Cuando el oro brilla, pero la producción se apaga
Magin J. Díaz
¿Qué hay detrás del desaprovechamiento de los precios récord del oro? ¿Una caída en la producción nacional, atribuida en parte a factores fuera del control estatal —como fallos técnicos o imprevistos de ingeniería— o posibles errores de omisión del Gobierno: retrasos burocráticos, ¿trabas en permisos ambientales o falta de acción oportuna para facilitar operaciones estratégicas?
La minería despierta
pasiones. Siempre ha sido controversial, y en esta época aun más: que si temas
ambientales, que si depredan al fisco, que si arrasan los recursos naturales…en
fin, se dice de todo y muchas veces hay más ideologías que opiniones fundamentadas.
Los gobiernos deben manejar ese problema con tacto y firmeza cuando hay que
tenerla.
Decidí recurrir a la
inteligencia artificial regenerativa, por supuesto con una petición inteligente
y estructurada, a ver qué me decía de la minería responsable. Y esta es su
respuesta:
“La minería responsable
implica la explotación de recursos minerales de manera que se minimicen los
impactos ambientales y sociales negativos, y se asegure el cumplimiento de las
leyes y regulaciones. Este enfoque busca garantizar la sostenibilidad a largo
plazo, beneficiar a las comunidades locales y contribuir al desarrollo
económico del país”.
La IA menciona los
siguientes aspectos clave de la minería responsable: “Respeto al medio
ambiente, salud y seguridad de los trabajadores, participación de las
comunidades, transparencia y cumplimiento de la ley, innovación y desarrollo
tecnológico, desarrollo económico local, pago de salarios justos y beneficios
tributarios al Estado.”
Cabe resaltar que la
interacción con la IA fue en cierto modo un juego de confirmación, pues la
información que nos arroja es conocida hasta por los chinos de Bonao,
precisamente una zona minera del país.
Para la economía es un tema
relevante: la minería produce divisas, empleos, ingresos fiscales y otros
beneficios como encadenamientos productivos, formación de capital humano y más;
y si se logra hacer esto bajo un cumplimiento ambiental estricto, los beneficios
pueden superar con creces los costos asociados a la explotación de los
recursos.
El tema es relevante sobre
todo en lo que respecta a la producción y exportaciones de oro, porque el
precio del precioso metal está en sus máximos históricos, superando este año la
barrera de los US$ 3,000/ozt. Tristemente no nos hemos podido beneficiar de
estos precios porque la producción de oro en el país va en picada como se
observa en la gráfica 1, se verifica una caída de 50% respecto al año 2016.
Por otra parte, las
exportaciones de oro cayeron de un promedio de 1.9% del PIB en el periodo
2013-2020 a un promedio de 1.1% del PIB en los últimos tres años. De haberse
mantenido en un 1.9% del PIB el valor de las exportaciones hubiera sido al
menos de US$ 1,000 millones adicionales el año pasado.
Otro ejercicio interesante
es calcular el valor de las exportaciones de haberse mantenido la producción a
sus niveles promedio previos a la caída y con el precio promedio del año 2024,
el cual fue de US$ 2,388/ozt. En este caso las exportaciones habrían sido al
menos US$ 1,100 millones mayores a las verificadas en dicho año.
De paso, el déficit de
cuenta corriente hubiera sido de 2.3% del PIB en lugar de 3.3%, los mayores
flujos de divisas hubieran ayudado a aliviar las presiones cambiarias y la vida
del Banco Central seguramente hubiera sido mucho más fácil.
En adición, los ingresos
fiscales hubieran sido al menos US$ 350 millones adicionales, equivalentes a
más de 20,000 millones de pesos, cifra que se necesita muchísimo ya sea para
bajar el déficit fiscal o para aumentar la inversión pública.
Para el 2025 con un precio
que ha promediado más de US$ 3,000/ozt, las exportaciones de oro fácilmente
hubieran alcanzado los US$3,000 millones.
Todos estos son cálculos de
bolsillo, pero suficientes para darnos una idea de los órdenes de magnitud
envueltos y del impacto brutal en nuestras cuentas externas y fiscales de la
caída en la producción de la mina de oro.
Si esta caída en la
producción se debió a imprevistos en los procesos de ingeniería de la empresa,
a mala planificación de su expansión o a fallos en las maquinarias que
provocaron atrasos, entonces es algo no controlable por el Estado.
Pero si se debió a falta de
implementación de acciones por parte del Gobierno, a retrasos burocráticos y de
permisologías ambientales o de ingeniería o en general a inacción del Estado en
estos cuatro años, entonces es un ejemplo de lo que la legendaria profesora de
economía internacional de la Universidad de Minnesota Anne Krueger llamaba:
“Errores de los Gobiernos por omisión.
En cualquier caso, es
importante que en el Gobierno hagan los números y un buen cálculo de beneficios
sociales versus costos sociales a la Fontaine. Tal vez los beneficios de una
minería responsable superen los costos y el Estado Dominicano pueda acceder a
una fuente importante de recursos en esta coyuntura tan complicada, tomando por
supuesto todas las medidas ambientales pertinentes.
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