Haití-RD: Crisis y Geopolítica
https://www.elvalleinformativo.com/2013/11/haiti-rd-crisis-y-geopolitica.html
MANUEL ALEJANDRO VALERIO JIMINIÁN
Los acontecimientos
relacionados a la sentencia 168-2013, dictada por el Tribunal Constitucional
(TC), han devenido en una lucha diplomática y geopolítica, que sobrepasa ya el
ámbito jurídico, y cuya finalidad es lograr una condena contra la República
Dominicana. Detrás de todo, está realmente presente la crisis estructural que
afecta Haití y sus repercusiones en el Estado dominicano.
Para descifrar los
intereses envueltos en esta conflagración diplomática, los retos y estrategias
que tiene por delante el Estado dominicano respecto a los cuestionamientos
internacionales a los que ha sido sometido, es importante hacer un análisis
dentro del marco de la geopolítica regional para evaluar la factibilidad o no
de potenciales sanciones de tipo político, económico, y jurídicas sobre la
República Dominicana.
Y para esto, no vamos a
partir de la sentencia 168, o sobre si el Estado dominicano será llevado
nuevamente ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sino
hacerlo sobre el posicionamiento de Haití en la geopolítica regional y su
relación con los Estados vecinos, y a su vez, la relación de éstos con la
República Dominicana.
A partir de este enfoque,
podemos ver los intereses que subyacen detrás de todo el cerco
político-diplomático que abogan desde Haití y desde algunos Estados insulares
del Caribe contra la República Dominicana, así como también aquellos que en el
plano interno promueven directa, consciente, o indirecta e inconscientemente
una condena contra el Estado dominicano.
El primer elemento a tomar
en cuenta es que Haití es una nación en crisis permanente que no se vislumbra
al corto, mediano, y largo plazo, una posible estabilización. Estas no son
afirmaciones a la ligera, sino que han sido validadas recientemente por la
señora Sandra Honoré, jefa de la MINUSTAH en Haití , quien reveló la
“preocupación” por el estado actual de la situación interna haitiana.
Asimismo, por el presidente
de Uruguay, José Mujica, que para justificar la retirada del contingente
uruguayo de las fuerzas de la MINUSTAH dijo: “No queremos que (la MINUSTAH, que
depende de Naciones Unidas) se convierta en una especie de guardia
pretoriana…si en 10 años no se logró colaborar para que Haití se valga por sí
mismo, y si en ese tiempo no se alcanzó el objetivo buscado, difícilmente se va
conseguir permaneciendo allí. Es mejor que los haitianos asuman su propia
responsabilidad.” El Presidente Mujica discutió
este tema con la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, quien según el propio
Mujica, coincide con esta posición.
Estas aseveraciones del
mandatario uruguayo son sintomáticas de la visión geoestratégica que se tiene
sobre Haití a nivel regional. Solo esta semana, se han registrado fuertes
movilizaciones contra el Presidente Martelly, pidiendo incluso su destitución. A esto hay que agregar desde el punto de vista
de la política interna haitiana, la presencia del ex presidente Jean Bertrand
Aristide, quien junto a su movimiento político Fanmi Lavalás, está esperando el
momento oportuno para intentar retomar las riendas del poder en Haití.
Aristide es una pieza clave
del ajedrez político haitiano, que es visto con suspicacia por naciones como
los Estados Unidos de Norteamérica, Francia o Canadá, debido a su forma de
gobernar y a los fuertes vínculos con el narcotráfico que su entorno tuvo o
tiene. Así se puede colegir, luego de que el ex presidente Aristide fuera
depuesto por segunda vez en el 2004 y enviado a un exilio lejano en Sudáfrica,
y a su vez, por los procesos judiciales contra varios miembros cercanos a él en
las cortes del Distrito Sur de la Florida por acusaciones de narcotráfico y
lavado de activos .
Visto esto, es necesario
preguntarse: 1) ¿Es Haití un jugador estratégico dentro del tablero geopolítico
tan importante que implicaría aislar a la República Dominicana por
supuestamente “desnacionalizar a dominicanos de ascendencia haitiana”?; y 2)
¿Los intereses geopolíticos y geoestratégicos de los países que tienen
influencia en Haití y en República Dominicana, supeditan a la intensa campaña
de descrédito internacional a la cual está sometida RD?
Haití como Estado ha
colapsado, como lo muestran los indicadores mencionados en un artículo que escribimos
anteriormentepara el Hoy (Haití: ¿Una Amenaza Regional?), o como lo muestra el
Índice de Estados Fallidos de 2013 elaborado por el Fund for Peace y la revista
Foreign Policy. Esta situación ha llevado a repensar el rol de la MINUSTAH y la
viabilidad de la reconstrucción del Estado haitiano al largo plazo.
