La muerte transita por las calles
https://www.elvalleinformativo.com/2018/01/la-muerte-transita-por-las-calles.html
Hace algunos años un
Director de Tránsito de la Policía apresó a los muchachos que, como si
estuvieran en un canódromo, escenificaban carreras, borrachos y drogados con
sustancias prohibidas, en la avenida Abrahán Lincoln en horas de la madrugada
provocando accidentes que dejaban una estela de heridos y muertos.
El general, en ese momento
coronel, no sólo ordenó el apresamiento de los jóvenes sino la incautación de
los vehículos, todos de lujo, lo cual le provocó un problema mayúsculo, pues al
día siguiente -¡oh sorpresa!- los padres; empresarios, comerciantes, banqueros,
políticos de mucho poder e influencia, lejos de agradecerle la acción fueron
airados al Palacio de la Policía a buscar a sus “niños y niñas” exigiendo su
puesta en libertad y la devolución de los “coches”, como le llaman los
españoles, pues de lo contrario pagaría las consecuencias.
Ni modo, los hijos de “Papi
y Mami” salieron burlándose de la autoridad. Fueron despachados con sus
vehículos. Días después volvieron a sus andanzas hasta el día de hoy. Ahora
están de moda “los ceritos”. Los chicos
giran en círculo durante minutos interminables en cualquier esquina de la
Lincoln. Solo se escucha el rugir de los potentes motores. Las carreras y los
“ceritos”, que dejan huellas en las vías, no cesan. De vez en cuando los
jóvenes se van a la Luperón, la 30 de Mayo y la Anacaona. Se les ha visto en
los túneles de la 27 de Febrero y en el que conduce a Las Américas. Nadie los
detiene.
¿Por qué un padre le
“regala” a un hijo un carro deportivo con motores de 500 y 600 caballos de
fuerza que cuestan 250 y 300 mil dólares? ¿No le está poniendo un arma en sus
manos para que se suicide y de paso mate a otros? Me pregunto: ¿El padre se
ganó en buena lid ese dinero o es fruto de la evasión, el contrabando, la
corrupción política o incluso el narcotráfico y el bajo mundo? No lo sé. No soy
del DNI ni nada que se parezca.
Muchas me pregunto: ¿No
fallamos los padres cuando no sabemos decirle ¡no! a los hijos, cuando los
complacemos en todo lo que piden, cuando lo abarrotamos de cosas materiales, no
de sentimientos y de valores que los conviertan en seres humanos, no en
máquinas depredadoras?
Un carro deportivo a un
muchacho de 18 y 20 años no le hace bien; no lo educa; lo vuelve arrogante,
prepotente, insensible y despiadado. Se cree
estar por encima de los demás porque es rico, poderoso. Lo tiene todo,
menos humanidad. El filósofo decía: “Educa a tus hijos con un poco de hambre y
un poco de frío” para que ambos no paguen las consecuencias.
Nada es más doloroso,
incomprensible y desgarrador, aun para los cristianos, que la muerte inesperada
y trágica de un hijo, de un muchacho al que le damos amor y ternura porque es
sangre de nuestra sangre.
El hijo de Sandra Acta, un
muchacho ejemplar, el amor de su madre y demás familiares, fue embestido
cruzando la 27 de Febrero por un canalla
irresponsable en un carro a más de 200 kilómetros por horas lo dejó tirado en
el pavimento, abandonado muerto como si
fuera un animal. No se hizo justicia. El poder político y económico lo impidió.
No es el único caso. Hay otros, claro que hay otros muchachos muertos por la
imprudencia.
La muerte transita en autos
de lujo por las calles del país sin que la Policía lo impida por miedo al
poder, solo por miedo.
EL AUTOR es periodista y
abogado. Reside en Santo Domingo.
Tomada del Momento.net
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