Obispos reiteran preocupación por nivel de corrupción en la RD
https://www.elvalleinformativo.com/2015/12/obispos-reiteran-preocupacion-por-nivel.html
SANTO
DOMINGO….Los obispos católicos reiteraron este martes su preocupación por el
nivel que ha alcanzado la corrupción en la República Dominicana.
Los
obispos, agrupados en la Conferencia del Episcopado Dominicano, emitieron un
documento este martes con motivo del Día Internacional Contra la Corrupción en
el que se limitan a recordar a la nación dominicana pronunciamientos que
respecto a este mal ha hecho la Iglesia Católica en tres fechas diferentes: en
diciembre del 1975, el 27 de febrero de 1995 y el 27 de febrero de 2015.
Aunque
no se refieren a la realidad actual, dejan entrever su queja porque este mal se
mantiene en el país.
El
documento
El
texto del documento de la Conferencia del Episcopado Dominicano es el
siguiente:
“Nota
sobre la Corrupción
9
de diciembre de 2015
En
la reunión ordinaria bimestral de septiembre de 2015, nosotros los Obispos que
conformamos la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) decidimos, con
motivo del día Internacional Contra la Corrupción, recordar a la nación dominicana algunos
pronunciamientos sustraídos de los diferentes documentos de nuestro magisterio.
Hemos escogido tres, justamente de los años 1975, 1995 y 2015. Agregamos,
además, un texto de la Bula del Papa Francisco “Misericordiae vultus” (El
rostro de la misericordia), en el que alude al tema de la corrupción e invita a
la conversión.
1-
Mensaje de los Obispos de diciembre del 1975
“Es
lamentable tener que confesar que, entre nosotros, la corrupción va llegando a
adquirir niveles indecibles. Casi todo lo invade y lo que es peor va obteniendo
carta de impunidad y de descaro público. No es algo que se trama a la sombra,
se consigue ocultamente y se disfruta con disimulo al revés, se trama a gritos,
se consigue a la luz pública y se disfruta con ostentación y provocación, sobre
todo de los que nada o muy poco tienen, o puede tener, en este país, tierra de
todos”.
“En
la administración pública la corrupción
es más execrable, ya que el empleado del Estado es un servidor del pueblo y
administrador de bienes comunes, cuya obligación primordial es servir
administrando o administrar sirviendo. Él está ahí en nombre de los
propietarios –los ciudadanos todos de la nación- no para apropiárselos, ni para
malversarlos, ni para dilapidarlos o arriesgarlos, ni para beneficiar políticas
partidistas, sino para defenderlos, custodiarlos y distribuirlos conforme a sus
fines para el bien común, con honestidad e integridad”.
2-
Mensaje de los obispos del 27 de febrero de 1995
“No
hay entrevistador, que se nos acerque, que no nos pregunte sobre este tema.
Corruptos individualmente los va haber siempre, dada la flaqueza y avaricia
humanas. Lo inquietante, lo desgarrador es cuando la corrupción se torna
“cultura”, modo común de un pueblo, estilo de vida, de enfrentar la existencia,
de resolver problemas fundamentales. Es nuestro caso” (N.26)
“La
honestidad e integridad es una exigencia de la mera ética natural. Y para los
católicos es además una urgencia ineludible de su fe viva. No se puede ser hijo
de Dios y hermano de los que nos rodean con un corazón corrupto. Decir que
amamos a Dios y al prójimo y practicar
la
corrupción es algo contradictorio, es negar claramente con las obras y la vida
aquello que proclamamos fácilmente con palabras mentirosas” (n.30).
“El
mejor remedio para la corrupción es la conversión, sincera y profunda, a Dios.
Pero, dado que este remedio es interno y personal y que, por otro lado, el mal
de la corrupción se ha enquistado ya en el alma nacional, es inaplazable ya una
legislación severísima sobre la corrupción en todas sus modificaciones y un
castigo riguroso y ejemplar a cuantos mancillen o pisoteen esa ley” (N.31).
3-
Mensaje de los Obispos del 27 de febrero de 2015
“Siempre
nos ha preocupado el fenómeno de la mentalidad de corrupción en el campo de la
administración, tanto pública como privada. La mayoría de nuestros políticos
invierten sumas millonarias en las campañas electorales con el fin de alcanzar
puestos públicos donde se manejen fondos del Estado para luego multiplicar su
inversión económica. Por su parte, las grandes empresas y negocios apoyan las
campañas de los partidos y candidatos que tienen posibilidades de subir a los
puestos públicos. Lo hacen con el propósito de que estos a su vez les concedan
privilegios tributarios y les favorezcan con la elaboración de leyes que
resulten ventajosas para sus empresas y negocios. Así la política es vista más
como un negocio que como un servicio al bien común. En este juego sucio de
intereses políticos, los únicos perjudicados son los ciudadanos de la clase
media y baja que son la mayoría de la población. Con esta mentalidad política,
nuestro país, que es riquísimo en recursos naturales, es al mismo tiempo muy
pobre en justicia y equidad, con terribles desigualdades sociales y económicas
entre los sectores que controlan el poder y la riqueza y los sectores que
componen el resto de la población” (n.26)
“Más
que institucionalización para el bien común, el Estado se convierte entonces en
fuente de inequidad a través de la corrupción, que se utiliza no sólo para el
enriquecimiento personal, sino como una plataforma de financiamiento de la
actividad política. De no castigarse ejemplarmente los casos de corrupción en
el Estado, no se podrá esperar de la mayoría de la población un uso honesto de
los bienes públicos ni una actitud de colaboración en beneficio de la
convivencia ciudadana” (n.39).
“Se
hacen grandes esfuerzos por adecentar el aspecto institucional del poder
judicial. Pero todavía hay mucha impunidad cuando se tratan casos en los que
están envueltos políticos, militares, narcotraficantes y gente de dinero. Lo
mismo cuando se trata de atracadores, rateros y ladrones, que en su mayoría
actúan en contubernio con autoridades policiales o con políticos” (n.55).
“Al
aumento de la sensación de inseguridad colaboran los casos escandalosos de
fraudes públicos y privados que quedan impunes en la justicia” (n.56).
4-
Mensaje del Papa Francisco
“La
palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la
misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se
dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de
la gracia de Dios debido a su conducta de vida…
La
misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de
corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita
hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La
corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y
avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un
mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos
públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir
a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las
tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga. Corruptio optimi pessima,
decía con razón san Gregorio Magno, para indicar que ninguno puede sentirse
inmune de esta tentación. Para erradicarla de la vida personal y social son
necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de
la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices
y destruye la existencia.
¡Este
es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse
tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento
de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes,
la dignidad, los afectos, la vida misma. Permanecer en el camino del mal es
sólo fuente de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto.
Dios no se cansa de tender la mano. Está dispuesto a escuchar, y también yo lo
estoy, al igual que mis hermanos obispos y sacerdotes. Basta solamente que
acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la
Iglesia os ofrece misericordia” (n. 19”.
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