EE.UU. y el orden internacional basado en sus (siempre excepcionales) normas
Carmen Parejo Rendón
Durante los últimos treinta años las relaciones internacionales han estado secuestradas por las arbitrariedades de un 'sheriff' corrupto.
"En este momento nos enfrentamos a dos potencias globales,
China y Rusia, cada una con capacidades militares significativas, y ambas
tienen la intención de cambiar el orden actual basado en reglas", declaró,
en junio de 2022, el jefe del Estado Mayor Conjunto y máxima autoridad militar
en EE.UU., Mark Milley, ante un grupo de cadetes en la Academia Militar de West
Point, en Nueva York.
Sin embargo, esta no fue la primera vez que escuchamos a
representantes de EE.UU. hablar de ese orden internacional basado en
"normas" o en "reglas". Ni tampoco ha sido la última.
Quizás sería importante conocer a qué se refieren con ese mundo basado en
reglas.
Término a conveniencia
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, fue
más específico cuando se refirió al "principio de que un país no puede
cambiar las fronteras de otro por la fuerza. El principio de que un país no
puede dictar las decisiones o políticas de otro". Esta afirmación de
Blinken podría hacer sonrojar al más despistado en cuestiones de relaciones
internacionales de los últimos años si recordamos los casos de Yugoslavia,
Libia, Siria, Venezuela o Cuba, entre muchos otros. Pero vayamos más allá de
palabras.
¿Cuál ha sido y es la actuación de EE.UU. respecto al
derecho internacional, a los acuerdos suscritos con otros Estados y en sus
relaciones internacionales en general? ¿Cómo se somete EE.UU. al mundo basado
en "normas" que dice defender?
Es curiosa la apelación al principio de "no
injerencia" cuando la norma, la verdadera norma de EE.UU., ha sido
utilizar una y otra vez mecanismos de injerencia en asuntos internos de otros
países para garantizar su propia hegemonía. A veces, las menos, bajo el amparo
de Naciones Unidas. La mayoría, de forma completamente unilateral.
¿Cuál ha sido y es la actuación de EE.UU. respecto al
derecho internacional, a los acuerdos suscritos con otros Estados y en sus
relaciones internacionales en general? ¿Cómo se somete EE.UU. al mundo basado
en "normas" que dice defender?
Y si algún organismo cuestionaba este proceder, EE.UU.
simplemente se limitaba a desconocer a dicho organismo o a sancionar a miembros
de estos organismos. Así fue el caso de lo ocurrido con la Corte Penal
Internacional (CPI), cuando tras el interés del tribunal en investigar los
crímenes estadounidenses ocurridos en Afganistán, en 2020, el Gobierno de Donald
Trump (2017-2021) decidió retirar la visa e imponer sanciones contra los
investigadores y el fiscal encargado del caso.
Debemos señalar que EE.UU. nunca firmó el Estatuto de
Roma (la base legal de fundación del Tribunal). Sin embargo, hasta ese momento
nunca había ocurrido que miembros de este tribunal se vieran castigados por
ejercer sus funciones. Finalmente, la CPI decidió que iniciaría sus
investigaciones al respecto de Afganistán, pero dejando al margen de la
indagatoria las acciones estadounidenses.
Republicanos y demócratas: complementarios
Durante la Administración de Trump, EE.UU. se salió de
manera unilateral de múltiples acuerdos y organismos. Dejó de financiar la
Organización Mundial de la Salud (OMS), se salió del Acuerdo de París contra el
cambio climático, de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco) y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU,
entre muchos otros. Con la llegada de Joe Biden, EE.UU. volvió a financiar la
OMS y a integrar el Acuerdo de París. Sin embargo, no ocurrió así en todos los
casos.
Un caso significativo es el acuerdo nuclear con Irán,
llamado Plan de Acción Integral Conjunto (PIAC), que fue firmado entre EE.UU.,
Reino Unido, Francia, Alemania, la Federación Rusa, la República Popular China
y la República Islámica de Irán. Dentro de la lógica de la política de máxima
presión económica contra el país persa durante el Gobierno de Trump, EE.UU.
salió unilateralmente del acuerdo en 2018 e impuso nuevas sanciones económicas
contra Irán. Desde entonces, los socios europeos del acuerdo han tratado de
buscar alternativas para burlar las sanciones estadounidenses sin éxito. Con la
llegada de Biden a la Casa Blanca, el presidente demócrata, que era
vicepresidente durante la firma del acuerdo en 2015, prometió volver al PIAC,
lo que implicaba anular las sanciones impuestas a Irán.
La máxima presión contra Irán se mantiene y vemos una vez
más cómo los socios europeos de EE.UU. se someten a los intereses de su socio
norteamericano, incapaces de poder abordar una política internacional propia.
