Venezuela, Groenlandia, Canal de Panamá y el Golfo de México

Julio E Diaz Sosa
El año 2025 ha iniciado con
grandes titulares en la arena internacional. Primero, la crisis política en
Venezuela tomó un nuevo giro cuando el opositor Edmundo González Urrutia visitó
varios países de la región buscando apoyo para juramentarse como presidente el
pasado 10 de enero, hecho que, evidentemente, no ocurrió.
Para entender el contexto
geopolítico actual de la región, debemos enmarcarlo en el reordenamiento del
orden mundial, que ha pasado de un sistema unipolar dominado por los Estados
Unidos a un sistema multipolar, pero que esencialmente es tripolar.
En este nuevo escenario, los
Estados Unidos dominan con el dólar, China lidera el comercio y Rusia se
consolida como potencia militar y nuclear.
En este contexto de
multipolaridad, es normal que las potencias intenten expandir sus fronteras
dentro de sus zonas de influencia. Por lo tanto, no sorprenden las
declaraciones del presidente electo estadounidense, Donald Trump, sobre los
temas que aborda este artículo.
Aunque algunos las tomaron
como bromas, estas declaraciones reflejan que su administración comprende la
realidad geopolítica actual y presagian el resurgimiento de una nueva versión
de la Doctrina Monroe.
La situación política en
Venezuela no está exenta de este reordenamiento mundial, y su solución pasa por
estos cambios globales.
Más allá de factores
internos, como una posible rebelión militar contra Nicolás Maduro o una
negociación vinculada al conflicto en Ucrania, cualquier acuerdo que involucre
concesiones territoriales por parte de Rusia podría implicar que este país deje
de apoyar al gobierno de Maduro.
En conflictos geopolíticos,
los países periféricos suelen ser moneda de cambio en las negociaciones, lo que
frecuentemente los deja en una posición desventajosa. Una última opción, aunque
menos probable, sería una intervención militar estadounidense en Venezuela.
Desde nuestra perspectiva, si ninguna de estas alternativas se materializa,
sería casi imposible que la oposición venezolana logre tomar el control
político del país.
Por otro lado, las
declaraciones de Donald Trump sobre Groenlandia, aunque percibidas como
absurdas o narcisistas, destacan la importancia estratégica de la isla.
Groenlandia, territorio de Dinamarca, posee una ubicación crucial en el Ártico,
una región de creciente relevancia geopolítica.
Además de albergar una base
militar clave (Pituffik Space), Groenlandia cuenta con recursos minerales
esenciales, como tierras raras, hierro y uranio, fundamentales para el dominio
de la inteligencia artificial.
Esta realidad convierte a la
isla en un objetivo estratégico para los Estados Unidos, especialmente en su
competencia con China y Rusia. La reciente visita de Donald Trump Jr. a
Groenlandia y la petición de algunos ciudadanos para incorporarse como territorio
estadounidense demuestran que esta propuesta forma parte de una agenda
estratégica más amplia.
En cuanto al Canal de
Panamá, Trump ha planteado retomar el control de esta infraestructura crítica,
que ha facilitado el comercio mundial desde su apertura en 1914. Con el
acercamiento de China a la región y una posible ampliación de la Nueva Ruta de
la Seda hacia América Latina, el Canal adquiere una importancia aún mayor.
Para los Estados Unidos,
garantizar su control es clave para limitar la expansión comercial de China,
cuya balanza comercial presenta un superávit de US$992,000 millones (2024).
Esta postura se alinea con
el enfoque neomercantilista de Trump, que busca reducir la dependencia
económica global de China y frenar su influencia en la economía mundial.
Por último, la propuesta de
renombrar el Golfo de México como «Golfo de los Estados Unidos» ha sido
ridiculizada por muchos. Sin embargo, esta idea no debe subestimarse, ya que
forma parte de una agenda territorial para consolidar la hegemonía estadounidense
en la región.
El Golfo de México es vital
para la seguridad energética del país, al contribuir con el 14 % de la
producción de crudo y el 5 % de gas natural en los Estados Unidos. Dado que las
reservas de petróleo del lado estadounidense del Golfo están en declive, mientras
que las mexicanas permanecen abundantes, el control geopolítico de esta región
es estratégico para la agenda energética y de seguridad de los Estados Unidos.
En conclusión, las
declaraciones de Trump, aunque parezcan extravagantes o inverosímiles, son un
reflejo de una agenda neoimperial que busca consolidar su influencia en el
nuevo orden mundial tripolar.
La historia demuestra que
los imperios tienden a expandir su control territorial en sus zonas de
influencia para proyectar su poder global. Los países periféricos deben
priorizar la neutralidad y una agenda centrada en sus propios intereses, ya que
de lo contrario se arriesgan a ser víctimas del «darwinismo geopolítico» de
estas superpotencias.
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