Los peligros de la sobredosis de vitaminas
Las vitaminas son sustancias naturales que el ser humano no puede sintetizar, es decir, debe tomarlas de fuentes externas. Las personas necesitamos 13 vitaminas.
En primer lugar, las nueve
hidrosolubles (solubles en agua) que abarcan la C y las del grupo B (B1, B2,
B3, B5, B6, B7, B9 y B12). En según lugar, las cuatro liposolubles (insolubles
en agua), que engloban la A, E, K y D.
Una dieta equilibrada nos
proporciona las cantidades necesarias ya que están presentes en una gran
variedad de alimentos, especialmente de origen vegetal.
Una excepción importante es
la vitamina B12, que está presente en alimentos de origen animal. Por esta
razón, las dietas veganas deben consumir esta vitamina como suplemento
nutricional.
El déficit de vitaminas
(hipovitaminosis) es la causa de diversas enfermedades. Sin embargo, las
patologías asociadas a la hipovitaminosis son raras, pues los requisitos
diarios de vitaminas son mínimos (del orden de microgramos a miligramos).
Primeras enfermedades por
carencia de vitaminas
El escorbuto fue la primera
enfermedad de la que se conoció su dependencia de factores nutricionales. Fue
el navegante francés Jacques Cartier quien describió la enfermedad en algunos
indígenas en Canadá y en parte de su tripulación.
Más tarde, el médico escocés
James Lind publicó un tratado sobre el escorbuto y sugirió el uso de zumo de
lima para su tratamiento.
Actualmente sabemos que tal
patología se debe a un déficit de vitamina C, también denominado ácido
ascórbico (que significa «anti escorbuto»). Por eso recomendaban tales
tratamientos.
Desde entonces,
posiblemente, el estudio de las vitaminas y su papel para evitar ciertas
enfermedades ha sido el mayor hito en la investigación biomédica de la
nutrición.
Aparte del escorbuto, hay
otras enfermedades directamente asociadas a déficits de vitaminas.
Por ejemplo, el beriberi
(vitamina B1), la pelagra (vitamina B2), anemia (vitamina B9 o vitamina B12,
independientemente), xeroftalemia (vitamina A, que desemboca en ceguera) y
raquitismo en niños o osteomalacia en adultos (ambas asociadas al déficit de vitamina
D).
La sobredosis también puede
ser de vitaminas
Debido a su carácter de
sustancia natural y al conocido efecto beneficioso para la salud, muchas
personas están usando de manera indiscriminada grandes cantidades de vitaminas
y complejos vitamínicos sin prescripción médica.
Sin embargo, esta práctica
no está exenta de riesgos. Por un lado, las vitaminas son compuestos químicos
muy activos biológicamente que tienen diversos papeles en nuestro organismo.
Es bien conocido que las
sustancias activas ejercen su acción a una determinada concentración y que lo
que puede ser beneficioso a concentración fisiológica puede ser tóxico en mayor
cantidad.
Algunas razones por las que
un compuesto beneficioso puede convertirse en tóxico cuando se utiliza en
exceso son:
La cantidad del principio
bioactivo no utilizado se puede acumular en ciertos tejidos -por ejemplo, las
sustancias lipófilas se acumulan en el tejido adiposo y en el hígado, y las
hidrófilas se almacenan en algunos órganos como los riñones y el hígado-, lo
que provoca efectos perniciosos a largo plazo.
También es posible (y no
excluyente con la anterior explicación) que el exceso de compuesto bioactivo se
metabolice a sustancias tóxicas. Esto es especialmente importante en las
sustancias que se acumulan en el hígado, que es la «fábrica química» de nuestro
organismo.
El exceso de compuesto
bioactivo puede interaccionar con otras sustancias presentes en nuestro
organismo. Es bien conocido que algunas vitaminas interaccionan con algunos
fármacos disminuyendo la actividad de éstos, lo que puede ser perjudicial para
nuestra salud.
Por estas razones, siempre
se deben consumir las sustancias bioactivas en las dosis indicadas, basadas en
el método científico.
Vitamina A y el caso
peculiar de la supuesta vitamina D
En general, se conocen pocos
efectos secundarios de las vitaminas hidrosolubles, pues estas se excretan con
relativa facilidad, incluso en el caso de hipervitaminosis (salvo alguna
excepción).
Por el contrario, el exceso
de vitaminas liposolubles produce más y más serios efectos perniciosos.
Recordemos que estas son la A, E, K y D, las cuales veremos con detalle.
