Vida y obra de Atala Cabral Ramirez.-
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12 de noviembre 2018.-
Por: Ángela Peña
Fue versátil,
sobresaliente e influyente personalidad del siglo pasado, desde su precoz
infancia en San Juan de la Maguana hasta que se trasladó a Santo Domingo donde
continuó sirviendo en el magisterio prácticamente hasta sus últimos días pues
su hogar fue escuela para adultos y niños pobres que deambulaban analfabetos.
Aunque se le recuerda más
como maestra, Atala Cabral Ramírez fue también periodista, compositora,
pianista, escritora, deportista, experta en arquitectura colonial, activista
cultural, feminista, enfermera y primera inspectora escolar de la República, junto
con Digna Mejía.
La iglesia tuvo en ella
una infatigable colaboradora. Organizaba veladas y armonizaba con su natural
talento fiestas espléndidas, como las de Navidades.
Ya jubilada y afectada la
salud, fundó junto al padre Francisco, superior franciscano, una escuela en el
ensanche Ozama y otra en la carretera Mella con las monjas del colegio San
José.
Además de pionera en la
celebración de los Juegos Florales en San Juan de la Maguana, fue decidida
luchadora por los derechos de la mujer desde Acción Femenina, Unión Femenina
Iberoamericana, Consejo Nacional de Mujeres, Mesa Redonda Panamericana,
Sociedad Ábside.
De doña Atala, en cuya
residencia frente al parque Duarte de la Ciudad Colonial se detenían los
transeúntes admirados por su colección de piezas que traía de sus viajes por el
mundo, hablan con orgullo y entusiasmo sus nietos Paola y María del Pilar
Dimitri Buonpensiere y Alexander Jurevithc Buonpensiere (Yura); Demetrio
Dimitri, yerno, e Irma Carías, alumna en la escuela “Mercedes Consuelo Matos”,
de la cual Atala fue también directora.
“Mi abuela era un ser
particular, llenó mi vida, de ilusiones, fantasías, historias. Tuve la suerte
de vivir con ella cuando papá y mamá tuvieron que abandonar el país en la
dictadura de Trujillo, y después fue a acompañarnos en Ginebra, Suiza, y allá
me daba cursos intensivos de historia de la humanidad y de la civilización
europea. Conocía detalles de los pueblos y regiones que los guías de turismo
ignoraban y ella los sabía de lecturas porque era una lectora empedernida”,
expresa Paola.
Para Yura fue “una especie
de escuela, una orientadora que no solo enseñaba lectura y escritura, sino que
aconsejaba.
Junto a Carías Lavandier
creó la banda de música de San Juan y fue enfermera en la clínica de su padre”.
“En su época fue formadora
de San Juan, ella diseñó el arco de la entrada”, añade el nieto. “Forjó hombres
y mujeres de bien y útiles a la sociedad”.
Atala también acompañaba a
Julio Alberto Hernández, o utilizaba el piano del maestro para poner música a
sus canciones infantiles, como Tribilín, que cantan espontáneos los
entrevistados: “A mí, señores, me llaman Tribilín / porque siempre tengo puesto
este bombín / y si usted me ve gordo y barrigón / yo solo me como de arroz un
cajón…”. Fue gran difusora de cantos que exaltaban valores, como “La verdad”.
Irma recuerda que la
vestía de ángel para la Virgen y no olvida que Atala colaboraba con los
bomberos en la cabalgata de los Reyes Magos. Un clásico de Navidad en las
iglesias dominicanas, era “La reina de las noches”, obra teatral suya.
Introdujo en las escuelas
de San Juan el programa “Ya sé leer”. “Decía que los niños querían también
verse graduados”.
María del Pilar era “la
niña” de Atala, por ser la menor. “Vivió un tiempo con mamá, y yo tenía que
contarle mi día. Me daba la bendición como “mi niña”, había un cariño especial
conmigo y yo le correspondía. Siempre le traía golosinas, como ella decía”.
Heredaron como ejemplo, no tener discriminación de clases sociales.
Demetrio, esposo de
Rosette, agradece que lo pusiera “número uno en su agenda” y le facilitara “la
entrada a la sociedad dominicana. Si tengo alguna penetración se debe a la
palabra altísima de doña Atala”, refiere el yerno, de origen italiano.
Irma narra que en la
escuela, Cabral vivía pendiente de cómo los alumnos interpretaban el Himno
Nacional, saludaban la bandera, “supiéramos lo que era la Constitución y
respetáramos a los maestros”. Carías Lavandier, padre de Irma, y Atala,
sostuvieron una estrecha amistad.
Cuenta Paola que una hija
de Trujillo fue irreverente con una profesora y Atala no la despachó hasta que
fuera a buscarla su padre o un tutor. Fue el propio dictador. “Está aquí porque
le faltó el respeto a la autoridad y si permitimos que se críen así, no van a
respetar a su papá, ni a su mamá, ni al presidente”. El tirano no replicó.
Desde entonces llamó a Atala “Madama”.
Ilustres
antepasados.
Atala nació en San Juan de
la Maguana el 24 de noviembre de 1907, hija de Alejandro Cabral y Rosa Olimpia
Ramírez. Aprendió a leer y escribir a los 5 años y a esa edad tenía nociones de
aritmética, geografía, lenguaje y memorizaba páginas del manual de urbanidad de
Manuel Carreño.
Después fue enviada al
Instituto de Señoritas Salomé Ureña donde la recibieron Luisa Ozema y Eva María
Pellerano. Luego pasó al colegio de Mercedes Consuelo Matos, a las escuelas
vocacionales, Bellas Artes, academia de dibujo Abelardo Rodríguez, artes
domésticas. Cursó arquitectura con el profesor “Alemán” y estudió música con
Bienvenido Gimbernard.
Practicó deportes con
Federico Ramírez Guerra y fue pionera en el juego de “Long tennis”, a los 13
años. Obtuvo títulos de suficiencia en estudios primarios, secundarios comunes,
ciencias físicas y matemáticas, maestra normal de segunda enseñanza, pedagoga,
alfabetización y educación para adultos, formación y adiestramiento de maestros
para jardines de infancia…
Fue maestra, además, en el
liceo “Núñez de Cáceres” y en la Academia Santa Ana.
Otras obras escritas y
escenificaciones teatrales suyas son: Mariposas espirituales, Poemas épicos,
Epopeya, Evocación a Salomé Ureña, América, voz de la esperanza, Canto a la
mujer dominicana, El ángel blanco de la Cruz Roja, Teatro escolar dominicano,
Nomenclatura literaria, San Juan en mi recuerdo, autobiografía, Aprendiendo
sintética, Enciclopedia para semi analfabetos, Maestros al minuto…
Recibió numerosos honores
y condecoraciones.
Estuvo casada con Guido
Buonpensiere Chiumino, corso piamontés, padre de sus hijas Teresita y Rosette.
Era nieta del presidente
José María Cabral y de Wenceslao Ramírez, su lugarteniente, y ahijada del
famoso general José del Carmen Ramírez. El hospital de San Juan lleva el nombre
de su padre. Pese a tan ilustres antepasados jamás hizo ostentación de esa
parentela. Murió en Santo Domingo el 3 de abril de 1992.
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