La incertidumbre de los aranceles

por Daris Javier Cuevas
Los antecedentes históricos del comercio internacional evidencian que este siempre ha generado fuertes enfrentamientos entre naciones y donde cada cual interpreta su importancia y dinámica en función de los beneficios o desventajas que del mismo se deriva.
Por tales razones han
existido restricciones de tipo económico muy significativas, tendente a regular
el comercio a escala global, en que el instrumento más conocido para controlar
el intercambio comercial se denominan arancel, esto es, los impuestos de aduana
que gravan bienes comercializados cuando atraviesan una frontera nacional.
Y es que tradicionalmente el
arancel se manejaba como fuente de ingresos para el Estado, aunque su verdadera
finalidad es proteger sectores o industrias nacionales de la competencia
externa.
Sin embargo, con el progreso
del fenómeno de la globalización, la importancia del arancel como medida
protectora de industrias ha decaído en las últimas décadas, en favor de las
barreras no arancelarias.
Desde una perspectiva del
análisis económico, la aplicación de aranceles conduce a ponderar que los
efectos del gravamen de un arancel por parte de un país pequeño tienen
resultados adversos para la economía.
En efecto, los precios en el
mercado global permanecen intacto, mientras que el precio interno del bien
importado se incrementa fruto de la cantidad total de arancel para los
productores y consumidores individuales en el país pequeño, en tanto que, el consumo
interno y las importaciones se reducen.
En cuanto a la aplicación de
aranceles a las importaciones por parte de un país grande, los efectos que se
derivan es que la oferta del bien importado se reduce, una parte significativa
del arancel la pagan los consumidores domésticos y otra parte la pagan los
productores extranjeros.
Por igual, resulta
irrefutable que la imposición de un arancel por parte de un país grande mejora
sus términos de intercambio, pero reduce el volumen de comercio y la mejora en
la posición de intercambio comercial se efectúa a expensas y sacrificio de su
socio comercial, acudiendo a la retaliación, lo que al final, ambos países por
lo general terminan perdiendo.
Es en tal contexto que llama
la atención lo que está ocurriendo con las economías de EE. UU, Canadá, China y
México, las cuales están sumergidas en una batalla sin límites por los espacios
comerciales, lo cual podría desencadenar en efectos secundarios insospechados
sobre la economía global.
Esta guerra comercial entre
estos gigantes económicos se inició como respuesta a la decisión de EE. UU de
aplicar aranceles a bienes importados desde los otros países.
Al observar el agresivo
desarrollo de la guerra comercial entre estas naciones, se arriba a la triste
reflexión de que tal situación ha de tener un efecto dominó pernicioso que
podría afectar potencialmente a bienes de otros socios comerciales de USA y también
podría incitar una reacción en cadena en la medida que los países empiecen a
tomar decisiones en contra de sus socios, quienes actuarían en retaliación.
Y es que todo parece indicar
que se asiste a una situación insólita en el comercio internacional ya que las
economías entrarían en una fase hipersensible al ser afectadas por grandes olas
de inestabilidad agresiva contra el sistema de precio global.
Una ruptura brutal del
sistema de precio s escala global colocaría a los bancos centrales en una
situación extremadamente complicada ya que se desarticularían todas las
herramientas de las que dispone la política monetaria para cumplir su principal
objetivo como lo es la estabilidad de precio.
Ante este probable evento,
la credibilidad de los bancos centrales y la política monetaria en la realidad
se traducirían en una hecatombe mortal para la estabilidad macroeconómica a
escala planetaria, cuyas consecuencias seria el peor desorden a la que se
empujaría a la economía mundial de manera catastrófica.
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