Un Trono diseñado para el Rey

¿Tenemos nuestros corazones preparados para que Jesús reine con total autoridad?
Leyendo el Salmo 51, el versículo 10 captó mi atención. A la vez que meditaba y reflexionaba acerca de este capítulo y de este versículo, me pregunté; ¿está mi corazón preparado para que Dios pueda gobernar y reinar con toda autoridad en mí vida, en mis pensamientos y mis acciones? Esto en realidad me puso a pensar en qué cambios yo tendría que hacer para que Jesús pueda sentirse a gusto en el trono de mi corazón.
Muchas veces nuestros
corazones no están bien mantenidos y podemos acumular una serie de
sentimientos, pensamientos, odios, venganzas, malos momentos y buenos también,
pero no tenemos en orden nuestras ideas ni nuestro corazón.
La mayoría de las veces
está todo desorganizado y desordenado. Dejamos que esas cosas que han pasado en
nuestras vidas reinen en nuestros corazones y no le damos a Jesús el total
control para que Él se siente a gusto en nuestra vida y en nuestro corazón. No
dejamos que Él nos moldee ni que nos sane de toda ruptura que nos ha dañado y nos
sentimos que estamos rotos.
Jesús es especialista en
restaurarnos y sanarnos de toda herida; no solo física sino también en nuestras
emociones y nuestros sentimientos que se han acumulado por años y que no nos
acordamos que sufrimos, pero que están allí ocupando espacio en nuestro
corazón.
Esto es parte de lo que no
tan solo nos impide ser sanados, también nos impide el darle a Jesús la
autoridad de sanarnos; de restaurarnos. Esto me recuerda lo que Jesús nos dice
en Jeremías 29:11, Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el
Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una
esperanza" ¿Si Él lo dice, por qué
no creemos que con Él y en Él, podemos estar seguros y podemos confiar?
Aceptando
la ayuda de Jesús
Cuando permitimos que
todas esas cosas se nos acumulen en nuestro corazón, el proceso de limpieza, de
ordenar y restaurar se torna más difícil y aún más doloroso. Pero Dios en Su
infinita misericordia nos ayuda en el proceso si se lo permitimos. La Biblia
nos dice en Ezequiel 36:26, "Les daré un corazón nuevo y pondré un
espíritu nuevo dentro de ustedes".
Nosotros mismos no podemos
sanarnos ni restaurarnos pero Jesús sí lo puede hacer. Cuando permitimos que
Jesús entre a nuestro corazón, le aceptamos como nuestro único Salvador y le
pedimos que tenga el señorío sobre nuestras vidas y nuestra voluntad, entonces
sucede lo que anhelamos; ser sanados.
El proceso de restauración
del trono de Jesús en nuestro corazón es un proceso de morir a nuestro yo.
Habrá cosas en nuestra vida que son difíciles de sacar pero Jesús tomará el
tiempo de hacerlo porque Él desea un trono limpio. Él desea que podamos correr
hacia Él sin tropezarnos. Él demanda que nada ni nadie tome Su lugar como
nuestro primer amor.
Jesús está listo a que le
devuelvas Su trono. Él está listo para que aceptes el reto de ordenar
cuidadosamente el cuarto de Su trono y permitir que Él tome residencia
permanente. ¿Estás listo TÚ para darle Su debido lugar en tu vida?.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
Publicar un comentarioDefault CommentsFacebook Comments