La Administración de Biden trató inicialmente de
modificar las condiciones del acuerdo, y desde entonces, ha boicoteado todas
las mesas de negociación entre las partes que aún se encuentran integradas,
negándose, entre otras cosas, a eliminar esas medidas coercitivas unilaterales
impuestas al país persa, lo que hace sospechar que esa política implementada
por Trump finalmente ha resultado útil también a la estrategia de Biden. Y de
la aparente oposición entre ambos podemos ver también cierta complementariedad.
La máxima presión contra Irán se mantiene; y más aún, vemos una vez más cómo
los socios europeos de EE.UU. se someten a los intereses de su socio
norteamericano, incapaces de poder abordar una política internacional propia.
"La retirada de EE.UU. de un tratado clave de la
Guerra Fría desata el temor a una carrera armamentística" señalaba el
titular del diario El País, el 2 de agosto de 2019. Se refería al Tratado sobre
Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés). El
medio español señalaba entonces que Washington ya tenía en sus planes realizar
nuevas pruebas ese mismo verano de misiles prohibidos por el INF. A su vez,
destacaba la apuesta estadounidense por romper con estos "viejos
acuerdos" para consolidar nuevos que también contengan a la República
Popular China.
Tras la 'crisis de los misiles' en 1962, EE.UU. y la URSS
plantean la necesidad de crear mecanismos de diálogo que ayudasen a evitar que
un error o un malentendido pudiese generar un conflicto nuclear a gran escala.
Hoy por hoy, EE.UU. se desvinculó de manera unilateral del Tratado sobre
Misiles Antibalísticos (ABM) en 2002, del INF en 2019 y del Tratado de Cielos
Abiertos en 2020. Aunque las dos últimas decisiones se pueden vincular
directamente con el Gobierno de Trump, cabe señalar que la Administración de
Biden no ha vuelto a esos acuerdos. De nuevo, más que oposición, vemos
complementariedad entre la política internacional de demócratas y republicanos.
Aunque en tiempo de descuento, Joe Biden aceptó en 2021
prorrogar el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START). Desde
entonces, no se han llevado a cabo ninguna de las 18 visitas que estaban
previstas sobre ninguna de las partes. Sin embargo, la existencia del tratado
en sí se ha presentado como un arma para exigir a la Federación Rusa
inspecciones en su territorio. Moscú considera que en un contexto donde la OTAN
y la Federación Rusa se encuentra en pleno enfrentamiento y sin que se imponga
la exigencia a la otra parte, el mantenimiento de este acuerdo carecía de
sentido. Así, el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció el pasado 21 de
febrero que suspendía la participación de Rusia en este tratado.
Creímos que el orden internacional basado en normas se
refería a los acuerdos y organismos multilaterales entre los distintos Estados;
mientras que el autoproclamado 'sheriff' mundial sólo entendió que es el
sistema por el que se imponen sus normas arbitrarias a todos los demás.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, una regla es "aquello que ha de cumplirse por estar convenido en
una colectividad". En inglés, es diferente el concepto 'rules-based
international order', que se ha convenido que sea traducido como "orden
internacional basado en normas". Así que, por temor a que podamos
interpretar que todo esto no es más que un malentendido por traducción,
aclararé que "norma" no es más que una "regla que se debe seguir
o a la que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades".
La excepcionalidad estadounidense
Quizás el problema es que creímos que el orden
internacional basado en normas se refería a los acuerdos y organismos
multilaterales que han buscado convenios entre los distintos Estados; mientras
que el autoproclamado 'sheriff' mundial sólo entendió que es el sistema por el
que se imponen sus normas arbitrarias a todos los demás.
Para ejemplo de esta concepción al respecto del concepto
fue muy clarificadora la congresista republicana María Elvira Salazar, cuando
declaró recientemente en el Congreso de su país: "Lo voy a decir en
español para que quede muy bien claro a mis amigos argentinos. Su presidenta
[en referencia a la vicepresidenta Cristina Fernández] y su presidente están
haciendo un pacto con el diablo que puede tener consecuencias de proporciones
bíblicas (…) Los EE.UU. no se van a quedar con los brazos cruzados, porque no se
puede tener un aliado que fabrique y exporte aviones militares chinos y que se
los venda a los vecinos".
Volviendo al inicio, parece que cuando Blinken se refirió
al "principio de que un país no puede dictar las decisiones o políticas de
otro", le faltó añadir que su mundo basado en normas contempla la
autoproclamada "excepcionalidad" estadounidense.
En definitiva, solo se podrá construir un mundo basado en
normas, que merezcan llamarse como tal (en el sentido de acuerdos que ayuden a
garantizar la paz y el desarrollo para todos los Estados), en el momento en que
el gran hegemónico de los últimos treinta años acepte que lo más razonable para
todos es que dicha excepcionalidad se desvanezca.
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