Por una Colombia digna ¡Manos a la obra

Por: John Alexander Lastra, Comunicador social- Msc. Negociaciones Económicas
Los resultados de las elecciones
en Colombia marcaron un hito histórico, por primera vez un gobierno de corte
progresista asumirá las riendas del Estado. Gustavo Petro (presidente) y
Francia Márquez (vicepresidenta); el primero destacado político que desde el
Congreso ha denunciado y enfrentado con valentía a las mafias paramilitares y
dignificó sectores populares a partir de la ejecución de políticas
socioeconómicas fungiendo como alcalde de Bogotá; y la segunda, una mujer que
viene de la Colombia profunda, de los territorios sumergidos en la pobreza,
violencia, hambre, exclusión, Francia Márquez es sinónimo de empatía, superación,
admiración, una mujer que con esfuerzos logró profesionalizarse y trabajar por
su querido pueblo de Yolombó en pro de la defensa por la vida y el medio
ambiente.
Ahora bien, el triunfo de Petro
y Márquez trasciende de sus personalidades, es producto de una coalición de
fuerzas democráticas que por años han padecido el asesinato sistemático de
compañeros y líderes sociales, desapariciones forzadas, los falsos positivos,
el narcotráfico, la desigualdad (…)
Por eso, al ver la participación
masiva en las urnas y los resultados de los comicios, generaron que tanto
viejos como jóvenes, o como decía Allende, viejos jóvenes y jóvenes viejos, se
abrazaran con fervor y brotaran lágrimas de felicidad y nostalgia, porque han
sido muchos los colombianos a quienes les han arrebatado su vida por querer una
Patria digna y en paz.
Los bisabuelos de hoy vieron con
tristeza como la oligarquía conservadora asesinó a Jorge Eliécer Gaitán y
exterminó la base liberal decente, los abuelos de hoy con desazón presenciaron
los asesinatos de Jaime Pardo, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo Ossa, así
como el exterminio de la Unión Patriótica, los padres de hoy han presenciado la
estigmatización a las víctimas del conflicto armado y el asesinato sistemático
a líderes sociales. Por eso, en lo personal rechazo la famosa frase “Colombia
estaba dormida”, el país ha estado despierto, pero ha padecido unas mafias que
nos arrancaron generaciones esperanzadoras apunta de plomo. En el marco de ese
contexto, los lectores entenderán las lágrimas y abrazos de los nadies en
Colombia tras los resultados electorales del domingo.
Las expectativas son muchas y se
incrementaron tras el primer discurso del presidente electo de Gustavo Petro,
su llamamiento al diálogo con sectores políticos, bases populares, grupos
armados irregulares abre la puerta de que podamos escucharnos y construir una
agenda que permita la disminución o el cese de tanta violencia en varios
departamentos como el Cauca, Chocó, Nariño, Norte de Santander, sitios donde
los humildes salieron a festejar y llorar de alegría tras el triunfo del Pacto
Histórico.
Indudablemente, la construcción
de esa agenda será conformada por reivindicación de derechos como el acceso a
la salud, educación, trabajo, pensión, lo que conduce a disminuir las brechas
sociales y la violencia, tal y como lo propone el proyecto de Gustavo Petro.
Al mismo tiempo, otro de los
retos es el desarrollo agrícola, el cual pasa por la redistribución de la
tierra, la acumulación de un pequeño sector que cuenta con millones de
hectáreas improductivas y en otras utilizadas para la producción de hoja de
coca, tiene sumergido al país en un atraso y en una etapa de hambruna, sobre
ese tema Petro ratificó su postura del sentar las bases para que Colombia sea
en un futuro una potencia de diversificación agrícola.
Además, el proyecto del Pacto
Histórico tiene la misión de recuperar las relaciones exteriores, no sólo con
Venezuela que es fundamental, sino con el resto del mundo, donde se priorice el
respeto al Derecho Internacional y la Carta Maga de Naciones Unidas, así como
en abrir escenarios para una inversión extranjera que nos aumente las divisas,
pero respetando el marco jurídico nacional.
Debemos entender que Petro
hereda un Estado marcado por la violencia y el narcotráfico, con una política
exterior y de seguridad direccionada desde el Departamento de Estado de Estados
Unidos (EE.UU.) e Israel, por ello, el viraje radical que muchos deseamos no se
dará, pero si se sentarán las bases para el respeto a nuestra soberanía y autodeterminación,
así como la lucha por la preservación del medio ambiente (por eso aplaudí el
mensaje de Petro sobre el papel de Colombia contra el cambio climático) y el
fortalecimiento de organismos regionales, seguramente el país tendrá un rol más
protagonista en la CELAC y quizá, en un hipotético resurgimiento de la UNASUR.
La ilusión es grande, tanto
movimientos populares como partidos políticos progresistas y de izquierda
tenemos la misión de acompañar a nuestro presidente y nuestra vicepresidenta,
todos a aportar en la materialización del plan de gobierno del Pacto Histórico
desde las trincheras de los barrios, de medios de comunicación populares, aulas
de clase (secundaria, tecnológica, universitaria), sectores sindicalistas,
espacios donde también defenderemos este triunfo democrático porque seguramente
la oligarquía narcoparamilitar buscará mediante triquiñuelas destruir lo que
tanto ha costado.
El éxito de esta nueva época que
comenzará desde el 7 de agosto dependerá del trabajo mancomunado de la base
popular, la cual dejará las semillas que en un futuro germinarán en una nueva
cultura política que priorice el diálogo como método de entendimiento y la
defensa irrestricta de derechos sociales.
Merecemos que la dignidad se
haga costumbre, ante este escenario esperanzador recuerdo dos frases de Camilo
Torres: “Dejemos lo que nos divide y busquemos lo que nos une” “La lucha es
larga, comencemos ya”. Así que vamos por una Colombia más humana ¡Manos a la
obra!
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