Trump enciende guerra arancelaria

El mundo en jaque por el
impacto de los aranceles y el inicio de un caos desatado. No es un simple
ajuste económico ni una ocurrencia pasajera.
Las políticas arancelarias
impulsadas por Donald Trump, durante su primer mandato y ahora resucitadas con
fuerza en su agenda política de 2025, son un terremoto deliberado que sacude
los cimientos del comercio mundial. Con un martillo proteccionista en mano,
Trump busca reafirmar la supremacía estadounidense, pero el costo lo pagan
millones más allá de sus fronteras.
¿Qué significa este muro
tarifario para el planeta? ¿Y cómo sobrevivirá América Latina, con la República
Dominicana atrapada en la tormenta?
El plan de Trump: aranceles
como arma de dominio
La estrategia arancelaria de Trump no es un
misterio, pero sí una declaración de guerra económica con múltiples frentes:
Blindar la industria
estadounidense: grabando importaciones con impuestos exorbitantes, pretende
forzar a los consumidores a elegir productos «Made in USA».
Castigar a los «enemigos
comerciales»: China, México, la Unión Europea y hasta aliados como Canadá han
sentido el látigo de sus sanciones.
Resucitar empleos perdidos:
Trump promete que las fábricas regresarán al suelo estadounidense, devolviendo
la gloria industrial de antaño.
Doblegar al mundo en la mesa
de negociación: los aranceles son su carta de presión para renegociar acuerdos
como el NAFTA, convertido en el T-MEC bajo su mando.
En sus propias palabras,
pronunciadas en un discurso reciente en Ohio: «Si nos golpean con aranceles,
les devolveremos el golpe diez veces más fuerte. Nadie se aprovechará más de
América».
Pero detrás de esta retórica
patriótica se esconde una visión implacable: el comercio global no es una
colaboración, sino un campo de batalla donde cualquier ventaja ajena es una
derrota para EE.UU.
Voces globales en el
torbellino
El mundo no se ha quedado
callado ante esta embestida. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal,
lanzó una advertencia sombría: «Las guerras comerciales son un juego peligroso.
Los aranceles pueden parecer un escudo, pero terminarán siendo una bomba de
tiempo para la economía global».
Desde Europa, Christine
Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, fue aún más contundente: «El
proteccionismo es un veneno lento. Te aísla del mundo mientras crees que te
estás salvando».
En Asia, Xi Jinping, líder
de China, respondió con frialdad estratégica: «Nadie gana cerrando puertas.
Pero si EE.UU. insiste, nosotros construiremos nuestras propias ventanas».
China ya ha contraatacado con aranceles a productos estadounidenses, desde soja
hasta tecnología, escalando la tensión a niveles históricos.
El precio del
proteccionismo: más allá de la propaganda
La narrativa de Trump pinta
los aranceles como una victoria nacionalista, pero la realidad es un mosaico de
daños colaterales:
Consumers en jaque: los
costos de los aranceles se trasladan al bolsillo del ciudadano promedio,
encareciendo desde electrodomésticos hasta ropa.
Inflación desbocada: bienes
importados más caros disparan el costo de vida, un golpe que las economías
frágiles sienten con mayor crudeza.
Efecto dominó: algunos
países responden las represalias con sus propios aranceles, desatando una
guerra comercial sin vencedores claros.
Industrias adormecidas:
proteger demasiado a las empresas locales las hace menos competitivas, un lujo
que el mundo globalizado no perdona.
El economista nobel Joseph
Stiglitz lo resumió con claridad: «Trump cree que está construyendo un
castillo, pero lo que levanta es una prisión económica para todos».
América Latina: atrapada en
el fuego cruzado
Aunque el blanco principal
de Trump ha sido China, América Latina no escapa del vendaval. La región,
dependiente de exportar materias primas y productos manufacturados a EE.UU., ve
cómo los aranceles amenazan su estabilidad. Al mismo tiempo, importar tecnología
y bienes desde países sancionados como China se vuelve prohibitivo, asfixiando
las cadenas de producción.
El expresidente mexicano,
Andrés Manuel López Obrador, lo expresó con indignación tras las últimas
amenazas arancelarias: «No somos el patio trasero de nadie. Si Trump sigue,
México responderá con dignidad». Mientras tanto, Luiz Inácio Lula da Silva, líder
de Brasil, alertó: «El proteccionismo de Trump puede hundir a América Latina en
una crisis de la que no saldremos en décadas».
República Dominicana: entre
la espada y la pared
La República Dominicana,
beneficiada por años del acuerdo DR-CAFTA con EE.UU., se enfrenta ahora a un
futuro incierto. Si Trump decide reinterpretar o desechar los tratados
comerciales, los sectores clave del país podrían derrumbarse:
Textiles y confecciones:
principal motor de exportación a EE.UU., en riesgo de perder competitividad.
Agricultura procesada:
cacao, tabaco y ron enfrentan barreras que podrían desplomar sus ventas.
Zonas francas: dependientes
de insumos globales y mercados norteamericanos, un cambio en las reglas las
dejaría al borde del colapso.
El impacto sería devastador:
menos exportaciones, despidos masivos, caída de divisas y una economía
tambaleante. El economista dominicano Pavel Isa Contreras advirtió: «Estamos en
una cuerda floja. Sin una estrategia urgente, el proteccionismo de Trump nos
arrastrará al abismo».
¿Un respiro para las
industrias locales?
En teoría, los aranceles
podrían dar oxígeno a sectores emergentes, permitiéndoles crecer bajo un
paraguas protector. Pero los expertos son escépticos. Ngozi Okonjo-Iweala,
directora de la Organización Mundial del Comercio, señaló: «La protección solo
funciona si es inteligente y temporal. Sin innovación, es solo un espejismo».
En la práctica, el capricho político de Trump rara vez va acompañado de un plan
coherente.
Un mundo de muros: ¿el fin
del comercio abierto?
El proteccionismo de Trump
no es un caso aislado. Desde el Brexit hasta las barreras chinas, el planeta
parece retroceder a una era de fronteras cerradas. Emmanuel Macron, presidente
de Francia, lo calificó como «un error histórico que pagaremos todos».
Para la República Dominicana
y otras economías pequeñas, la disyuntiva es existencial: ¿Cómo navegar un
mundo que rechaza la cooperación? ¿Puede el país reinventar su modelo
exportador o está condenado a ser una víctima más del nuevo orden?
Publicar un comentarioDefault CommentsFacebook Comments