Una Procuraduría de justicia independiente
POLÍTICA Y CULTURA
tonyraful5@yahoo.com
Todo el proceso acusatorio y
el sometimiento ante los tribunales de la República, a raíz de la caída de la
dictadura de Trujillo de los personajes involucrados en aquella maquinaria
infernal que desgobernó el País, devino en una insuficiencia penal y en una
complicidad vergonzosa de la llamada administración de justicia.
Salvo el sometimiento de los
asesinos materiales de las hermanas Mirabal y de Rufino de la Cruz y el
veredicto de condena, no hay un solo acto de justicia ejecutado en medio de
aquellos juicios endebles e insuficientes, que permitieron la absolución
virtual de los acusados en expedientes mal diseñados, quienes eran señalados
por el rumor público.
La caricatura más vergonzante lo fue la liberación
de los esbirros acusados y condenados de participar en la tragedia del 25 de
noviembre de 1960. Aprovechando la confusión creada por la guerra de abril de
1965, el jefe de la Penitenciaria de La Victoria, excarceló a los asesinos de
las Mirabal, porque dizque acató una orden que le dio por teléfono el fenecido
presidente Héctor García Godoy, quien desmintió ese adefesio.
Los liberados salieron del
país y se reunieron con Johnny Abbes en Haití trabajando con éste durante casi
dos años al servicio de Duvalier. Antes, en plena euforia constitucionalista,
cuando el pueblo armado tomó por asalto la Fortaleza Ozama, y los jóvenes
catorcistas buscaban afanosos a dos de los verdugos de aquel crimen monstruoso,
que estaban detenidos allí, alguien intervino previamente y los liberó.
El agente liberado fue el
hombre que supervisó y dirigió el operativo criminal. Años después, Víctor
Alicinio Peña Rivera regresó a Santo Domingo, desde Puerto Rico donde había logrado
refugiarse y puso en circulación un libro en la Biblioteca Nacional, sin que
las autoridades, lo detuvieran y lo regresaran a la cárcel para cumplir su
condena. Johnny Abbes García, no tenía un solo expediente acusatorio en la
justicia dominicana.
Ni siquiera al ex Presidente
Rómulo Betancourt de Venezuela, quien tenía todas las pruebas de la
participación de Abbes en el atentado del 24 de junio de 1960 cuando hicieron
volar por los aires el carro presidencial donde transitaba Betancourt, le interesó
una orden de captura de ese delincuente y asesino en libertad. Dos altos
oficiales de la Policía Nacional de Trujillo, que mataron personalmente al
ciudadano norteamericano Gerard Murphy, piloto que contratado por Trujillo,
quien trajo al país secuestrado a Jesús De Galindez en 1956, jamás fueron
citados ni sometidos a la justicia.
Papeles norteamericanos
manejados por investigadores del FBI sindican a esos dos oficiales como quienes
mataron a garrotazos en el Cuartel de la Policía a Murphy, y luego desaparecieron
su cadáver.
Lo increíble es que luego de
la revolución de abril, ambos oficiales desempeñaron altos cargos policiales y
militares en el país, recrudeciendo su vocación homicida contra la población. Todas
estas citas, para señalar, que por primera vez en el país existe una
administración de justicia imparcial, impartiendo lecciones éticas, sin estar
subordinada al Gobierno o a intereses nefandos.
Es un acontecimiento cimero
sin precedentes, una Procuraduría independiente, capaz, honesta, que traza
todos los días el camino de la recuperación moral del país, junto al aparato
judicial de la nación y un Gobierno que es columna y sostén de las
instituciones nacionales.
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