Con el asesinato de Orlando Martínez se pretendió manchar a Juan Bosch

VÍCTOR MANUEL GRIMALDI CÉSPEDES
Santo Domingo, RD-----Fue
un momento difícil, cuando había pasado de ser el líder del más grande entonces
partido de masas, el PRD, Partido Revolucionario Dominicano, a ser cabeza de un
pequeño, por ese momento, grupo de seguidores, el PLD, Partido de la Liberación
Dominicana.
Han
pasado más de cuatro decenios. Trataban de mancharlo a él y su novel
organización con un hecho horrendo y repugnante.
Juan
Bosch llegó a decir a sus colaboradores cercanos luego del asesinato de Orlando
Martínez el 17 de marzo de 1975 que había que buscar el móvil de ese horrendo
hecho en la publicación de grabaciones de cintas magnetofónicas que
suministraba quien entonces era el más famoso espía de conversaciones
telefónicas en República Dominicana.
Bosch afirmaba que el ácido escrito de Febrero de 1975 de Martínez contra el presidente Joaquín Balaguer en realidad creó el pretexto para el crimen, si bien quienes lo mandaron a matar se sentían afectados por las conversaciones hechas públicas por el columnista de El Nacional y la revista Ahora con el tema del pugilato entre militares a mediados de 1974.
El Partido Comunista Dominicano, el PCD de Orlando Martínez, seguía una táctica política de cercanía y alianza con un sector del reformismo gobernante en 1975, y entendía que atacando a uno de los sectores militares balagueristas conseguía el propósito político que se había propuesto. Esta táctica le costó la vida a Martínez, afirmaba Bosch.
El
profesor Bosch pasó una situación muy incómoda tras el asesinato del
periodista.
El
Partido de la Liberación Dominicana apenas contaba entonces 15 meses de creado,
y la Policía pretendió acusar del asesinato a los miembros del Comité Político
del PLD Norge Botello y Cheché Luna, y al dirigente peledeísta Diómedes
Mercedes.
Mercedes
había sido dirigente del PCD, pero había renunciado hacía tiempo y fue de los
fundadores del PLD junto a Botello y Luna. La Policía pretendió incluso
interrogar a Bosch sobre el crimen.
Martínez,
después de escribir el famoso artículo ácido contra Balaguer en Febrero de
1975, escribió otra pieza titulada: “Lo que no vio el Profesor”, criticando las
cosas que Juan Bosch entendía eran buenas y que había comprobado en Cuba en su
primera visita a la isla tras el triunfo de la revolución socialista.
El
PCD y Martínez en realidad -nos decía Bosch- se molestaron porque Fidel Castro
lo visitó y conversó en la Residencia Protocolo No. 1 para Jefes de Estado, y
-añadía Bosch- los jefes pecedeístas pretendían tener el monopolio de las
relaciones con la Revolución Cubana.
A
comienzos de marzo 1975 el escritor Mario Vargas Llosa divulgó una entrevista
que le hizo por entonces al Presidente Balaguer, quien dijo que él y Bosch eran
amigos a pesar de que Bosch había sido conquistado por ideas comunistas.
Juan
Bosch al ver las declaraciones que le dio Balaguer a Vargas Llosa convocó a una
Conferencia de Prensa. Fui uno de los periodistas que cubrió esta Rueda de
Prensa en la cual Bosch aclaró que él no era ni había sido comunista, si bien
era marxista porque utilizaba el método de Carlos Marx para analizar la
sociedad y la historia.
Estas
declaraciones de Bosch recibieron una serie de artículos críticos de Martínez.
Al PLD llegaron informes de que fueron inducidos por la dirección del PCD.
Se
produjo el 17 de marzo fatídico, y las manos criminales y sus orquestadores
aprovecharon los recientes artículos para pretender involucrar al PLD y su
líder.
Espionaje
telefónico
Las
conversaciones telefónicas fueron publicadas por el periodista a lo largo del
año 1974 principalmente. Si se revisan los ejemplares de El Nacional de mayo y
junio de aquel año se verán las revelaciones que provocaron luego la detención
y deportación del famoso interceptor de conversaciones telefónicas.
Martínez
cita textualmente hasta con comillas aquellas conversaciones.
Es
importante destacar estos datos cuando en Listín Diario del domingo 24
noviembre 2013 el dirigente reformista José Osvaldo Leger afirma que Balaguer
le mandó a decir por su intermedio a Martínez que se cuidara de los militares,
si bien Leger no especifica a cuál de los grupos de militares balagueristas que
se disputaban el control de los mandos y privilegios del régimen de los doce
años él se refería.
Pero
lo que va quedando claro es que salvarle la vida al periodista dependía de la
voluntad del Presidente de la República, frenando a los asesinos, o de los
propietarios del medio donde él trabajaba dejando de publicarle asuntos que en
un sistema semidictatorial podrían, y hubieron de, costarle la vida.
Para
tanta gente que lo ignora, Pepín Corripio ingresó al negocio de los medios por
el vespertino La Noticia, que fundamos el 11 de junio de 1973 un grupo de
periodistas que salimos de El Nacional en enero de 1973. Los accionistas de La
Noticia eran Pepín, la familia Vicini, José Antonio Caro Álvarez, José A. Brea
Peña y los periodistas que compramos acciones con un préstamo del Banco Popular
Dominicano.
El
dueño principal de El Nacional de Ahora en 1973 era Rafael Molina Morillo. Y en
1975 controlaba todo el aspecto editorial del vespertino, pues el director
Freddy Gatón Arce había sido desplazado. Cabe destacar que a finales del mes de
diciembre de 1971 Molina Morillo canceló a Radhamés Gómez Pepín como Jefe de
Redacción de El Nacional. Radhamés, que fue uno de los fundadores del periódico
en 1966, solo pudo volver a El Nacional después que Pepín Corripio compró el
vespertino en 1979.
Aquellas
declaraciones de José Osvaldo Leger en el Listin Diario del 2013 sobre Orlando
Martínez y su asesinato revelan muchas cosas que él no detalla, pero que por
primera vez se van aclarando. Leger indicó entonces que el Presidente Balaguer
le dio a Orlando unos consejos que explica Leger, y destaca la comunicación que
entre ambos había.
Entonces
la cuestión estaría en ver si el director del periódico y el dueño dejaban de
publicar un artículo tan ofensivo contra el Presidente de la República se
salvaría la vida de un periodista en un momento de la vida nacional en que no
existía la democracia y el estado de derecho actual.
Yo
y un grupo de compañeros tuvimos que dejar El Nacional en enero de 1973, dos
años antes de la muerte de Orlando, porque el director y su dueño no quisieron
publicar una carta mía dirigida muy respetuosamente al director del Listín con
relación a un reportaje mío publicado en El Nacional sobre las leyes de reforma
agraria. Es más, Don Rafael Herrera publicó mi carta después en el LISTÍN
después que salimos de El Nacional.
¿Hubiese
salvado a Orlando una supervisión de sus escritos por los controles normales
que ejerce un editor? ¿O el Consejo de Balaguer del que habla Leger?
Orlando
vivo quizá sería hoy un gran literato que estaría poniendo en alto el nombre
del país.
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