El Estado, su concepto
El Estado es la forma de organización política y social de los países soberanos. Consiste en un conjunto de instituciones, prácticas y funcionarios que administran y gobiernan un territorio delimitado y su población, con base en la ley y el monopolio legítimo de la violencia.
En ocasiones el término es
usado también para referirse al país y su población como un todo. Para que un
colectivo humano organizado sea reconocido como un Estado, debe contar con
ciertas características, que incluyen los límites territoriales, la autoridad
sobre una población estable, unas instituciones administrativas, un sistema de
gobierno, un sistema de justicia, un sistema de recaudación impositiva, cuerpos
de seguridad interior y defensa exterior, y el reconocimiento internacional de
otros Estados.
Según algunos analistas, los
Estados nacionales contemporáneos cuentan con una serie de capacidades que
pueden resumirse en:
Capacidad de externalizar su
poder. Es decir, lograr el reconocimiento como entidad política soberana por
parte de otros Estados.
Capacidad de
institucionalizar su autoridad. Es decir, poseer y monopolizar los medios de
coerción para imponer y perpetuar el orden interno.
Capacidad de diferenciar su
control. Es decir, organizar las distintas funciones públicas en ámbitos
institucionales diferenciados para garantizar cierto nivel de profesionalidad
en la administración, pero no perder el control centralizado del proceso.
Capacidad de internalizar
una identidad colectiva. Es decir, lograr que la población se identifique con
un concepto de nación que anteponga la pertenencia al Estado a otras
identidades (individuales, familiares u otras) mediante símbolos patrios y la
construcción de un sentido de pertenencia.
Los elementos comunes a todo
Estado son:
Población. Ningún Estado
existe sin una población que lo integre, por grande o pequeña que sea. Esta
población puede ser homogénea o diversa desde un punto de vista cultural,
étnico y lingüístico. Por ejemplo, existen Estados plurinacionales que reúnen a
varias comunidades con identidades nacionales o culturales distintas. En
cualquier caso, lo que hace a los individuos parte de un mismo Estado es que
están sometidos a las mismas instituciones y autoridades políticas y
administrativas.
Territorio. Todos los
Estados poseen un territorio y unas fronteras que delimitan su área de
soberanía, control y aplicación de la ley. Este territorio queda bajo su
exclusiva jurisdicción, y le corresponde su administración, protección,
explotación económica u otra medida que se ajuste a la legislación vigente
(como la defensa de la propiedad privada), siempre y cuando no ponga en riesgo
a los territorios vecinos.
Gobierno. Todo Estado cuenta
con instituciones de gobierno, generalmente sólidas y duraderas, que organizan
políticamente la vida en sociedad. Esto implica la existencia de autoridades
que ejercen el poder político y que, en los Estados democráticos, son elegidas
mediante el sufragio popular. El gobierno se ocupa de la administración
política del Estado con base en las reglas jurídicas que están generalmente
reunidas en una Constitución.
Burocracia. Los Estados
dependen de un conjunto de funcionarios que realizan tareas administrativas
mediante métodos organizados de recolección y procesamiento de información,
distribución de funciones y control jerárquico. El aparato burocrático permite
el funcionamiento cotidiano de la administración pública.
Soberanía. Un Estado
soberano es aquel que reúne legalmente el poder político supremo sobre un
territorio y una sociedad, ejercido por un tipo de autoridad que puede variar
según la forma de gobierno que adopte. De este modo, un Estado independiente
requiere de autonomía y de una fuerza legal para ejercer su autoridad, sin que
exista un poder superior que tome por él las decisiones. En caso de que no se
dé esta situación, puede tratarse de una colonia, un Estado asociado u otras
formas de dominación de un Estado sobre otro.
Monopolio de la violencia.
La administración de todo Estado depende del acatamiento de la ley y de las
decisiones políticas por parte de la población, lo que requiere de cierto grado
de consenso, pero también del uso de la fuerza.
El aspecto que mejor define
al Estado es el monopolio legítimo de la violencia, cuyo ejercicio suele estar
a cargo de las fuerzas policiales y de seguridad. Implica la prohibición y
penalización de cualquier otra forma de violencia organizada dentro de la
sociedad.
Ejército permanente. El
ejercicio de la soberanía de un Estado suele depender de la existencia de un
ejército permanente, organizado y profesional, que responda directamente a las
autoridades políticas del Estado, pero cuente con su propio sistema jerárquico.
Debe tener un régimen de
reclutamiento y entrenamiento que permita su pronta respuesta ante cualquier
requerimiento militar o de defensa ante amenazas externas.
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