No vamos a mencionar cada
uno de los países que tiene intereses en Haití y en RD por razones de espacio,
pero tomando los ejemplos de Brasil y Venezuela, se puede inferir y comprender
la dinámica geopolítica y la relación triangular entre Haití-RD y los Estados
vecinos.
Brasil, que es el principal
contribuyente de las fuerzas de la ONU, está adoptando políticas de contención
a la inmigración ilegal haitiana por un lado, y regularización a su ya de por
sí creciente población de haitianos en tierra brasileña. Tan solo en el 2012,
Brasil recibió un flujo de 10 mil haitianos, y en el 2013 un promedio de 600
mensuales, generalmente siguiendo la ruta Ecuador-Perú.
Asimismo, Venezuela, que
bajo la conducción del fenecido presidente Hugo Chávez, se negó a formar parte
de la MINUSTAH y deploró la caída del gobierno de Aristide, ha mantenido una
línea de cooperación hacia Haití a través de Petrocaribe, acuerdo al cual
pertenecemos, y del cual existe una propuesta para sacarnos hecha por el primer
ministro de San Vicente y Granadinas, como represalia por la Sentencia 168.
Esta propuesta debe caer en
saco roto, dado que Venezuela tiene intereses geoeconómicos más importantes en
RD, como lo es la inversión cuantiosa que ha hecho en la Refinería Dominicana
de Petróleos (Refimdosa), y los créditos por concepto de la factura petrolera.
En adición, de que quienes presentan como algo agradable a los ojos de
Venezuela el argumento de una posible condena a la RD por ante la CIDH, están
lejos de entender los elementos que conforman la política interna y externa
venezolanas.
Tan solo basta recordar que
Venezuela, siguiendo el camino de Trinidad y Tobago, que se retiró de la CIDH
en 1999 para poder seguir aplicando la pena de muerte, se retiró este año de la
CIDH aduciendo que en esa corte “…han fallado de forma parcializada a favor de
corruptos, terroristas; han pretendido ordenar que cambiemos nuestra
legislación”, así como también, según palabras del Canciller venezolano, Elías
Jaua, la CIDH es un“sistema absurdo” por lo que el gobierno venezolano “abogará
por la creación de un organismo nuestro americano que contribuya a garantizar
los Derechos Humanos en la región sin tutelajes injerencistas” .
La posición venezolana
sobre la CIDH es seguida de cerca por los gobiernos que conforman el ALBA, por
lo que no es de extrañar que Bolivia y Ecuador hayan expresado su escepticismo
hacia esta corte y la posibilidad de salirse también. A su vez, dentro de este
marco, se puede comprender la posición del gobierno de Nicaragua en el seno de
la OEA durante la reunión celebrada en Washington en fecha reciente para
debatir la Sentencia 168.
Por consiguiente, antes de
abocarse a lanzar “juicios prematuros” de condenas y bloqueos internacionales
contra la República Dominicana, como consecuencia de la Administración Medina
de acoger la decisión del TC, es importante conocer cuales son las posiciones
de Brasil, Venezuela, Cuba, Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, España,
la CELAC, el ALBA, el SICA, entre otros países y entidades internacionales
hacia Haití en general, y sobre la dinámica geopolítica y geoestratégica en el
Caribe en particular.
Y es que la geopolítica hay
que entenderla sin las pasiones que llevan a la ideología a sesgar nuestro
juicio, sino más bien como la ha caracterizado el principal patrocinador de la
Open Society Institute, George Soros, institución que forma parte de la campaña
sistemática contra la República Dominicana: “…la geopolítica, significa el
interés nacional, que no coincide necesariamente con los intereses de las
personas que pertenecen al Estado.” O como dijo el ex secretario de Estado
norteamericano, Henry Kissinger en su obra monumental La Diplomacia: “los
Estados no tienen principios, si no sólo intereses.”
De la misma manera, cada
uno de los Estados que tiene relaciones con Haití y RD, antes de una “condena a
priori” procederán a ponderar sus intereses en suelo dominicano, especialmente
económicos, como los que tienen Brasil a través de multinacionales de la
construcción e infraestructura, Venezuela a través de la Refimdosa y
Petrocaribe, y los EEUU y la Unión Europea en el campo del comercio y las
inversiones en el sector turístico. Les agrade o no a las personas que adversan
o apoyan el fallo del TC, c’est la géopolitique.
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El autor es profesor de
Derecho y Relaciones Internacionales
de la Pontificia
Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM)
Twitter: @mvjavj Correo:
manuelalejandro.valerio@gmail.com
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