Cambio radical




En lo relacionado con el Estado, Gobierno, poder constituido vigente… aquí hay que cambiarlo todo. A eso llamamos cambio radical, que no es simplemente cambiar PLD por PRM, cáscaras de un mismo palo carcomido. ¿Por qué así?

El Estado está corrompido. Los partidos tradicionales también. Sus estructuras se han convertido en partidocracia vividora de la política como negocio y reparto, con afiliados y electores transformados en clientela.

A la luz del agravamiento de la crisis sanitaria y desplome de la economía, la clase dominante-gobernante (incluyendo Gobierno-PLD, candidato oficialista y Bloque Opositor-PRM-Abinader) y el poder imperial de EEUU, está decidida a darle continuidad a este Estado y esta Constitución neoliberal para volcar sobre el pueblo el peso de esta multi-crisis; y por esa razón les importa realizar votaciones con pandemia, con tal de quedarse o subir al gobierno para hacer lo mismo que han hecho durante 50 años.

 

Por eso, en el marco de esta institucionalidad corrompida, adicta al neoliberalismo y la corruptela, las elecciones de julio serían inservibles (cualesquiera sean los ganadores) para superar esta crisis en función de las necesidades de nuestro pueblo.

En esas circunstancias es previsible que en la medida se despeje el pánico que acompaña a la covid-19, crecerá la indignación y rebeldía de un pueblo sometido a crueles privaciones generadas por la nuevas recetas auspiciadas por FMI, Banco Mundial y oligarquía capitalista local y mundial.

Entonces, para comenzar a arreglar esto, debe creare una situación de protesta generalizada, en la que el sistema institucional no pueda seguir funcionando normalmente por el rechazo activo y masivo de gran parte de la sociedad; lo que requiere que el pueblo haga conciencia de su poder, soberanía y capacidad para cambiarlo todo, con los medios a su alcance.

Esa es la vía de la democracia de calle, la cual hay que ejercer cuando -como sucede ahora- no hay ni democracia institucional, ni electoral, ni social.

Sólo por esa vía el poder o contra-poder popular forjado en combate y ejerciendo funciones destituyentes, podría convertirse en Poder Constituyente, creador en Asamblea Constituyente Popular y Soberana de una nueva Constitución programática, nuevas instituciones y nuevas reglas de juego; creadas con el protagonismo de las fuerzas políticas y sociales del cambio radical.

A la ruptura o colapso del poder constituido -a lo que es imposible ponerle fecha- le debe seguir un nuevo gobierno provisional que representando el liderazgo creado al calor de las luchas, paute la continuidad del Proceso Constituyente y enfrente las urgencias populares-nacionales con un profundo sentido de justicia.

 

 

 

 

 

 

 

 


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