Víctimas crueles de guerra Israel/Palestina
Por OSCAR LOPEZ REYESFecha: 16/10/2023
Ocupando nosotros la presidencia del Colegio Dominicano
de Periodistas (CDP), en el 2002, recibimos una comunicación de la embajada de
Israel en la República Dominicana, contentiva de una oferta de becas para que
miembros de la institución se adoctrinaran, durante un mes, en esa Nación
enclavada en Oriente Próximo. Nunca la contestamos porque, cuando rememoramos
su genocidio/infanticidio en Palestina, el texto en nuestras manos brotó con un
olor a sionismo fascista.
Con el apoyo de Gran Bretaña y Estados Unidos, la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ordenó, en
1948, la creación del Estado de Israel en tierras de Palestina. Desde entonces,
millones de sus habitantes han huido o han sido expulsados, y otros han mal
subsistido en campamentos de refugiados de los territorios ocupados,
enfrentados violentamente a Israel y luchando por un Estado independiente,
donde puedan estar en tranquilidad y concordia.
En 1967, Israel triunfó en la guerra de los seis días y
se anexó por la fuerza a Jerusalén del Este, la península del Sinaí egipcio,
Cisjordania y los Altos del Golán sirio. Sus consecuencias han sido funestas,
hasta hoy, como las contiendas de Desgaste entre Egipto e Israel (1968-1970),
la masacre de Munich de 1972 (juegos olímpicos), el conflicto bélico de Yom
Kipur árabe-israelí o del ramadán de 1973 y la interminable disputa sobre el
estatus de Jerusalén y los asentamientos judíos.
La justificación jurídica propietaria y sus reclamaciones
tiene que partir de la guerra árabe-israelí de 1948 y resolución de la ONU de
ese año, y no amparada en la muy enmarañada fundamentación que se pierde en los
laberintos histórico-religiosos. Por un lado, los israelitas argumentan que el
hebreo es el “pueblo elegido de Dios” y que Israel decanta como la “tierra
prometida”, mientras que los árabes se abrigan en los 13 siglos de dominación
musulmana sobre la región Palestina.
En la República Dominicana reside una extensa comunidad
siria, lalestina y libanesa, que ha ayuda, enorme y largamente, a la economía
nacional, y que ha anhelado una solución pacífica a esa controversia, para que
terminen los centros de refugiados, las intifadas (ataques de sorpresa) y actos
terroristas.
Cuatro resoluciones relevantes, dictadas por la Asamblea
General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el itinerario de 65
años, marcan el conflicto israelo-palestino, concernientes a los territorios
palestinos ocupados. Originalmente, este tema fue conocido por este organismo
universal en 1947, que dispuso separarla en dos Estados: uno árabe y otro
judío.
Luego de la guerra de 1948, la ONU conformó la Comisión
de Conciliación para coadyuvar en la búsqueda de una solución concluyente y
ratificó los derechos de los refugiados palestinos a retornar a sus hogares y
propiedades. En 1974 convalidó los derechos inalienables del pueblo palestino a
la libre determinación, la independencia y la soberanía nacionales, y en el
2012 le otorgó a Palestina – con 138 votos a favor, 41 abstenciones y 9 votos
en contra- la condición de Estado observador no miembro en la ONU.
Por más que se proponga, y por más interlocutores que
medien, se ha desvanecido la esperanza de que se logre la coexistencia de los
Estados judío y árabe, en tanto ocurrieron dos acontecimientos dignos de
mencionar: desde el 2009 el Gobierno dominicano reconoció el de Palestina y el
presidente de Estados Unidos, Barack Obama propuso a Israel la creación de un
Estado palestino independiente y soberano.
El 19 de junio del
2011, el presidente dominicano Leonel Fernández Reyna visitó a Palestina, y se
reunió con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, en
su interés de contribuir modestamente con el proceso de paz en el Medio
Oriente.
Además de buscar la cooperación, la gira del presidente
Fernández a Palestina tuvo un objetivo humano, escuchando así a las
organizaciones dominicanas más progresistas que se han pronunciado a favor del
establecimiento de un Estado palestino libre.
De su lado, en
mayo del 2011 el presidente Barack Obama planteó a Israel la creación de un
Estado palestino independiente y soberano, basado en los límites fronterizos de
1967, en el marco de su plan para democratizar el Oriente Próximo y el Norte de
Africa.
A esta propuesta
del presidente Obama de reconocer el Estado palestino, que significó un cambio
dramático de Estados Unidos frente a su aliado tradicional, la coalición
derechista de Israel contestó con indignación y rabia, mientras que una parte
de la Autoridad Palestina respondió con escepticismo y la otra la calificó como
una trampa.
Lo antes descrito
indicó que continuaría el foco de tensión, por la intransigencia de Israel
basada en su poderío militar, y que la inmensa mayoría de los miembros de las
Naciones Unidas se inclinan por la la creación del Estado palestino.
Para lograr ese objetivo, o sea, que Israel abandone los
territorios invadidos, la mayoría de las naciones tendrán que aislar
diplomáticamente a los sionistas agresores y más adelante decidir medidas de
mayor envergadura.
Pero, mientras el hacha va y viene, ha venido la
embestida armada de Hamás contra Israel, en un craso error, y la contraofensiva
de los sionistas puntea como un filón para la reflexión filosófica, y para
repetir refranes y proverbios ampliamente conocidos: “dar una cucharada de su
propia medicina” (palestinos a Israel), “ojo por ojo y diente por diente”
(Israel a los palestinos) y “pagar con su misma moneda”, aplicado a ambos.
Si repugnante ha sido el ataque de Hamás, también
repudiable ha sido el contraataque de Israel: muertos, heridos, mutilados y
traumatizados de ambos lados. Si uno es malo, el otro también. En los dos
territorios se siente y se sentirán los efectos adversos de la guerra:
violación a los derechos humanos, escasez o ausencia de alimentos o crisis
humanitaria; inseguridad y amenazas, desplazamientos, refugiados y
desintegración familiar; contaminación del agua, el aire y deforestación;
trastornos de la economía con dimensión global y cambios en las relaciones de
poder.
Cuando grupos
religiosos y otros se manifiestan en favor de Israel, están validando la
barbarie, y actuando fanáticamente, sin razonamientos. No rezan u oran por la
paz, sino por la continuación de la masacre de Israel contra la indefensa
población palestina.
Al margen de las deplorables abominaciones del movimiento
de resistencia, integrado por islámicos milicianos yihadistas Hamás, que no
representa a la colectividad árabe y sí denigra la brega por la expulsión de
los judíos y ha ofrecido la oportunidad a Israel para barrer militarmente en
Palestina, tenemos que renovar votos por la justicia, la libertad y la paz.
La razón, la emancipación y el sosiego comienza a
conseguirse con el cese al fuego -reclamado por más del 90% de los palestinos-
y con el cumplimiento de los múltiples acuerdos suscritos entre las partes, que
no han sido observados por Israel, con la complicidad de Estados Unidos.
Publicar un comentarioDefault CommentsFacebook Comments