Debate político: una práctica a emular







Cesar Medina

Hablo de Julio de Peña Valdez, de Barbarín Mojica, de Félix Alburquerque, de Francisco Antonio Santos... Del Poasi posterior a la Revolución del 65, del Unachosín capaz de paralizar el país, de la Confederación Autónoma Sindical Cristiana antes de la división que parió la CGT...
Me refirió al gremialismo obrero que resistió la persecución a muerte, el encarcelamiento, la más dura represión en aquellos años de guerra fría. Estoy hablando de casi medio siglo atrás, cuando ser sindicalista era un prestigio con equivalencia mucho mayor al liderazgo partidario de hoy.
Cuando los reporteros novatos nos embelesábamos con sus discursos cargados de emotividad patriótica, de lucha ideológica, de entrega a su clase... De esos tiempos en que era un verdadero orgullo conocer y tratar a ese liderazgo sindical.
Eran los tiempos en que el sindicalismo se ejercía casi en la clandestinidad, cuando había más sindicalistas presos o perseguidos que sindicalistas en los locales o en las calles...
Cuando las centrales obreras y los sindicatos eran una fuente noticiosa que los diarios y los noticieros radiales cubrían y daban seguimiento todos los días.
La época en que Nélsida Marmolejos “era un hembrón” recién llegada de Puerto Plata y los “muchachos de la prensa” nos pelábamos por verla cruzar las piernas en el local de la CASC y luego en la CGT...
En los tiempos en que José Rafael-Cuqui- Sosa –en una muestra de desprendimiento que luego se haría parte de su noble existencia– se desmontó un día de su carrito Cepillo y le entregó la llave de regalo para el transporte de los dirigentes de la CGT. Y se quedó a pies, sin más ni más...
De eso no hace tanto tiempo. No hablo del siglo XV. Ocurrió hace tan solo cuarenta y pico de años. Pero de allá para acá cuánto se ha degradado el gremialismo en la República Dominicana...
Dirán lo mismo, pero...

Estos “sindicalistas” de hoy –nunca mejor puestas las comillas– podrán decir lo mismo de los periodistas. Pero no tienen razón.
El periodismo de hoy dista mucho del periodismo de aquellos años, en términos profesionales, de formación, de transparencia...
Pero en el sentido contrario del sindicalismo. Los periodistas de las últimas generaciones tienen, en su enorme mayoría, formación univer- sitaria, los más destacados han hecho carrera en los medios, y aunque los salarios siguen siendo bajos, si se comparan con los que prevalecían entonces hay una diferencia del cielo a la tierra.
Actualmente hay periodistas con salarios sobre los 200 mil pesos mensuales. Para ganar semejante suma los periodistas de mi generación tenían que pasarse por lo menos cinco años trabajando, “petit cash” incluido, los mejor pagados.
Los sindicalistas de aquellos tiempos eran personas muy humildes y de escasa instrucción académica, los sindicatos no tenían con qué pagarles ni siquiera un salario mínimo para su sustento, y en casi todos los casos eran obreros que agotaban duros turnos laborales todos los días para dedicar el resto de su tiempo al gremialismo.
Barbarín Mojica, por ejemplo, trabajó siempre en el muelle como obrero de arrimo cuando la mecanización portuaria no había llegado todavía a nuestro país y el trabajo de descarga de los barcos tenía que hacerse a puro músculo.
A Félix Alburquerque lo conocí como chofer del concho en un carrito Austin de capota morada con el que mantenía a su familia y pagaba los estudios a su hermano menor, Ramón, hoy figura de renombre de la política, expresidente del Senado, exministro y muchísimas cosas más.
Los “sindicalistas” de hoy no trabajan, viven de su “gremialismo”, y mucho de ellos son ricos empresarios que obtienen buenos beneficios, sobre todo los que están vinculados al sector transporte. Luego están los de las centrales sindicales, algunos eternizados en sus puestos de secretarios generales, de los que han vivido siempre y se niegan a jubilarse a pesar de que por lo menos dos de ellos andan con bastones.
¡A la lucha...!

El tema es que se aproxima ahora una nueva zafra para algunos de esos “sindicalistas” que han llamado “a la lucha” contra la reforma fiscal que ha propuesto el gobierno.
Ni siquiera se han detenido a pensar que el presidente Danilo Medina ha hecho una propuesta para ser discutida en el seno de la sociedad civil a través de sus instituciones, entre las que están lógicamente las centrales sindicales.
Si se observa bien los rostros de quienes han llamado a esa “lucha” fácilmente puede apreciarse que se trata de los mismos que tradicionalmente terminan recibiendo beneficios personales en épocas de crisis porque negocian exoneraciones e incentivos que van a parar a sus bolsillos, nunca a los gremios, sindicatos o centrales obreras que dicen representar.
Lo primero que hacen siempre es “convocar a un plan de lucha” y amenazar con escopetas vacías.
Justo lo que acaba de ocurrir. El próximo paso es esperar que los llamen del Palacio... Y entonces cada uno va “por lo suyo...” ¡Ay, Barbarín, cuántas barbaridades se cometen en tu nombre...!

Related

opinion 3461993399771783023

Publicar un comentarioDefault Comments

emo-but-icon

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD




LAS MÁS DESTACADAS

EL TIEMPO

item