¿Por qué es tan perjudicial la fructosa?

La fructosa de las frutas naturales no ocasiona daños a la salud./Shutterstock
El cuerpo la convierte en
grasa, que luego se acumula y ocasiona diversos problemas de salud.-
La fructosa es la sustancia que proporciona de forma natural dulzura a las frutas y es uno de los componentes del azúcar, el edulcorante más usado hoy en día.
Pero detrás de su
apariencia dulce, la fructosa añadida artificialmente esconde una multitud de
efectos indeseados que perjudican seriamente nuestra salud. ¿Quieres
conocerlos?
No existe una necesidad
fisiológica de consumir fructosa y, de hecho, nuestro organismo no puede
producirla y solo un órgano es capaz de metabolizarla: el hígado.
Por eso, cuando ingerimos
fructosa en pequeñas cantidades, el hígado la descompone en glucógeno que es
utilizado como reserva de energía. Pero cuando la cantidad de fructosa ingerida
es muy grande, el hígado comienza a saturarse y, en lugar de convertir la
fructosa en glucógeno, la convierte en grasa que tiende a acumularse en el
cuerpo y ocasiona diversos problemas de salud.
Peligros
de la fructosa
Aumenta
la resistencia a la insulina
Tal y como he mencionado
anteriormente, al consumir fructosa en exceso, provocamos una saturación del
hígado que deriva en una transformación de fructosa en grasa, la cual se
acumula en el hígado y produce:
Un aumento de los
triglicéridos.
Una disminución de la
sensibilidad a la insulina.
La aparición de
resistencia hepática a la insulina.
La resistencia a la
insulina consiste en la incapacidad de la hormona insulina de hacer llegar la
glucosa a las células, como consecuencia, la glucosa permanece en el torrente
sanguíneo y se produce un exceso de segregación de insulina para intentar
regular la presencia de glucosa en sangre. Esta situación aumenta el riesgo de
diabetes, obesidad, síndrome metabólico y enfermedades cardíacas.
Aumenta
la resistencia a la leptina
Niveles elevados de
insulina pueden influir negativamente en la producción de leptina, una hormona
encargada de informar al cerebro de que nuestras reservas de grasa están llenas
y no es necesario seguir ingiriendo calorías, y viceversa.
Si la leptina no funciona
correctamente, no existe un mecanismo que regule el peso corporal y el riesgo
de obesidad aumenta. Un aumento de triglicéridos también puede inhibir la
acción de la leptina.
Incrementa
el riesgo de hígado graso
La saturación del hígado causada
por el consumo excesivo de fructosa puede ocasionar la aparición de enfermedad
de hígado graso, también conocida como esteatosis hepática.
La fructosa convertida en
grasa, en lugar de glucógeno, se acumula en el hígado formando grandes
depósitos de grasa que, a largo plazo, derivan en este tipo de enfermedad.
Incrementa el riesgo de diabetes, obesidad y enfermedades cardíacas
El exceso de glucosa en la
sangre aumenta el riesgo de diabetes, el mal funcionamiento de la hormona
leptina aumenta el riesgo de obesidad y los niveles elevados de triglicéridos y
grasa aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas.
¿Es
lo mismo fructosa que glucosa?
La glucosa es también una
forma de azúcar presente en los almidones y en las células de todos los seres
vivos. Esta si es necesaria para el cuerpo,
puesto que constituye la primera fuente de energía de los organismos
vivos, y todas las células de nuestro cuerpo pueden metabolizarla.
La glucosa se desplaza
libremente por el torrente sanguíneo y llega a las células por medio de la
insulina, hormona encargada también de regular los niveles de glucosa en
sangre. Junto a la fructosa, forma parte de dos de los edulcorantes más usados
en la actualidad: el azúcar de mesa o sacarosa y el jarabe de maíz de alta
fructosa.
Nota: solamente la
fructosa añadida artificialmente a los alimentos es la causante de estos
riesgos para la salud. La fructosa de las frutas y las verduras no resulta peligrosa.
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