La UASD ahora



Puede ser que en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) se esté incubando un gran cambio, y no deseamos equivocarnos. No lo advertimos por la ejemplar expulsión de empleados revoltosos que propiciaban desórdenes, sino por un elemento interesante que destaca el periódico “El Universitario”, el crecimiento de la matrícula estudiantil en los últimos dos períodos académicos.

El año pasado, esa academia registraba 180 mil 373 estudiantes, y ahora tiene una matrícula de 198 mil. El periódico lo atribuye a la confianza que generan las autoridades bajo la rectoría de Emma Polanco.

Una alta concentración estudiantil que tiene sus bemoles, pues por las estrecheces de todo tipo tienen que acoger hasta 50 estudiantes por secciones, o por profesores, lo que duplica la media de la mayoría de las academias con adecuados estándares de calidad.

La UASD sigue impartiendo las carreras tradicionales, con las mayores demandas en Educación, por los incentivos que vienen recibiendo los profesores en el sistema público de enseñanza; Medicina, Psicología, que también califica para la educación pública, y Contabilidad.

En estos tiempos, la UASD debe actualizar sus paradigmas y búsqueda de horizontes. Su rectora Polanco parece persuadida de esa necesidad. El Consejo Universitario declaró este año como de la “Vinculación UASD-Estado-Sociedad”, con el propósito de fortalecer los nexos con la sociedad en sus más variadas dimensiones. Para alcanzar ese propósito debe avanzar en los procesos de transformación interna, centrados mayormente en la adecuación de los programas de estudios con la demanda de la sociedad y las tendencias que nos impone un mundo cambiante, a las cuales hay que adecuarse rápidamente para ser competitivos.

Satisface que la rectora se plantee la necesidad de renovar las políticas de ciencia, tecnología e innovación, de modo que esa institución se convierta en un centro de creatividad, que genere capacidades para estos tiempos, útiles al aparato productivo y a la amplia gama de servicios nuevos que demandas profesionales calificados.

Una universidad que se atreva a avanzar con esa visión, preservando su política de apertura para todos, puede contribuir al progreso dominicano. El Estado debe valorarlo, y asociarse a una gestión que desea provocar un gran cambio.

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