Se sabía, la delincuencia rebrotaría

Por ROSARIO ESPINAL 08-06-2022 00:06
A mediados de 2021 escribí sobre
la necesidad de que el Gobierno se prepara para responder al rebrote de
delincuencia que se produciría una vez se reabriera la economía y terminara el
toque de queda.
Se sabe, la delincuencia no es
nueva en la República Dominicana. De hecho, la pandemia dio un receso. El
cierre de la economía redujo la actividad delincuencial porque la gente estaba
encerrada en sus casas, había pocos transeúntes y vehículos en las calles, y
los policías y militares custodiaban para aplicar el toque de queda.
Incluso los mismos agentes
policiales y militares vinculados a la delincuencia enfrentaban dificultad para
actuar porque hubiesen sido los principales sospechosos en medio del toque de
queda.
Por eso, además de controlar la
propagación de la COVID, el toque de queda ayudaba a prevenir la delincuencia.
Pero había que volver a la
normalidad sin restricciones de horarios y movilidad, y ahí estamos desde fines
de 2021.
En la República Dominicana siempre
ha habido escasez de datos sobre la magnitud de la delincuencia callejera
porque muchas personas no reportan los incidentes a la Policía por la
desconfianza en los agentes.
Para tener una idea aproximada
del problema se han utilizado encuestas de opinión pública que indagan sobre
experiencias directas con actos delincuenciales y la percepción de la
ciudadanía.
En esas encuestas se ha
constatado que la percepción de inseguridad tiende a ser mayor que la realidad
delincuencial porque el temor se produce no solo en las víctimas, sino también
entre quienes se enteran.
El termómetro político es la
sensación generalizada de inseguridad e impotencia que se genera a partir de la
ocurrencia de actos delincuenciales que resuenan en el país. Ese sentir (que no
es percepción irreal) se ha disparado últimamente.
¿Por qué hay un rebrote de la
delincuencia? Seis factores me parecen fundamentales.
Primero, la reapertura de la
economía y el fin del toque de queda trajo de nuevo a las calles a los
delincuentes de oficio que habían estado confinados como el resto de la
sociedad.
Segundo, la reapertura también
trajo a las calles a toda la población, habiendo así más víctimas potenciales.
Tercero, el narco y el
microtráfico se han recuperado junto al resto de la economía.
Cuarto, aunque se han recobrado
muchos empleos, las estadísticas laborales muestran que muchos de esos empleos
son informales; o sea, hay una mayor precarización del trabajo en un país de
grandes desigualdades históricas. Ojo: la desigualdad es mejor predictor de la
delincuencia que la pobreza en sí.
Quinto, aunque no hay datos
precisos, es de suponer que durante la pandemia un segmento de jóvenes abandonó
las escuelas y universidades y podrían estar ahora tentados a recurrir a la
delincuencia como medio de vida.
Sexto, el deseo de riqueza
desborda y vivimos tiempos de limitaciones.
Lanzar policías y militares a
las calles puede ser un tranquilizante temporal, pero no es solución duradera
al problema.
Hoy el país está de luto por el
vil asesinato del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera. Paz a su alma
y consuelo a su familia
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