La independencia de los jueces.
¿Por qué hay tantas diferencias en el tratamiento judicial de los casos?
Si ustedes les formularan
esta pregunta a los actores públicos del sistema de justicia, es muy probable
que una mayoría absoluta responda que eso se debe a que todos los casos son
diferentes, que en todo caso hay una serie de variables y circunstancias que lo
diferencian de cualquier otro caso, y que pueden ser muy parecidos, pero todos
los casos son diferentes y en consecuencia deben ser tratados diferentes.
El Tebaidero difiere mucho
de aquella respuesta, aún cuando la respuesta parece buena, hasta adelanto que
tiene cierta coherencia y puede convencer a muchas almas. El Tebaidero acusa a la cultura de moral
pública colectiva que se ha unido con una moralización fuerte que impulsa una
tendencia prominente hacia el castigo.
Pero esa tendencia populista
hacia el castigo como cultura de sanción que se da en un recurso de uso común
es relativa. Hay una asimetría institucional prohijada por una organización
vertical del poder.
El Poder Ejecutivo obedece
líneas desde el premiere hasta el último mensajero del mensajero de los
conserjes; El Poder Legislativo aparenta gozar de una distribución horizontal,
la cual se extiende a toda la geografía nacional, pero en las funciones dicho
poder vuelve a verticalizarse con la elección de los voceros de los partidos.
De su lado, el poder
judicial tiene una estructura vertical estructural y funcional; aunque la ley
de organización judicial le da facultades y competencias particulares a cada
juez y cada uno dentro del marco de su competencia debe ser tan independiente como
cualquier juez supremo, la cultura y la manera de organización disciplinaria y
jurisprudencial, lo somete a una obediencia silenciosa que muchos niegan hasta
en los discursos.
Todo viene de arriba,
ninguno de los de abajo quieren asumir responsabilidades personales en el
cumplimiento de sus funciones; salvo algunas excepciones de excepciones, hay
personas muy responsables. Quedan jueces que cargan responsabilidades en base a
su cargo, su honor y su conciencia del cumplimiento estricto de su deber, a
veces en contra de la jerarquías y verticalidades que quieren controlar todo
para que la cosa solo funcione a su manipulación sistémica. Felicitaciones para
esas excepciones, pero deben ser más, de modo que los que se conviertan en
excepción sean los anidadores del temor.
El que no tiene
características para ser responsable, no creemos que deba cargar tanto, ser
justo, acucioso, dueño de sus decisiones es para gente de alto coraje humano;
esos prototipos de seres están escasos.
Por todo lo anterior, amigo
lector, tome su barómetro y observe si este modelo de organización
institucional del Estado, ¿puede generar una horizontalidad en el tratamiento
de los casos que se someten al poder judicial pueden recibir soluciones
semejantes? indudablemente que No.
Por último, la incidencia
cultural de un pueblo programado por los cultos religiosos, preocupados por
enseñar a distinguir el bien y mal, muy al margen de las variables conceptuales
que sostienen los indicadores sociales, políticos, económicos y los valores que
se verifican en los perfiles humanos; es doloroso decirlo, es un pueblo que se
inclina por patrones de creencias y jamás le preocupan las evidencias y las
conclusiones más próximas a la verdad.
Un pueblo pobre que cree que
todo el pobre es malo y culpable de ser pobre. U n n pueblo que solo castiga al
robo famélico y de poca monta; al enfermo por consumo de droga, pero comparte
los cuartos del narcotraficó y celebra triunfante con el que tiene dinero,
aunque se lo gane a través de las malas artes.
Las dificultades de nuestra
realidad son dantescas y a veces no sabemos por dónde comenzar.
El Tebaidero no pierde la
esperanza y propone comenzar por la lucha colectiva de independencia fuerte del
poder judicial; que la sociedad cree mecanismos para premiar y publicitar por
todo lo alto, las decisiones judiciales donde se haya administrado buena
justicia conforme al derecho y las herramientas de puro análisis racional,
construido en un ambiente de alto contenido ético integral.
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