La enfermedad cardiaca se mantiene como la principal causa de muerte en el mundo
La enfermedad cardiaca sigue siendo la principal causa de muerte en el mundo, provocando una de cada 3 muertes, según un estudio internacional reciente publicado en el Journal of the American College of Cardiology.
El informe revela que el
número de muertes relacionadas con problemas del corazón se ha disparado en las
últimas décadas, pasando de 13,1 millones en 1990 a 19,2 millones en 2023, lo
que confirma que se trata de una crisis de salud pública global.
Además de la enfermedad
cardiaca, los investigadores señalaron que las hemorragias cerebrales, los
accidentes cerebrovasculares y la hipertensión son también amenazas comunes que
afectan a millones de personas y contribuyen de manera significativa a la carga
de enfermedad a nivel global.
El Dr. Harlan Krumholz,
profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y editor de la
revista, fue enfático en su valoración: “Este informe es una llamada de
atención. La enfermedad cardiaca sigue siendo la principal causa de muerte en
el mundo, y la carga está aumentando más rápido en los lugares menos equipados
para soportarla”.
El especialista añadió que la
situación, aunque preocupante, no es irreversible. “La buena noticia es que
conocemos los riesgos y cómo abordarlos. Si los países actúan ahora con
políticas y sistemas de salud efectivos, se pueden salvar millones de vidas”,
aseguró en un comunicado de prensa.
Factores de riesgo que
explican el 80% de los casos
El estudio analizó la carga de
375 enfermedades en la salud de las personas en 204 países entre 1990 y 2023.
Los resultados muestran que cerca del 80% de los años de vida ajustados por
discapacidad perdidos por enfermedad cardiaca se deben a factores prevenibles
relacionados con el estilo de vida.
Los principales riesgos
identificados son:
* Un índice de masa corporal
elevado, que refleja el exceso de grasa corporal.
* Niveles altos de azúcar en
la sangre, relacionados con diabetes y prediabetes.
* Tabaquismo.
* Consumo excesivo de alcohol.
* Una dieta deficiente, pobre
en frutas, verduras y fibra.
A estos factores se suman
exposiciones ambientales como la contaminación del aire, la exposición al plomo
y las temperaturas más altas.
Los investigadores encontraron
que los problemas metabólicos, como el sobrepeso y el exceso de azúcar en
sangre, contribuyeron a un 67% de los años de vida saludables perdidos por
enfermedad cardiaca. Los comportamientos de riesgo como fumar, beber y alimentarse
de manera poco equilibrada aportaron un 45%, mientras que las exposiciones
ambientales representaron un 36%.
Una guía para los gobiernos
El Dr. Gregory Roth, autor
principal del estudio y director del Programa de Métricas de Salud
Cardiovascular de la Universidad de Washington, señaló que el informe no solo
describe un problema, sino que también ofrece una hoja de ruta para
enfrentarlo.
“Al apuntar a los riesgos más
importantes y prevenibles, con políticas efectivas y tratamientos probados y
rentables, podemos trabajar para reducir la mortalidad prematura por
enfermedades no transmisibles”, explicó.
Roth añadió que “cada país
puede encontrar evidencias confiables y una especie de receta de política para
una mejor salud cardiovascular en nuestros resultados”.
Una carga que afecta a
millones
Las cifras reveladas por el
estudio son contundentes: en 2023, alrededor de 240 millones de personas vivían
con alguna forma de enfermedad cardiaca, mientras que 122 millones padecían
enfermedad arterial periférica.
Los hombres mostraron tasas
más altas de mortalidad por enfermedad cardiaca que las mujeres en la mayoría
de las regiones analizadas, y el riesgo se dispara a partir de los 50 años.
Otra conclusión clave del
informe fue la enorme desigualdad en el impacto de la enfermedad: existe una
diferencia de hasta 16 veces entre los países con las tasas más bajas y más
altas de años de vida saludables perdidos por enfermedad cardiaca.
Roth destacó que estas
variaciones no pueden explicarse únicamente por los niveles de ingresos de cada
nación. “Nuestros hallazgos muestran amplias diferencias geográficas en la
carga de enfermedad cardiovascular. Dado este tipo de variación, existe la oportunidad
de adaptar las políticas locales para atender los riesgos más relevantes en
cada población”, dijo.
Un llamado a la acción
La comunidad médica coincide
en que los resultados son un fuerte recordatorio de que, aunque la enfermedad
cardiaca es la amenaza de salud más persistente a nivel mundial, también es una
de las más prevenibles.
Los investigadores subrayan
que promover hábitos saludables como una alimentación balanceada, actividad
física regular, abandono del tabaco y reducción del consumo de alcohol puede
tener un impacto inmediato en la reducción de casos. Además, invertir en sistemas
de salud capaces de ofrecer diagnósticos tempranos y tratamientos accesibles
puede salvar millones de vidas cada año.
En resumen, el estudio plantea
un desafío y una oportunidad: la carga de la enfermedad cardiaca está
aumentando, pero los gobiernos y las comunidades cuentan con las herramientas
necesarias para revertir la tendencia.
Si se adoptan políticas
efectivas de prevención y acceso equitativo a la atención médica, el futuro
podría ver una disminución considerable en la mortalidad por esta causa, que
hoy cobra casi 20 millones de vidas anualmente.

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