Las tropas de Kenia no pueden salvar a Haití

Estas palabras sirven para orientar el comportamiento del
pueblo haitiano sobre el posible envío de una fuerza multinacional a Haití
después del anuncio de Kenia de que liderará estas tropas, según un comunicado del
Ministerio de Relaciones Exteriores de este país.
Kenia se comprometió a desplegar un contingente de 1,000
policías para ayudar a capacitar a la policía haitiana, restablecer la
normalidad y proteger las instalaciones estratégicas.
El despliegue se efectuaría una vez que se obtenga un
mandato del Consejo de Seguridad de la ONU y se realicen los procesos
constitucionales en Kenia. Otros países han anunciado su contribución después
de Kenia.
En efecto, el secretario de Estado de Estados Unidos,
Anthony Blinken, declara que se avanza en el despliegue de esta fuerza para
Haití. Para el presidente dominicano, Luis Abinader, sus esfuerzos están dando
frutos con el anuncio de Kenia de tomar las riendas de esta tropa.
Después del asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7
de julio de 2021, la comunidad internacional, a través del Core Group, diseñó
todo para perpetuar la crisis y llevarnos a este punto de no retorno. Han
combatido todos los esfuerzos de consenso nacional para apoyar
incondicionalmente a un poder corrupto cuyos funcionarios están implicados en
actos de secuestro, venta ilegal de armas, narcotráfico, y otros crímenes.
Lamentablemente, observadores pocos informados de la
realidad y sujetos a los efectos del cansancio de esta crisis, consideran el
envío de esta fuerza como una oportunidad de solución.
En este contexto, se acusa de utópicos, irresponsables y
falsos nacionalistas a personas que incluso muestran una posición crítica con
relación a esta iniciativa. La verdad es que los haitianos optan por una
cooperación productiva y funcional para profesionalizar las fuerzas de seguridad
y combatir a las bandas armadas. Los métodos para movilizar esta fuerza no
garantizan una solución sostenida y fracasarán como los anteriores por las
siguientes razones:
1-
Una crisis fundamentalmente sistémica:
Haití enfrenta una crisis de desarrollo desde 1957 con la
llegada al poder de la dictadura de Duvalier. Duvalier heredó un período
relativamente próspero conocido como la edad de oro de la economía haitiana.
Haití era una perla brillante de las Indias Occidentales
y ocupaba el primer lugar en la lista de atracciones turísticas de la zona, con
Cuba en segunda posición. En ese momento, Cap-Haitien albergaba la tienda más
grande del Caribe y era un cruce internacional para las islas inglesas del
Caribe.
En la agroindustria había muchos esfuerzos de inversión.
La cultura estaba en su apogeo y nuestra diplomacia a nivel de las Naciones
Unidas tuvo un gran eco durante el período de descolonización de África.
Duvalier luchó sistemáticamente contra la élite criolla y
los obligó a exiliarse. Más bien, otorgaron privilegios y monopolios a nuevos
actores económicos (los levantinos) que no pudieron realizar ninguna inversión
productiva importante. Porque había que combatir a la élite criolla por sus
pretensiones políticas y sus vínculos con la realidad nacional.
La falta de inversión y la injerencia extranjera con dos
agresiones armadas han socavado los cimientos económicos del Haití post
Duvalier.
Las presiones internacionales por políticas neoliberales
destruyeron totalmente las bases de la producción nacional al punto que Bill
Clinton lamentó la destrucción del sector arrocero de Haití en 1997.
Con Martelly en el poder asistimos al reforzamiento de un
sistema de exclusión mantenido por los políticos y la oligarquía corrupta a
través de una economía de violencia y de sus corolarios de corrupción,
malversación de fondos públicos, narcotráfico, apoyo a bandas armadas, entre
otros.
Cualquier solución duradera debe pasar necesariamente por
la destrucción de este sistema podrido. Desafortunadamente, esta agenda no está
presente en los foros internacionales. La intervención armada se presenta como
una panacea para convertir al país en una República de ONG. Es el lugar que se
atribuye a Haiti.
