Muera la minería!
Miguel Guerrero
31 julio, 2025
En una entrevista radial un profesor universitario casi gritó: ¡Muera la minería! La expresión me golpeó con la fuerza de un huracán y me pregunté qué pasaría si el creciente fundamentalismo ambiental se impusiera en todo el mundo y los gobiernos decidieran acabar con la explotación de los recursos naturales para enfrentar los efectos del deterioro del medio ambiente y el calentamiento global del planeta.
No es difícil imaginarlo. Sin petróleo, gas natural,
zinc, oro, plata, aluminio, cobre, ferroníquel, mercurio y los demás minerales,
al cabo de muy poco tiempo, tendríamos que cerrar los puertos y aeropuertos,
porque no habría barcos ni aviones; las industrias, los hospitales, los
restaurantes y la construcción de edificios, escuelas y carreteras, ya no
serían posibles.
No tendríamos cómo preservar los alimentos, las
neveras no funcionarían por falta de electricidad, y no habría formar de llegar
temprano al trabajo, si llegaran a quedar empresas, porque el transporte no
existiría ¿de qué están hechos los buses y automóviles sino de recursos
extraídos del subsuelo?
La verdad es que el cierre o muerte de la actividad
minera, como máxima expresión de la irracionalidad ambiental, decretaría de
hecho la muerte lenta y segura de la civilización humana, como hoy la
conocemos. ¿Con qué se harían las computadoras? ¿Cómo diablos podríamos
preservar el teléfono, la radio, la televisión?
Nadie desdeña la necesidad imperiosa de defender el
medio ambiente y evitar que nuestras fuentes de agua y vida, evidentemente en
peligro, desaparezcan.
Pero no es la explotación de nuestros recursos
naturales bajo estrictas normas de seguridad ambiental, lo que amenaza el
hábitat que nos rodea, sino la extracción indiscriminada de materiales de los
ríos, la acumulación de basura en las ciudades y la tala de árboles sin
control. Y no creo correcto gritar: ¡Mueran los alcaldes y cierren los
ayuntamientos!
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