La vitamina A está presente
en numerosas frutas y verduras y, si se sigue una dieta equilibrada, no es
necesaria su suplementación.
Desde el punto de vista
fisiológico, su principal función está en el proceso de la visión. También es
conocido que es un estimulante del sistema inmune.
Más
Las deficiencias en vitamina
A suelen surgir de alguna enfermedad crónica que afecte a su absorción. Se
manifiesta en algunos síntomas relacionadas con problemas de visión, una mayor
frecuencia en infecciones en la piel, el tracto respiratorio y las membranas de
la mucosa.
Pero el consumo excesivo de
vitamina A también se ha asociado a ciertas enfermedades y dolencias, entre las
que podemos citar dolor de cabeza, fatiga, nistagmo (movimiento involuntario e
incontrolable de los ojos), descamación de la piel, aumento del nodo linfático
y problemas óseos diversos.
La vitamina D, realmente, no
es una vitamina sino una hormona. En la dieta consumimos precursores de la
vitamina D, que se transforman en ésta en nuestro organismo a través de
reacciones fotoquímicas, por esta razón es necesario tomar el sol para tener buenos
niveles de vitamina D.
Actualmente, es frecuente
encontrar, a través de análisis de sangre, que la cantidad de vitamina D es
menor de la estándar.
Esta deficiencia puede estar
causada por dos factores. Por un lado, por una exposición inadecuada a la luz
solar.
Detalles
Por otro, por la tendencia a
disminuir el nivel de colesterol (ya sea a través de la medicación o de la
dieta), ya que este es un precursor de la vitamina D en el organismo.
El déficit de vitamina D
tiene serias consecuencias en nuestra salud. Provoca el raquitismo en niños y
la osteomalacia -reblandecimiento de los huesos- en adultos.
Además, los suplementos
dietéticos de vitamina D no suelen paliar este déficit, quizás debido a una
absorción ineficaz o, más frecuentemente, a la pobre calidad de los preparados
que se venden sin receta.
En algunas situaciones -como
en el embarazo, la lactancia y en personas con problemas en la ruta metabólica
de la vitamina D- hay mayor necesidad de vitamina D.
En estos casos siempre hay
que seguir las indicaciones de los médicos, pues hay que recordar que es una
hormona y que los desequilibrios en el sistema endocrino tienen serias
consecuencias en la salud.
A un lado, algunas
publicaciones recientes han analizado las intoxicaciones provocadas por la
hipervitaminosis D, que muestran crecimientos alarmantes desde hace una década.
Se ha encontrado que la
vitamina D causa alta concentración de iones calcio en el plasma, lo que
provoca excitabilidad en los sistemas nerviosos central, autonómico y somático.
También se ha asociado a retraso cognitivo.
Otros síntomas provocados
por las dosis excesivas de vitamina D son dolor de cabeza, fatiga, retraso en
el crecimiento (que puede ser revertido con tratamiento médico), diarrea y
fallos en diversos órganos (riñones, pulmón, corazón, vasos sanguíneos y piel).
Además, desde el punto de
vista bioquímico y fisiológico, la hipervitaminosis puede provocar efectos
irreversibles sobre la producción de calcitonina, que es la hormona que
controla la manera por la que el organismo usa el calcio.
Otras vitaminas
liposolubles: la E y la K
El papel fisiológico de la
vitamina E en humanos no está totalmente elucidado, aunque tiene un papel
importante en la coagulación de la sangre.
Su principal actividad
ejerce como antioxidante. Sobre los efectos provocados por su déficit todavía
no existen resultados en humanos.
Pero sí sobre la
hipervitaminosis E, y estos indican que no produce efectos perniciosos serios.
Por esta razón, también se utiliza como aditivo alimentario (E-306, E-307,
E-308 y E-309).
Por último, respecto a su
toxicidad por sobredosis, la de tipo K1 puede provocar algunos efectos leves
como el rubor facial transitorio, u otro más grave como la disnea, que puede
provocar la muerte.
Por su parte, el exceso de
vitamina K2 puede provocar kernicterus (un tipo de parálisis cerebral en recién
nacidos), problemas hemolíticos en niños, ictericia, daño en las membranas de
la mucosa y problemas hepáticos.
Además, debido a sus
características químicas (oxidante), la vitamina K puede interferir con algunos
antioxidantes.
Por eso es necesario no
tomar estos suplementos a la ligera y, en caso de observar alguna anomalía,
consultarlo con los profesionales de su centro de salud.
Publicar un comentarioDefault CommentsFacebook Comments