La espiral de violencia y la muerte de Juancito

Por José Danilo

 “La violencia jamás resuelve los conflictos,
  Ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas
  La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del perdón”
                                                                San Juan Pablo II    
Desde tiempo incontable, algunas voces han venido llamando a la conciencia con respecto a la proliferación de armas de fuego en manos de la población civil, recibiendo indiferencia o rechazo en torno al tema.

En esas campañas descuella el padre Luis Rosario, coordinador general de la Pastoral Juvenil, quien ha promovido como una voz que clama en el desierto, pregonándolo en todos los foros a su alcance, su denuncia de la facilidad con que se otorga un instrumento para matar, a cualquiera que reúna el mínimo requisito del dinero para comprarlo.

El arma de fuego se ha constituido en un criterio social, como los vehículos de lujo, los teléfonos inteligentes con tecnología punta, entre otras vanidades. 

La resonancia en torno a las campañas que proponen el desarme civil, es de vitalidad variable, durante algunos días, acaso semanas, hasta que el grito extingue por cansancio.   

Y es que, al igual que para algunas naciones poderosas, la venta de armas significa un filón de oro vil, aunque esté manchado de sangre.

El país vive una espiral de violencia. Baste (h) ojear, con hache y sin ella, la prensa, para espantarse de los hechos de sangre que se generan en toda la geografía, en los que el instrumento de agresión ha sido un arma de fuego.      

Recién ha estremecido al país consternando a la sociedad dominicana la muerte del síndico de Santo Domingo Este, licenciado Juan de los Santos (RIPS).            

Los detalles, las especulaciones, los comentarios de tan diversa índole y perspectiva se multiplican por doquier con el paso de los días. Para escandalizar aun más, ese mismo día un señor resultó muerto a tiros por un desconocido, supuestamente porque rozó con su vehículo al del matador.

Todo punto de vista es la vista desde un punto, de tal suerte que, al caer un joven destacado como Juan de los Santos (Juancito), síndico y empresario, ubicado en la perspectiva privilegiada del poder, con un futuro promisorio, entretanto las razones se dilucidan, la sociedad dominicana parece  reaccionar aun en los sectores con el criterio más inane, reacios en torno al desarme, revisando su postura.

Se impone ponerle coto a la gran cantidad de armas en manos de la población civil. Y no se trata únicamente de las armas ilegales, también las otras, amparadas en un permiso casi siempre burdo.

Es absurdo hablar de paz y convivencia pacífica mientras abunden las armas en manos de cualquiera, como tambien lo es en tanto subsistan las situaciones de injusticia social. La sociedad se torna violencia tanto más cuanto se torne injusta e inicua. 

Hoy, pidiendo, exigiendo, implorando, gritando paz, nos hacemos eco de la propuesta del padre Luis Rosario, y del proceso para que se haga realidad:

1-      Declarar de utilidad pública el desarme.

2-      Congelar los permisos de Interior y Policía para el porte y tenencia de armas

3-      Lanzar una campaña educativa contundente a favor del respeto a la vida y en contra de las armas, solicitando la colaboración  de los distintos medios de comunicación e instituciones públicas y privadas.

4-      Prohibir la publicidad de las armas.

5-      Detener la importación formal de armas

6-      Prohibir la venta de armas

7-      Comprar, por parte del Estado, las armas existentes en el mercado formal y  entregarlas a las FFAA.

8-      Realizar un inventario confiable de las armas que posee la Policía y las FFAA.

9-      Prohibir a veteranos el porte y tenencia de armas

10-  Exigir que policías y militares no porten armas si no están en servicio y debidamente identificados y uniformados

11-  Prohibir la exhibición de armas en público

12-  Solicitar a Funcionarios Públicos y  Legisladores realizar un gesto de valentía despojándose de sus armas.

13-  Implementar operativos de desarme en forma conjunta por las FFAA y la Policía, dirigidos por el Ministerio Público.

De no reaccionar con la energía y presteza que demanda la situación de violencia en aumento; de continuar el rearme de la población civil, tan solo contribuiremos a replicar el trágico drama de Caín y Abel, con nefastas consecuencias en las que cualesquiera de nosotros, de los suyos...o usted, se convierta en víctima de este torbellino de aflicción. Este tiempo de Adviento y  pre-navidad es propicio para clamar y reclamar:  

¡No a las armas! ¡No a la violencia!




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