Junto a Palestina ocupada nos coloca la dignidad…
Por LILLIAM OVIEDO
«Manifestar cualquier muestra de apoyo al pueblo
palestino se está convirtiendo en estos días en un acto susceptible de ser
considerado delito en varios países europeos como Alemania, Francia y Reino
Unido», informa el portal español Público.
Los estrategas al servicio de Europa y de las grandes
potencias europeas se proponen evitar que la acción palestina encabezada por
Hamas ocurre tras 75 años de invasión, expulsión y numerosos actos de masacre.
El gobierno fascista de Benjamín Netanyahu y el propio
Estado de Israel son asesinos de niños, de jóvenes, de mujeres y de civiles en
sentido general. Basta consultar las estadísticas.
La prensa que ahora reduce la situación a un conflicto
entre Israel y Hamas, desconociendo incluso la ascendencia popular de Hamas,
presenta como episódica cada acción donde se derrama sangre palestina y ha
desbordado los calificativos para la respuesta palestina. Eso es manipulación
de la peor especie.
En términos reales, Estados Unidos mueve portaaviones y
destructores para Israel e intenta controlar la llamada `opinión pública` y la
acrisolada Europa alimenta la guerra y llega a violar sus propias leyes
(difícil pronunciar en este escenario la palabra principios). Israel dispara
también hacia el territorio de Siria. ¿Se puede medir la dimensión y el alcance
del escenario de guerra?
Los sectores dominantes pueden distorsionar la narrativa,
pero no pueden borrar la historia, que, en realidad, la hacen los pueblos.
En Alemania y Francia, al impedir manifestaciones y
prohibir el uso de símbolos de identificación con la causa palestina, son
violados los artículos 11 y 12 de la Carta de Derechos Fundamentales de la
Unión Europea. En Gran Bretaña, la violación a los acuerdos internacionales
básicos sobre libertad de expresión y de asociación ha merecido varias veces la
atención de la ACNUDH (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos
Humanos).
Llama la atención la lenidad de los organismos
internacionales ante las violaciones de derechos en los países desarrollados.
¿Cuáles sanciones han sido impuestas a Gran Bretaña por su controvertida Ley
sobre Orden Público, que criminaliza la protesta? ¿Quedará impune la acción de
ordenar a la Policía británica considerar delito la exhibición de la bandera
palestina? No hubo sanciones por los cientos de detenciones en protestas contra
la monarquía cuando se colocaba en el trono al rey Carlos III.
¿Qué harán la ONU y los organismos de dirección de la
Unión Europea ante el impedimento en varios países de las expresiones de apoyo
a la causa palestina? Puede producirse una declaración de algún organismo, pero
no habrá sanción.
El viejo sistema político, decadente y podrido, sostenido
en un liderazgo caduco y ridículo, proscribe la dignidad.
En ese marco se explica el apoyo de Estados Unidos a
Israel. Los portaaviones en el Mediterráneo portando cazas y destructores, ¿no
son, acaso, una muestra de que las armas de las grandes potencias son
utilizadas en el intento de borrar del mapa a Palestina? Esas armas son para
garantizar la continuidad del saqueo en la zona, para servir al sionismo
racista y a las más burdas manifestaciones del neofascismo.
Se han asociado para el asesinato selectivo y otros
crímenes en cualquier zona del mundo la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y
el terrible Mossad (de Israel), por la relación entre las industrias de
armamentos y las corporaciones de saqueo de ambos países y el papel de `lunar
yanqui que desempeña Israel en Oriente Medio. Esto es inocultable.
Lo justo, aunque esté prohibido
En América Latina, los gobiernos de México y Chile se han
pronunciado intentando distanciarse de Hamas y haciendo concesiones a Israel.
¡Gabriel Boric y Andrés Manuel López Obrador olvidaron quién es el invasor! Eso
da vergüenza. Los gobiernos de Ecuador y de Uruguay, como otros con el mismo
sello, se han pronunciado en apoyo a Israel. Nada distinto podría esperarse de
Luis Lacalle y de Guillermo Lasso, derechistas y serviles. Sobre Alberto
Fernández, presidente de Argentina, hay que recordar su postura ante la
operación militar rusa sobre Ucrania. Cabe la indignación mas no la sorpresa.
Tras el inicio de la jornada de resistencia palestina el
7 de octubre (Tormenta de Al Aqsa) gobiernos serviles y organizaciones
financiadas por agencias imperialistas levantan la bandera de Israel como si
fueran relatos de ficción las masacres en los territorios ocupados. De manera
similar se han prestado a prohibir la difusión del arte ruso (plástica,
pintura, música, literatura…) en apoyo a los grupos fascistas y fascistoides
que controlan Ucrania y que tienen como representante ante el mundo a Volodímir
Zelenski. ¿Hasta dónde llegarán en la obediencia?
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las
Naciones Unidas, reunida en Nueva York, con 33 votos a favor, 13 en contra y 10
abstenciones, aprobó la Resolución 181, que instala el Estado de Israel en
tierras palestinas y despoja a Palestina de una parte importante de sus
recursos hídricos.
En 1967, mediante la Guerra de los Seis Días, que en sus
Memorias Lyndon B. Johnson relata al estilo de una jornada medieval de
conquistas, Israel se adueñó de la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este (incluyendo
la Ciudad Vieja) y los Altos del Golán. El poder hegemónico apadrinó esas
conquistas y hoy envía portaaviones para preservarlas.
De ahí el compromiso del poder mediático en presentar
como terrorista al grupo Hamas y como potencial invasor al invadido pueblo
palestino, al cual el orden político vigente no le reconoce el derecho a
recuperar sus territorios, a retomar sus recursos acuíferos y ni siquiera a
defender a sus niños y al resto de su población.
Ese poder define como democráticos a los gobiernos que
responden con represión a la solidaridad con el pueblo sometido, el pueblo al
que el invasor impone restricciones para el acceso a bienes y servicios y hasta
para el tránsito… Presenta también como sensatos a los dirigentes que recomiendan
mantener una neutralidad que no es sino identificación con el invasor… La
ilegitimidad del poder se ve de lejos y la razón de los pueblos se impone.
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