Igualito que antes





Por ROSARIO ESPINAL

LA AUTORA es socióloga y politóloga. Reside en Santo Domingo.

En el libro “Composición Social Dominicana”, Juan Bosch escribió, y cito “El número de gente que vivía y vive en Santo Domingo de empleos del Estado es muy superior a los cargos disponibles.

Hay, pues, un déficit permanente entre aspirantes y cargos, y debido a eso hay siempre una cantidad grande de personas de la alta, la mediana y la pequeña burguesía dispuesta a conspirar, a formar mal ambiente, a producir inestabilidad política, porque no tienen acceso a su único medio de vida, que es un cargo en el gobierno o una donación de dinero de parte del que gobierna”.

Añadió Bosch, y cito de nuevo “Heureaux trató de cubrir ese déficit tomando dinero prestado, pero la marea de las peticiones lo ahogó. Trujillo lo hizo con un método diferente: dispuso que todos los empleados públicos de cualquier categoría, desde los jueces de la Suprema Corte y los senadores y diputados hasta el último conserje de una oficina – excluidos los militares – tenían que dar el diez por ciento de sus sueldos al Partido Dominicano”.
En tiempos más recientes, no comentados por Bosch en ese libro, encontramos que Joaquín Balaguer utilizó las empresas de CORDE como principal botín de distribución de empleos y riqueza; y a partir de 1978, todos los partidos que han pasado por el poder han aumentado el presupuesto nacional y la deuda pública para satisfacer demandas clientelares.

El último episodio de endeudamiento se registró hace varios días cuando Danilo Medina promulgó la colocación de bonos internacionales por un máximo de mil millones de dólares, y la contratación de deuda pública por unos 45 mil millones de pesos.

Según Bosch, la gran dependencia económica del pueblo dominicano del gobierno se debía a la inexistencia de una burguesía nacional capaz de generar riqueza mediante el proceso productivo capitalista. Hoy día, aunque con algunas diferencias, esta tesis sigue siendo correcta.

Una ojeada a la actividad económica dominicana evidencia que la mayoría de la población es empleada en el sector informal de bajos ingresos y baja productividad. En el sector formal hay pocas empresas y la mayoría son comerciales, donde priman los bajos salarios. En el sector agrícola, las condiciones de trabajo son tan precarias que la mano de obra es fundamentalmente haitiana.

Se estima que alrededor del 55% de la población asalariada dominicana gana menos de diez mil pesos mensuales, cantidad inadecuada en relación al costo de la vida. Para toda esa gente la movilidad social es muy difícil.

Ante esta situación, un segmento importante de la población ha emigrado al exterior en los últimos 50 años. Otro gran segmento se ha insertado a la política como clientela activa o pasiva; los primeros son militantes de partidos y obtienen las mayores ganancias, los segundos reciben beneficios (empleo, contrato o ayuda) por vínculo con algún político.
El Estado Dominicano es un gran botín en el que participan sectores de todas las capas sociales que derivan beneficios en condiciones ventajosas con respecto al resto de la sociedad. Esos recursos no son producidos sino succionados del público vía impuestos o robo de bienes.

Ahora el gobierno anunció la repartición fraudulenta de Bahía de las Águilas. Los funcionarios y su equipo mediático justificarán el pillaje que comenzó a principios de 1990 con los reformistas y rematan ahora los peledeístas.

Como tanta gente se beneficia del clientelismo y la corrupción, el sistema es ampliamente aceptado. La corrupción es justificada por muchos como un mal menor y el nepotismo es visto como caritativo. Con esta ideología, los políticos dominicanos hacen y deshacen y el despojo sigue igualitico que antes.






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