La libertad de prensa
VISIÓN GLOBAL
Por NELSON ENCARNACION
Han coincidido sobre la
libertad de expresión del pensamiento, dos situaciones que plantean la delgada
línea sobre la cual se mece esta prerrogativa universal inherente a la
condición humana, cuya base de sustentación legal se encuentra plasmada en
todas las constituciones democráticas del planeta.
Justamente este lunes se ha
producido en Londres la libertad del periodista australiano Julian Assange,
encarcelado durante cinco años en condiciones sumamente difíciles en cárceles
británicas, además de los siete que permaneció refugiado en la embajada del
Ecuador en la capital del Reino Unido, de donde fue sacado por la policía luego
de que un perverso que gobernaba el país sudamericano ordenara su desalojo.
No es necesario recordar que
Assange llegó a la condición cuyo final alcanzó este lunes, luego de ejercer la
libertad de informar sobre la base de documentos reales obtenidos de fuentes
reales, acerca del comportamiento ruin del gobierno de los Estados Unidos
frente a sus aliados y adversarios.
Ante la imposibilidad de negar
la autenticidad de los documentos filtrados por Assange y su corporación
WikiLeaks, el Gobierno estadounidense marchó sobre el periodista y se abstuvo de
ejercer cualquier tipo de acción contra decenas de los más grandes e
influyentes periódicos de todo el mundo que publicaron, simultáneamente y en
más de 30 idiomas, dichos papeles.
Ahora, ante la disyuntiva de
Assange de continuar siendo un prisionero sin fecha o negociar la libertad
sobre la admisión de alguna culpabilidad de lo que todos sabemos no es
culpable, algunos le consideran traidor de su propia causa. Pero no es tan
sencillo como se ve.
Por una extraña coincidencia,
la libertad de Assange se produce justo en el momento en que en nuestro país se
debate si está en riesgo el ejercicio de la libertad de prensa y la libertad de
expresión.
Digo en forma precisa que no
hay tal amenaza al ejercicio de nuestro trabajo de cada día, pues para que eso
exista tienen que configurarse realidades concretas que no se dan actualmente.
Lo fundamental es que para
atentar contra la libertad de prensa tiene que existir desde el poder la
voluntad de vulnerar ese ejercicio, y a nadie le cabe duda de que las presentes
autoridades no tienen ese temperamento.
De todos modos, siempre hay
que estar vigilantes, pues la tentación suele vestirse de monja.
E-MAIL:
Nelsonencar10@gmail.com
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