
camiones por allí y parecía una avenida principal”.
“Había pequeñas colinas en
los alrededores y un río que atravesaba el pueblo. No había una estación de
trenes, sólo aquella calle”.
Luo pensó que tal vez uno
de los puentes que recordaba podía haber sido arrastrado durante una creciente.
Tras las primeras pistas
Los voluntarios del sitio
comenzaron a analizar las pistas.
“En 1990, la gente en
muchas partes de Sichuan no cultivaba sorgo”, sugirió un voluntario.
“Si había una calle
asfaltada no era una zona pobre. Debe tratarse de algún suburbio”, anotó otro.
Luo también colocó en el
foro un mapa de la aldea que dibujó a mano basándose en sus recuerdos,
incluyendo los puentes y el camino hacia el colegio a través de arrozales. Tal
vez la calle asfaltada era parte de una carretera.
Durante los meses
siguientes el caso de Luo fue debatido intensamente en el foro y los
voluntarios sugirieron al joven nombres de varias aldeas posibles. Pero aún si
tenían razón y se trataba en efecto de Sichuan, Luo debería encontrar su pueblo
natal en un territorio de cerca de medio millón de kilómetros cuadrados con más
de 80 millones de habitantes.
Pero poco a poco la
búsqueda se fue focalizando, con el estudio incluso de registros de áreas
afectadas por inundaciones en la década del 80. Otro voluntario investigó
también la prensa provincial en busca de anuncios sobre la construcción de
nuevas carreteras.
Finalmente, un día llegó el
primer gran avance en la búsqueda.
Los voluntarios obtuvieron
un mapa de 1990, que mostró sólo dos carreteras en la zona de Sichuan en la que
habían centrado la investigación.
Luo estudió en detalle las
imágenes satelitales y comenzó a examinar una de las carreteras.
“Mira si encuentras ríos
que cruzan pueblos en los ángulos que recuerdas, o lugares en los que hay
arrozales”, sugirió un voluntario a Luo.
El 26 de abril la recorrida
digital de Luo lo llevó hasta el pueblo de Yaojia en el condado de Linshui. Fue
allí donde vio dos puentes en posiciones que le resultaban familiares.
Distinguió un edificio que podría ser su vieja escuela, y en frente, donde
recordaba un sitio de construcción, había una gran fábrica. Todo parecía tener
sentido.
“Me temblaban tanto las
manos de la emoción que cometí muchos errores al escribir en el teclado. Podía
ver el río y a unos cien metros de mi casa una calle principal”.
Un voluntario del sitio fue
hasta el lugar y confirmó: “Sí, el edificio que mencionaste todavía es una
escuela”.
Uno de los puentes había
sido dañado en las inundaciones de 1989, tal como Luo recordaba.
Este descubrimiento
coincidió con otro hallazgo extraordinario.
Un voluntario local había
visitado la zona y contactó a una pareja cuyo hijo había desaparecido en la
misma época en que Luo fue secuestrado. Dijeron que el apodo del niño era
“Xiaodong” – Luo recordaba que su madre le llamaba “Zhendong”.
“Le conté a mi hermana
adoptiva sobre mis investigaciones y ella sugirió que fuera hasta la aldea pero
no le dijera nada por ahora a abuelo y abuela”, relata Luo.
El día del reencuentro
Luo Gang con su familia
después del reencuentro
“Volé a Chongqing y a las
09:20 del 9 de mayo me reuní con mis padres. Sentía una sensación de calma,
pero mi mamá estaba muy emocionada y lloraba”.
La aldea entera se congregó
para recibir al niño pródigo. Los pobladores lanzaron fuegos artificiales e
instalaron una larga mesa en la calle para celebrar con una comida la llegada
de Luo, que fue filmada por un voluntario de “Hijo, vuelve a casa”.
“El horno aún está en el
mismo lugar”, dice Luo en la grabación al entrar a su antiguo hogar. Cuando su
hermano Huang Chao le pregunta si recuerda un pequeño tanque de agua, Luo dice
espontáneamente “no, en ese lugar antes había un armario y siempre me subía a un
taburete para alcanzar los estantes más altos”.
“¿Recuerdas, Xiaodong?”,
pregunta su abuela materna, “Éste era tu hogar”.
La filmación llegó hasta
una estación de TV y la familia adoptiva de Luo acabó viendo el reencuentro.
“Me llamaron y estaban muy
tristes”, señala Luo. “Dijeron: es bueno que hayas encontrado el sitio de donde
provienes, quédate y disfruta unos días, pero vuelve a casa. Me quedé en la
aldea ocho días y luego regresé a Fujian”.
“Mi padre biológico me
pidió que me quedara pero al principio le dije que no, porque estaba esperando
los resultados de un análisis de ADN. Estaba casi seguro de que eran mis
padres, pero quería tener una certeza absoluta”.
Luo regresó poco después a
vivir con sus padres biológicos y sigue reflexionando sobre el impacto de su
secuestro.
“Pensé al principio que ese
secuestro había roto a una familia. Pero ahora creo que quebró a dos”.
“Mi familia adoptiva me
crió durante 23 años. Pero mi familia biológica es mi familia. No siento que
haya una paradoja. Pienso en ambos lugares como mis hogares y paso tiempo con
ambas familias”.
El reencuentro permitió a
Luo cumplir lo que había prometido a su novia: que se casarían cuando hallara a
sus padres biológicos. La boda está planeada para el año entrante y ambas familias
están invitadas.
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