Lamentable corrupción mayúscula en el Senasa
Ante este escándalo mayúsculo y sin precedentes, lo más aconsejable es que los diputados y senadores retiren sus propuestas de convertir al SENASA en un monopolio estatal único, y fortalezcan la prevención y sanción de los fraudes públicos y privados
Por ARISMENDI DIAZ SANTANA
En el libro Historia y Fundamentos del Sistema
Dominicano de Seguridad Social (SDSS) señalamos las principales modalidades de
corrupción pública y privada conocidas.
Pero a la luz de las investigaciones de las valientes
comunicadoras Nuria Piera, Julissa Céspedes, Edith Febles y Alicia Ortega,
entre otras, la corrupción en el SENASA supera con creces las modalidades
señaladas y las prácticas oscuras del viejo IDSS:
Contrataciones multimillonarias de grado a grado y sin
la debida rendición de cuentas ni fiscalización;
Decenas de miles de pacientes con procedimientos
ficticios pagados por el SENASA a médicos, clínicas y farmacias privadas;
Sobre facturación de centros privados con la
complicidad de funcionarios del SENASA, violando las técnicas más elementales
de la administración del riesgo de salud;
Desvío a proveedores privados “preferidos” de miles de
pacientes que pudieron ser atendidos en los hospitales públicos;
Doble contabilidad y falsificación de los reportes
financieros mensuales y anuales entregados a SISALRIL;
Compra de vacunas entregadas gratuitamente a las
clínicas privadas por el Ministerio de Salud Pública;
Instalación de prótesis de inferior calidad, afectando
la salud y la recuperación de pacientes de bajos recursos económicos;
Creación y operación de un call center paralelo
privado para simular la prescripción y entrega de servicios médicos;
Destrucción de datos esenciales para ocultar la
crítica situación del SENASA borrando importantes archivos institucionales;
Falsificación del balance de las reservas técnicas
para ocultar los déficits financieros reales.
Aunque estas denuncias parten de informaciones
concretas, para conocer su magnitud debemos esperar las investigaciones de las
autoridades competentes. No obstante, el retraso en el pago a las PSS de un 48%
durante más de 4 meses promedio, señalado por SISALRIL no deja lugar a dudas de
la existencia de un cúmulo de irregularidades sin precedentes en la ARS
pública.
Es muy lamentable este escándalo que empaña la
credibilidad y sostenibilidad de una institución pública que fue modelo, y de
cuya gestión dependen 7.8 millones de dominicanos, la mayoría pobres de
solemnidad. Existen grandes diferencias sobre la magnitud del afán de lucro,
por lo que habrá que esperar el dictamen de las autoridades competentes.
Gracias a la intolerancia del presidente Luis Abinader
contra la corrupción esta estafa mayúscula fue detectada y detenida a finales
del año pasado, con la promesa de someter a la justicia a todos los
responsables de este doble crimen contra el Estado y tratándose de un servicio
tan vital como la salud de los más necesitados.
Aunque minorías radicales silencian la existencia del
afán de lucro en las instituciones públicas, lo cierto es que la ancestral
corrupción, el clientelismo, el despilfarro y la administración de los recursos
de manera irresponsable y sin consecuencias, siempre han terminado surtiendo
efectos negativos y similares al afán de lucro privado, acentuando los
desequilibrios financieros y el costo innecesario del PBS.
Desde el punto de vista de los afiliados y del
necesario equilibrio del Plan Básico de Salud (PBS), ¿Cuál es la diferencia
entre el afán de lucro privado y el afán de lucro público basado en una
corrupción multimillonaria? Silenciar esta realidad objetiva mediante
propuestas estatizantes unilaterales y desfasadas, contribuye un atentado
inaceptable al derecho universal al cuidado de la salud de todos los afiliados.
El carácter mixto del SDSS y particularmente del SFS
se justifica por la ineficiencia tradicional de los hospitales públicos
expresada en una marcada preferencia por los servicios privados, incluso de las
familias más pobres y vulnerables. La pluralidad y la libre elección de los
afiliados constituye un esfuerzo por controlar tanto el afán de lucro privado
como el público.
Durante años fuimos unos ilusos elogiando el desempeño
del SENASA. Esa falsa ilusión indujo a diputados y senadores de buena fe a
someter 8 proyectos de ley que proponen la conversión del SENASA en un
monopolio estatal, eliminando la libre elección.
Ante este escándalo mayúsculo y sin precedentes, lo
más sano y aconsejable sería retirar dichas propuestas, proponiendo fórmulas
concretas para fortalecer la prevención y sanción de los fraudes públicos y
privados.

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