Desvaríos neofascistas
Por NARCISO ISA CONDE
Además de asumir
apasionadamente su esencia terrorista, los neofascistas se empeñan en minimizar
el cambio climático y la vulnerabilidad social impactada, favoreciendo así el
agravamiento de la crisis ambiental en aras de la expansión del capital.
La depredación ambiental se
torna funcional a una dinámica brutal de expansión del capital, de obtención de
ganancias fabulosas, de sobreexplotación y mal tratos a los seres humanos,
degradación de la Madre Tierra e imposición de desigualdades ominosas.
En su impronta populista,
los neofascistas asumen demagógicamente banderas de las izquierdas relacionadas
con corrupción, la perversión de los políticos tradicionales, los límites
territoriales y marítimos; apelando, con singular, hipocresía a la memoria de
los próceres, héroe y heroínas de la lucha por la independencia, la justicia y
la libertad. Simulan lo que no son.
Para crear confusión,
califican de izquierda, de socialista y hasta de comunista, a un progresismo
que se limita a moderar y administrar la crisis capitalista; sin rebasar el
capitalismo y sin rescatar la soberanía y la moral pisoteadas por los nuevos imperios
y sus socios locales.
Los neofascistas se
aprovechan de los desvíos de ciertos progresismos hacía gestiones de gobierno
con fuertes ingredientes de corrupción y sin transformaciones estructurales
profundas, para atribuírselo a las izquierdas. Incluso meten en el saco
“progresista” hasta a gobiernos de derecha no fascistas.
Asimismo, les atribuyen a
los procesos soberanos, con vocación anticapitalista y antiimperialista, las
limitaciones y penurias provocadas por los bloqueos y las guerras de 4ta. y
5ta. generación desatadas por EEUU contra esos procesos.
El auge del neofascismo es
un producto político-social de esta fase de la crisis capitalista-imperialista,
con modalidades y combinaciones variadas en sus fuentes nutricias, y versiones
de fácil divulgación por diferentes medios. Incluso las fronteras entre las
corrientes fascistoides y las tendencias ultraconservadoras, resultan
extremadamente difusas.
En tanto las plataformas
digitales están bajo el control de las elites capitalistas estadounidenses, las
redes sociales favorecen en lo fundamental al conjunto de ideas que nutren esa
manera de pensar y actuar, en todo lo relacionado con el ejercicio y la disputa
de poder en cada una de su vertiente; lo que intensifica el poder alienante de
la dictadura mediática bajo su prolongado mandato,
Esto emplaza a la
contraparte popular con vocación transformadora, a prepararse para librar un
conjunto de batallas trascendentes por la sobrevivencia de la humanidad y del
planeta en un ambiente de armonía y bienestar colectivo.
Vencer las diversas
expresiones de ese engendro ideológico, propio de un sistema en decadencia y
descomposición, es cuestión de vida o muerte, de felicidad y dignidad humana.
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