La desinformación en la República Dominicana
Pavel De Camps Vargas
Esto representa un peligro significativo que va más allá de la simple difusión de falsedades. Según las fuentes, uno de sus impactos más perniciosos es su capacidad para desviar la atención de la población de los problemas cruciales que requieren su escrutinio y seguimiento. Esto erosiona el debate público informado y la fiscalización ciudadana.
Este fenómeno opera creando
«cortinas de humo» o narrativas distorsionadas que capturan el interés y la
preocupación del público, relegando a un segundo plano asuntos de importancia
fundamental para el desarrollo social, económico y político del país.
La desinformación puede ser
utilizada estratégicamente para manipular la opinión pública, generar pánico,
polarizar a la sociedad e, incluso, influir en procesos electorales.
Los mecanismos mediante los
cuales la desinformación desvía la atención incluyen:
1. Creación de crisis
artificiales o exageradas:
Al magnificar ciertos
eventos o inventar amenazas, la desinformación puede consumir el ancho de banda
informativo y la preocupación ciudadana. Esto deja poco espacio para la
discusión de problemas preexistentes o emergentes, como la corrupción…, la
calidad de los servicios públicos (salud, educación), la seguridad ciudadana en
sus dimensiones reales…, la desigualdad económica… o los desafíos
medioambientales…. Un ejemplo es el video manipulado con inteligencia
artificial.
2. Manipulación emocional:
Las noticias falsas a menudo
apelan a emociones como el miedo, la indignación o la esperanza infundada para
asegurar su viralización. Esta carga
emocional dificulta el análisis racional de la información y lleva a la
ciudadanía a enfocarse en debates estériles o en la defensa de posturas basadas
en premisas falsas.
3. Erosión de la confianza:
La constante exposición a
información contradictoria y falsa socava la confianza en las instituciones
(democráticas, gubernamentales), en los medios de comunicación tradicionales y
en los liderazgos. Esta desconfianza generalizada puede generar apatía o cinismo,
llevando a los ciudadanos a desconectarse del acontecer nacional y de su rol en
la exigencia de soluciones a los problemas reales.
4. Deslegitimación de
reclamos genuinos:
Las campañas de
desinformación pueden ser utilizadas para desacreditar movimientos sociales,
denuncias de corrupción o críticas fundadas contra actores de poder. Al
etiquetar estos reclamos como «noticias falsas» o «campañas de descrédito», se
busca neutralizar su impacto y desviar la atención de las problemáticas que
señalan.
5. Enfoque en lo trivial o
lo políticamente conveniente:
Los creadores y propagadores
de desinformación pueden tener interés en que la discusión pública se centre en
temas superficiales, escándalos fabricados o narrativas que favorecen a
determinados grupos políticos o económicos.
Esto asegura que los
problemas estructurales que requieren atención sostenida y soluciones complejas
no reciban la prioridad necesaria en la agenda pública y mediática.
La distorsión mediática tras
el colapso del techo de la discoteca Jet Set, con especulaciones sin fuente
verificada, es un ejemplo donde la inmediatez y el entretenimiento para el
algoritmo eclipsaron la tragedia real.
Cuando la población no está
enfocada en los problemas reales, se debilita la capacidad de la sociedad para
exigir rendición de cuentas y para participar de manera efectiva en la toma de
decisiones. La desinformación
obstaculiza la formación de una opinión pública bien fundamentada, esencial
para el funcionamiento saludable de la democracia. Si la ciudadanía está
distraída o engañada, es menos probable que exija mejoras en áreas críticas
como la justicia, la transparencia administrativa, la protección del medio
ambiente o el desarrollo económico inclusivo. El efecto acumulativo de un
ecosistema informativo contaminado es la dispersión del enfoque cívico.
La desinformación, junto con
la polarización social, agrava la gobernabilidad, dificultando respuestas
efectivas ante los desafíos. La profunda
desinformación también impide la cohesión social, generando fragmentación que
aleja los proyectos comunes y el sentido de pertenencia.
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