EL BULEVAR DE LA VIDA El PLD entre Salomón y Jeremías

https://www.elvalleinformativo.com/2020/03/el-bulevar-de-la-vida-el-pld-entre.html
Pablo McKinney
Entonces ocurrió, y de
tanto advertir su venida, Lucifer llegó y se instaló como en su casa en la
casona de la calle Cervantes, con todo y mata de limoncillo.
El PLD no fue capaz de
renovarse sin partirse en dos, y ahora no se puede descartar que tenga cuatro
años para echar en falta al rey Salomón, especialista en impedir que los egos
sin medida partan en pedazos a los niños partidarios.
Digamos que el Uber taxi
del sabio Salomón se demoró -bien demorado- y llegó tarde a la audiencia
pública; el niño había sido cortado por la mitad y la sangre comenzó a rodas
por las alcantarillas de la historia y las cloacas de los egos sin límite,
tiempo ni nombre, ya dije.
Por advertir y
advirtiendo, uno lo había escrito antes: a Borges, El amenazado, lo delataba un
nombre de mujer, “le dolía una mujer en todo el cuerpo”, ay, pero es que a
estos peledeístas y expeledeístas, tan muertecitos de éxitos, no les delata ni
les duele nada que no sea su ego.
Sólo ellos existen, y de
tanto insistir en su existencia terminaron por romper el matrimonio que tan
buenos hijos (-seis triunfos-) había procreado, superando con mucho a esas
parejas que “ni se importan ni se estorban”, pero por lo menos “se soportan
amistosas”, que decía Patxi Andión, pero estos dos PLD es que ni eso. Y así les
va, les está yendo, podría irles.
Lo ocurrido el domingo es
la derrota de los dos PLD. Uno, porque ve disminuida sus posibilidades de
victoria, y el otro porque no tiene ninguna posibilidad de ganar solo de dañar,
de evitar que gane el adversario, y de paso ayudar a la victoria del
archirrival verdadero, histórico, cierto.
Ahora ¿qué queda? Como
ciudadanos, nos queda hacer lo necesario para, aprovechando el momentum
político fortalecer las instituciones de la democracia para lograr que reviva
la fe de la gente en ella. Hablo de esa democracia que como afirmará Churchill
es un pésimo sistema de gobierno, pero, claro, “con la excepción de todos los
demás”.
Ahora ¿qué queda? Según
Mario Benedetti, “sólo queda medir la fe y que recordemos lo que pudimos haber
sido para él que no pudo ser nuestro. (...) Tú lo dijiste, nuestro amor fue
desde siempre un niño muerto”.
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