El primer 'round' de Milei con la protesta social augura un ajuste de vértigo en Argentina
El nuevo presidente de Argentina, Javier Milei, no ha pasado el acostumbrado tiempo de buenos gestos y flamantes regodeos, como cualquier novel mandatario, sino que, por el contrario, a los pocos días de llegar al poder ha develado y ejecutado acciones que disuelven de cuajo toda la estructura del Estado como garante de derechos.
Lo ha hecho en actitud desafiante. Mientras liberaliza a
tope la economía del país, mueve su brazo represivo de la mano de las ministras
de seguridad, Patricia Bullrich, y de Capital Humano, Sandra Pettovello,
quienes amenazaron a los ciudadanos que se movilizaran con quitarle las ayudas
sociales, limitando las veredas como único espacio legal para la manifestación
y aclarando que cortar calles estaba prohibido.
La respuesta de las fuerzas progresistas no se hizo
esperar. La habitual 'luna de miel'
cedida por la oposición a un nuevo presidente, en este caso, no ha tenido
lugar. La histórica conmemoración del levantamiento del 20 de diciembre de 2001
fue convertida por los movimientos convocantes en un duelo al gobierno, en
tanto los manifestantes no se quedaron en las veredas, sino que tomaron varias
calles y avenidas sin que estallara la violencia.
Las primeras dos semanas del gobierno se parecen más un
juego de ping-pong que a un primer round en el que los competidores se estudian
el uno al otro. Hay una lucha acelerada con fuertes impactos en ambos
adversarios, que rápidamente devuelven el golpe.
A escasas horas de haber culminado la primera
manifestación en su contra, en la noche del miércoles, Milei devolvió el golpe
dando a conocer el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), en el que disuelve
buena parte de la estructura estatal dedicada a garantizar los derechos,
modificando o eliminando de un plumazo, unas 300 leyes.
Debido a la velocidad de las respuestas, las primeras dos
semanas del gobierno se parecen más un juego de ping-pong que a un primer round
en el que los competidores se estudian el uno al otro. Estamos observando una
lucha acelerada con fuertes impactos en ambos adversarios, que rápidamente
devuelven el golpe.
Milei no ha venido con gradualismos. Quiere hacer un
reformateo exprés del Estado y lo quiere hacer ya. El tenor de los anuncios
confirma una doctrina de 'shock' que ya en muchas ocasiones en América Latina
ha hecho estallar de manera impredecible el conflicto social.
Así que, en la medida en que avanzan sus decisiones,
también van incrementándose las respuestas de los sectores afectados.
DNU: acción y reacción
No había pasado una hora de la divulgación del Decreto,
cuando, los barrios de clase media sonaron un estruendoso cacerolazo y
manifestantes acudieron a la Plaza Congreso, casi de madrugada. Y aquí es dónde
comienzan a tomar preponderancia las calles.
La todavía hipotética articulación de la clase media con
los sectores populares y progresistas podría implicar un nuevo clivaje político
en el que el gobierno comience a aparecer, más rápido de lo pensado, como el
adversario que unifica a sectores hasta ahora reñidos.
Pero, como decimos, todo pasa demasiado rápido y Milei va
a apurar la marcha para obtener resultados hacia mediados de su mandato.
El eterno retorno
Presenciamos un laboratorio político en el que el
neoliberalismo vuelve con la doctrina de shock que había venido repensando,
(después de la alta conflictividad de los noventa y el posterior triunfo de los
progresismos), bajo modelos mucho más transitorios. Nada más recordemos el
gobierno del expresidente Mauricio Macri y cómo trató de promover reformas paso
a paso, sin la velocidad que había ofrecido y, a pesar de eso, perdió en la
reelección.
La teoría de la 'terapia de shock', como modo
relampagueante de aplicación de medidas
de ajuste económico, estaba pasando de moda debido a los fuertes estragos que
generan y que, por lo general, terminan desestabilizando gobiernos y
produciendo escenarios para triunfos de fórmulas progresistas y el auge de
movimientos nacional-populares.
El regreso del neoliberalismo radical en Argentina hizo
que un 20 de diciembre de 2023 sirviera en todas sus dimensiones para recordar
lo que fue esa misma fecha, pero en 2001, generando en la práctica lo que ya
puede entenderse como un ritornello, un eterno retorno de la pugna entre las
mismas fuerzas histórico-políticas: la que apoya la liberalización radical de
la economía (y en este caso un plan tan liberalmente ortodoxo como el que está
aplicando Milei) y la que va a enfrentar estas medidas y que, a dos semanas de
la toma de posesión, ya activó las protestas.
Ahora Milei ha decidido retomar esta estrategia de alto
impacto social y ha hecho de Argentina un gran laboratorio en el que todos
estamos esperando los efectos del remake de los planes de ajuste radical, sin
gradualismo y sin programas compensatorios.
Lo que suceda va a impactar también en la forma de hacer
política en toda América latina. Todo esta por verse, es apenas el primer
round.
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