La reforma del Estado

La OISOE fue
desnaturalizada y pasó de “supervisora” a “ejecutora” para convertirse en la
práctica en un ministerio de Obras Públicas paralelo, manejado desde el
despacho del Presidente de la República.
Recordemos la sucesión de
escándalos con las obras sobrevaluadas construidas por Félix Bautista
–remodelación del Palacio de Bellas Artes, parqueos de la UASD, entre muchas
otras— en los gobiernos de Leonel Fernández, hasta el suicidio en 2015 del
arquitecto David Rodríguez, víctima de una mafia que extorsionaba a los
constructores desde la propia dirección de la OISOE.
Para tener una idea de lo
que significa esta oficina, solo este año su presupuesto es de RD$8,700
millones.
De igual modo, el Despacho
de la Primera Dama parece más un vestigio de la realeza que una institución
propia de un Estado democrático.
Es como si los ciudadanos
al elegir un presidente lo estuvieran haciendo también con su esposa y sus
hijos y familiares consanguíneos y políticos. En estos gobiernos del peledé, el
nepotismo llegó a extremos solo comparables con los tiempos de la dictadura
trujillista.
Este despacho, creado por
Hipólito Mejía en el 2000, funciona con presupuesto propio y solo en los
últimos 4 años (2017-2020) ha consumido RD$3,367 millones. (El Dinero.
9.07.2020). Todos los servicios que brinda –atención a la discapacidad,
servicios a las mujeres y comunidades inteligentes— son de la competencia de
otros ministerios.
El mantenimiento del
Consejo Estatal del Azúcar (CEA) era una verdadera aberración. Desde la venta
de los ingenios y una parte de sus tierras a precio de “vaca muerta”, en los
gobiernos de Leonel Fernández, esta institución se convirtió en un ente para el
comercio corrupto de las tierras de los ingenios, el tráfico de influencias de
funcionarios y militares.
El último episodio de esta
larga historia de despojo ocurrió en San Pedro de Macorís cuando en el 2017 el
nombrado José Rodríguez (Joselín) ultimó a tiros en la cabina de una emisora a
los locutores Luis Manuel Medina y Leonidas Martínez, y se suicidó, luego de
ser estafado por una mafia que había vendido dos veces unos terrenos en el
ingenio Santa Fe, propiedad del CEA.
Durante décadas, gobierno
tras gobierno, el Poder Ejecutivo ha propiciado el mantenimiento de decenas de
direcciones, oficinas, comisiones, institutos, asesores presidenciales en todas
las áreas que son de la competencia de los distintos ministerios.
En la generalidad de los
casos este fenómeno responde a que cada uno de sus incumbentes se cree con los
méritos políticos o la prestancia para no ponerse bajo la dirección de un
determinado ministro y buscan ser nombrados directamente por un decreto del
presidente y solo responderle a éste.
Es decir, buscan tener su
cuota de poder, manejando discrecionalmente su propio presupuesto. Gobierno
tras gobierno, estas instituciones que se han ido creando se mantienen y son
ambicionadas por decenas de “compañeritos” y “compatriotas” a los que se les
entrega como compensación política.
Esta situación ha dado
lugar a un Estado dividido en un número casi infinito de pequeñas y medianas
“parcelas” de poder, manejadas directamente por el Presidente de la República,
al margen de los ministerios. En muchos casos se trata de entidades sin
funciones y en otros casos de instituciones cuyas funciones están duplicadas en
el Estado.
En el país, no hay
ministerio que no tenga a su alrededor una constelación de instituciones que
compiten con sus atribuciones y que se manejan con completa autonomía de aquél.
Solo hay que revisar el organigrama administrativo del Estado y nos encontraremos
con esta situación en los ministerios de Agricultura, Obras Públicas y
Comunicaciones, Salud Pública, Educación, Medio Ambiente, para solo mencionar
unos cuantos organismos.
Todo esto nos refiere a la
necesidad de que el nuevo gobierno no se quede en la supresión aislada de estas
tres instituciones, sino de impulsar una real reforma del Estado Dominicano, en
lo que al aparato de administración pública se refiere.
Ahora bien, la clave de
esta reforma es la perspectiva desde la cual se haga. En la visión neoliberal
la reforma del Estado se impulsa para empequeñecerlo y despojarlo de
atribuciones, al tiempo que se privatizan los derechos fundamentales y muchas
funciones públicas.
La neoliberal es la
perspectiva equivocada. El problema del Estado Dominicano no es su tamaño sino
que está fundado en un régimen presidencialista, clientelar, ineficiente y
corrupto.
Lo que debe orientar la reforma del Estado es hacerlo eficiente, eliminar o integrar todas las dependencias duplicadas o sin funciones, fortalecer la institucionalidad y legalidad democrática, garantizando los derechos económicos, sociales y ambientales fundamentales, que impulse el desarrollo integral, que utilice con honestidad y transparencia los recursos públicos, que promueva la prosperidad y el bienestar colectivo.
TEMAS
CEA Despacho de la Primera
Dama OISOE Reformas
AUTOR
Guillermo Moreno es
abogado y político. Presidente de Alianza País.
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