2-
Interferencia del Core Group
Los embajadores del Core Group son las personalidades más
poderosas de la política haitiana durante los últimos 30 años. Sus decisiones
son definitivas y no tienen nada que envidiar a las fatwas religiosas. Tienen
el poder de anular resultados reales de las elecciones para proclamar a sus
vencedores, imponen políticas comerciales aunque signifiquen destruir su
producción nacional, apoyan abiertamente a las federaciones de pandillas,
nombran a las máximas autoridades del Estado a través de redes sociales y
acusan a los haitianos de irresponsables cuando todo sale negativo.
La injerencia extranjera en Haití no tiene límites a
pesar de que sólo ha producido caos, miseria y pobreza. En este contexto, Haití
debe recuperar su soberanía y llegar a un consenso nacional.
3- Apoyo del gobierno
La población tiene una percepción claramente negativa del
proyecto de intervención por el apoyo incondicional del Core Group a Ariel
Henry.
Los observadores señalan sus vínculos con el asesinato
del presidente Moïse. De hecho, se le invita a comparecer ante el tribunal por
este caso de asesinato. ¿Obstruirá la justicia? ¿Aparecerá en la corte como un
litigante ordinario? Esta pregunta está en boca de todos.
El país enfrenta una grave crisis de inseguridad
alimentaria y una tasa de inflación superior al 52%. El clima de seguridad se
ha deteriorado claramente con funcionarios sospechosos de complicidad con
bandas armadas.
El movimiento popular de autodefensa Bwakale que hizo
retroceder a los bandidos y redujo el secuestro fue hábilmente combatido por el
gobierno. Además, la población cree que sin un consenso duradero, el poder
saldrá fortalecido con su agenda de hundir al país en un nuevo ciclo de caos a
través de elecciones falsas.
4- La realidad de la
policía de Kenia
A través de las redes sociales y la prensa, los haitianos
tienen serias dudas de que Kenia asegura un liderazgo efectivo para tal misión:
• Esta policía tiene reputación de violencia y brutalidad
con sus ciudadanos
• El clima de seguridad no es tan agradable como se
podría pensar. Como prueba, los estadounidenses han emitido advertencias para
disuadir a sus ciudadanos que salgan y no visiten Haití.
*La Posición de la República Dominicana*:
No causó ninguna sorpresa ver la reacción de alegría de
las autoridades dominicanas ante el anuncio de Kenia de que tomará el liderazgo
de la Fuerza Multinacional como si el problema fuera estrictamente militar.
Por sus intereses estratégicos y las repercusiones de la
crisis en el tema migratorio, República Dominicana, después de Haití, es el
país que debería haber mostrado más preocupación por una solución duradera a la
crisis.
Pero ella prefiere alinearse con las posiciones erróneas
tradicionalmente de los países del Core Group en Haití.
Da la impresión de que sectores “nacionalistas” que
históricamente han construido su capital político sobre el antihaitianismo,
están siempre en la búsqueda constante de este elemento para alimentar su discurso.
La posición dominicana contaría con un deterioro de la
situación. En este contexto, la creciente ola de refugiados haitianos en la
frontera constituiría un jugoso producto para abastecer el mercado electoral
dominicano en el marco de las elecciones de mayo de 2024. El pueblo dominicano
no tiene ningún beneficio en el deterioro de la situación en Haiti.
*Conclusión*:
No buscamos caer en ninguna forma de nacionalismo extremo
para negar la necesidad imperiosa de una cooperación productiva y funcional
entre las fuerzas de seguridad haitianas y la comunidad internacional para
lograr la paz y luchar contra las bandas armadas.
Pero sin una gobernanza responsable que reavive la
confianza y sin voluntad de fortalecer las instituciones, repetiremos los
mismos errores.
Instituto Haitiano de Observatorio de Politicas Publicas
(INHOPP)
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