El ratón acorralado

Por CARLOS MACCOY Fecha: 01/03/2022
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Hay un dicho,
“Un ratón acorralado puede convertirse en una peligrosa fiera”. Por tal motivo,
a veces es mejor proporcionarle un camino por donde pueda escabullirse y no
enfrentarlo. Hay otro refrán, “el que evita no es cobarde”.
Estamos ante
esa situación con el conflicto entre la Organización del Tratado del Atlántico
Norte y Rusia, con Ucrania como escenario del teatro.
Karl Marx, en
el 1869 dijo, “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran
tragedia y la segunda como una miserable farsa”. En esta ocasión no sabemos cuál de las dos
será, pero, estamos seguros de que se repite.
Occidente, con
los Estados Unidos de América como la voz cantante, ha puesto el grito al cielo
por el “ilegal” reconocimiento, por parte de Moscú, de las autoproclamadas
Repúblicas de Donetsk y Lugansk, quienes buscan separarse de Ucrania. Se olvida
el gran coloso del norte que, en el 1835, Texas, a la sazón una provincia del
Estado de Coahuila de la república mexicana proclamó su independencia de México
y fue reconocida por los americanos. Algo similar sucedió con California,
Nevada, Utah y Nuevo México
Por otro lado,
los rusos se quejan de la constante expansión de la OTAN hacia el este y de las
pretensiones de que Ucrania sea parte de esta institución, poniendo en peligro
la seguridad de la Federación Rusa. Nueva vez los Estados Unidos no recuerdan
una situación muy similar, donde los protagonistas estaban en roles diferentes.
En 1962, los
rusos instalaron unos misiles en Cuba, a 90 millas de los Estados Unidos de
América, la justificada protesta de los americanos fue inmediata. El entonces
presidente John Kennedy amenazó con una invasión a la perla de las Antillas si
los soviéticos no retiraban esos cohetes de la isla.
Evitando un
conflicto de grandes proporciones, Nikita Khrushchev ordenó el desmantelamiento
de las bélicas instalaciones y los rusos se retiraron dando por terminado el
trance. Eso es exactamente lo mismo que ellos están reclamando hoy, le piden a
la Organización del Tratado del Atlántico Norte se comprometa a no aceptar a
Ucrania ni a Georgia como uno más de sus miembros y detener su avance hacia el
oriente europeo.
Por iniciativa
de los Estados Unidos, la OTAN se estableció en el 1949, originalmente con 12
naciones. A partir del 1952, con el ingreso de Grecia y Turquía, comenzó su
expansión. Continuó en el 1955 con Alemania Occidental. En este punto los rusos
reaccionaron firmando el Pacto de Varsovia, compuesto por las naciones de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la mayoría de los Estados del
oriente europeo. Esto, para equilibrar fuerzas con la OTAN, lo que trajo como
resultado la congelación, momentánea, del incremento de la membresía de esa
organización.
En el 1990
hubo un acuerdo entre el canciller alemán Helmut Kohl y el presidente Mikhail
Gorbachov donde los rusos permitían la entrada de la parte oriental de
Alemania, ya unificada, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte con
el compromiso de detener su expansión. Se recuerda la famosa frase del
secretario de estado de los Estados Unidos, James Baker, “la OTAN no se moverá
ni una sola pulgada hacia el este”.
En el 1991 la
cohesión de los países que conformaban el bloque soviético comienza a
resquebrajarse y a mediados de año se deshace el Pacto de Varsovia dejando a la
OTAN sola en el escenario internacional. Cinco meses después se derrumba la
Unión Soviética.
Como las
palabras se las lleva el viento, las de no extenderse ni una sola pulgada hacia
el este, les nacieron alas. Con la entrada en el 1999 de la República Checa,
Polonia y Hungría, continuó la propagación de la OTAN, añadiendo en el 2004 los
antiguos países del Pacto de Varsovia. En el 2009 entraron Albania y Croacia y
el último en hacerlo, hasta ahora, fue Montenegro en el 2017. Sumando en la
actualidad 30 miembros.
Podemos notar
que el acuerdo de caballeros no fue honrado, por el contrario, con la
invitación a Georgia y principalmente a Ucrania, para integrarse a la
Organización del Tratado del Atlántico Norte, vertieron la gota que ha
derramado el vaso. Estas acciones son vistas por Vladímir Putin como un único
propósito, rodear a Rusia por casi todos sus flancos. De ahí su dramática
reacción.
Estamos
hablando de cercar, con instalaciones militares, a la nación más grande del
planeta, con más de 17,000 millones de kilómetros cuadrados, la que posee
alrededor de 7,000 ojivas nucleares, colocándose a la cabeza en este renglón.
Rusia tiene más artefactos atómicos que todos los demás países juntos, con la
exclusión de los Estados Unidos. Cuenta con el apoyo de la República Popular
China, el país más rico y el de mayor población mundial con 1,400,000,000 de
seres humanos.
¿Sería posible
pensar que, en vez de un ratón, estuviéramos acorralando a un oso?
Si fuera así,
el escenario cambiaría drásticamente y no para bien de la humanidad.
Creemos que es
tiempo de recordar la frase del general Sun Tzu en el arte de la guerra, “la
mejor victoria es vencer sin combatir”.
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