Poder y genuflexión
Por ANULFO MATEO PEREZ
Según la mitología griega, Saturno, Dios del tiempo, se fue comiendo uno a uno a sus hijos por miedo a que lo destronaran; en la romana, Saturno era el antiguo Dios de la Agricultura, por esa condición mítica, siempre se le ha representado con una hoz.
También era el Dios del
Tiempo, en la edad de oro.
En nuestra realidad
nacional, no se trata de que el miedo obligue a que el “padre imperial” devore
a sus hijos o súbditos por ningún temor, sino porque es conveniente a sus
intereses económicos y geopolíticos.
El imperio estadounidense no
tiene amigos; mueve sus fichas en el ajedrez político, sacrificando a quien
tenga que sacrificar, si conviene para reafirmar su quimera de un mundo
unipolar, donde tenga la última palabra.
El expresidente de Honduras,
Juan Orlando Hernández, guarda prisión en Estados Unidos, a conveniencia
condenado por narcotráfico, tras servir sin límites durante su mandato a los
viejos halcones de Washington.
El “lobbismo” (más bien,
orden) llevado a cabo por el secretario del Departamento de Estado, Antony
Blinken, para que el presidente Luis Abinader le “abriera fuego” a Venezuela es
el presagio de un cataclismo para nuestro país.
El arrogante imperio
estadounidense, dejando de guardar apariencias, su injerencismo es cada vez más
descarnado y humillante, imponiendo su agenda para desestabilizar aún más a la
República Dominicana y al mundo.
La propuesta para que Rusia
establezca embajada en nuestro país, ¿es un antiemético para las náuseas
provocadas por las órdenes traídas por Antony Blinken al presidente Luis
Abinader?
El plácet al embajador ruso,
quizá no demore mucho en ser otorgado, mientras Washington desde 2021 no se ha
decidido designar uno, ¿será porque entiende que tiene un buen gobernador de
colonia?
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