A orlando Martinez nada humano le fue ajeno

marzo 29, 2025
El 17 de marzo es un día
especial. Se cumple en esa fecha un nuevo aniversario de la caída de Orlando
Martínez, el periodista apasionadamente recordado por el pueblo dominicano.
Particularmente me siento
muy comprometido con estar en cada uno de los eventos que en Santo Domingo, San
Juan y Las Matas de Farfán, organiza el Comité de homenaje junto al Colegio de
Periodistas y al Sindicato de Trabajadores de la Prensa, para exaltar los
méritos de su memoria.
Fui, soy, y seré admirador
de ese símbolo del periodismo latinoamericano.
Con su recuerdo, debo
dedicar un esmero a mi hermana María Belén Sención con quien todas las tardes
nos sentábamos alrededor de una mesa a compartir lecturas en voz alta, de la
columna Microscopio que llegaba en El Nacional. Lo mismo hacíamos con las de Mario
Emilio Pérez, de El Caribe, que las hacían a ella morir de la risa.
Admirábamos la elegancia del
estilo escritural de Orlando y la profundidad de esas columnas que nos
conectaban con la indignante realidad que vivía la República.
Puedes leer: Balaguer ordenó
no interrogar a Juan Bosch por el caso Orlando Martínez en 1975
Yo no lo había visto en
persona. Lo distinguía por las imágenes que se publicaban en el periódico y una
vez lo alcancé a ver, a cuatro o cinco metros, en la Casa de Teatro,
acompañando a Ana Belén y a Víctor Manuel San José Sánchez.
Después, cuando estuve preso
en Chile, él, sin conocerme, me dedicó una de sus columnas, la que tituló “Un
negrito dominicano en Chile”.
Orlando es digno de que se
le recuerde todos los días, y de diversas formas. Por eso me contagian el
entusiasmo de Alfredo del Valle, quien los últimos años ha asumido la
responsabilidad organizativa de los homenajes en San Juan, y las palabras
memorables de Cassandro Fortuna Sánchez hace más de 30 años cuando, en un
discurso, dijo: “La memoria de Orlando Martínez está hoy tan alta, como alta
está la bandera dominicana”.
Como lector de sus artículos
que fui, al cumplirse 50 años del crimen, lo recuerdo de manera especial porque
su conducta y ejemplo son una inspiración. Por la nobleza de su sabia
transparencia, por la honestidad de su ejercicio profesional y por su vida breve,
pero fructífera.
Orlando aspiraba a una
sociedad especial y en sus escritos tocó todos los temas. Escribió: “Yo quiero
una sociedad donde el terror sea el gran ausente, el eterno y único exiliado
involuntario”.
Y escribió: “Quiero una
justicia social profunda. Pero también quiero una libertad social sin trabas.
Derecho no solo al vestido, a la casa, a la comida. Sino también acceso a todos
los tipos de libros, y posibilidad de investigar y conocer todo cuanto mi
espíritu quiera investigar y conocer”.
Leer (o releer) sus escritos
recopilados en Microscopio 1, ll y lll, es refrescar y ponerse al día sobre los
hechos de una época atroz, marcada por el derramamiento de sangre y por la
presencia de una generación que supo contestar con valentía los horrores del
terrorismo de estado y de la falta de justicia. Es ilustrarnos sobre la
realidad de un pasado que, con sus cambios de nombres y modalidades, gravita
contra el presente.
Desde su joven vida, le dejó
un legado al periodismo latinoamericano. Hay que leerlo para comprender la
plenitud de su pensamiento profundo.
De los escritos recuperados,
he extraído un resumen de su pensamiento.
Parodiando a Terencio, el
dramaturgo cartaginés, su frase más conocida:
A un hombre de verdad, nada
humano puede resultarle ajeno.
Y estas otras proposiciones
emergidas de su intelecto:
Sin embargo, para mí no hay
temas prohibidos.
Si apenas soy un simple
hombre que lleva en sí todas las flaquezas, todas las debilidades de los
hombres.
El día que llegue a
autocensurarme recogeré mis papeles, le pondré el forro a la máquina de
escribir y me dedicaré a otro oficio.
El autor es poeta.
Por: Rafael Pineda
rafaelpinedasanjuanero@gmail.com
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