Culto a la personalidad



Por ANULFO MATEO PEREZ

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Se ha comprobado históricamente, que a jefes de Estado o líderes políticos a quienes se les ha rendido culto han tenido una niñez y/o adolescencia tormentosas, que lo han marcado en la esfera psicológica, predominando luego la crueldad, megalomanía, frialdad afectiva y el afán por la concentración de poder.

Su vocación despótica es una constante; sometidos en su infancia a rigores materiales y emocionales, afectando su carácter; inicio y finales de sus días han terminado siendo igualmente traumáticos.

Adolfo Hitler (1889-1945), conocido como el Führer (líder) y autor del holocausto, dirigió Alemania en el totalitarismo (fascismo), inspirado en el expansionismo en Europa, fracasando en su empeño.

En la niñez era golpeado a menudo por su padre, Alois Hitler, quien padecía de alcoholismo. “En cuanto a mí, conté silenciosamente los golpes del palo que azotaba mi trasero”, habría confesado a Traudl Junge.

Iósif Vissariónovich Dzhugashvili -Joseph Stalin- (1878-1953), dirigió la URSS (1941 y 1953), y haciendo “honor” a su  “nombre” Stalin (hecho de acero), gobernó con mano dura, acosando hasta a sus camaradas.

Stalin, hijo de siervos  georgianos; entre sus allegados más cercanos era conocido como "Sosó" o "Koba";  fruto de una familia disfuncional, cuyo padre Vissarión Dzhugashvili (Besó), era alcohólico como Alois Hitler.

En los casos de Mao Tse Tung (1893-1976), Kim Il Sung (1912-1994), Ho Chi Minh (1890-1969)… aunque se advierte culto a la personalidad, es parte de su cultura milenaria y regímenes dinásticos precedentes.

Mao, Kim y el tío Ho encabezaron las luchas de sus pueblos por la liberación y la fundación de estados soberanos orientados hacia el bienestar colectivo, dejando atrás el látigo de tiranos e invasores.

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