Achicando el Estado
Eficientizar y ahorrar es
una tarea compleja pero no imposible, aun si se trata de recursos públicos,
sobre los cuales muchos creen que es dinero para gastarlo sin control y que el
resultado es lo que menos importa.
El costo de la burocracia
oficial ya no aguanta más, no importan los niveles de crecimiento que acuse la
economía dominicana. No es posible seguir gobernando un déficit anual sobre el
tres por ciento del PIB mientras se incrementa una nómina de casi 650 mil
empleados.
No cabe ninguna duda de que
el momento –desde hace tiempo diría yo- demanda apretarse el cinturón. Pero de
verdad. Es un sacrificio de todos y por todos.
Y digo que el momento es
propicio porque, primero, no estamos en un proceso político-electoral, que es
uno de los escollos que tienen gobernantes y políticos, para tomar medidas
odiosas para no poca gente, pero necesaria para la sanidad de la sociedad en
general.
Hay que ser valiente, lo
digo sin tapujos, para tomar medidas como las de restricciones económicas
–cerrar las nóminas, restringir los gastos, despedir personal, etc.- pero
obligatorias si queremos sinceramente reorganizar el Estado, hacerlo funcionar,
efectivo.
Porque si el gobierno está
casi listo para presentar una reforma fiscal y tributaria, que se entiende
provocará restricciones en las economías de la generalidad de la gente, en
especial de los de clase media, media alta y media baja, es precisamente la autoridad,
el Estado, el que debe dar el ejemplo.
Ojalá, esperamos, estas
restricciones anunciadas se cumplan en el tiempo, porque no es la primera vez
que se dictan programas de austeridad, que se diluyen en el tiempo.
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