Por Danilo Minaya
El “Nobel de la Invasión” para María Corina Machado; La Paz como excusa para la guerra en Venezuela. Una vez más, la sombra de la geopolítica y el interés imperial se ciernen sobre el prestigioso, pero cada vez más cuestionado, Premio Nobel de la Paz.
En una decisión que denigra
el espíritu fundacional del galardón, el Comité Noruego ha otorgado el
reconocimiento de 2025 a la política Venezolana, una figura cuya trayectoria
está intrínsecamente ligada a maniobras desestabilizadoras, llamados a la violencia
y, lo que es más grave, a la solicitud pública de una intervención militar
extranjera contra la propia Venezuela.
El premio, no es un acto de
reconocimiento a la paz, sino una peligrosa declaración de apoyo a las tesis
guerreristas que buscan justificar una agresión.
Llega en un momento de
máxima tensión en el Caribe, donde Estados Unidos mantiene un despliegue naval
significativo, pretextando la lucha contra el "narcoterrorismo",
mientras persisten las amenazas de una invasión militar, sobre la nación bolivariana
y sus vastas riquezas petroleras y minerales.
Al sumarse a esta narrativa,
el Comité Noruego del Nobel se convierte en un engranaje más del ala más
violenta y belicista de la política exterior de Washington.
El historial de la laureada
es elocuente. Machado no es una activista por la paz, sino una protagonista
constante de la desestabilización contra el gobierno legítimo de Venezuela.
Tras las elecciones
presidenciales de julio de 2024, ella fue la principal promotora de las
violentas «Guarimbas» que sumieron al país en una ola de agresiones, dejando un
saldo de más de una veintena de muertos y cientos de heridos, todos
simpatizantes chavistas.
Su participación en el golpe
de Estado de 2002 y, más recientemente, sus abiertas peticiones para que
Estados Unidos invada Venezuela, la inhabilitan moral y éticamente para un
premio que, supuestamente, honra la armonia y la paz.
El punto de inflexión, que
desnuda el carácter guerrerista del premio, es precisamente su promoción de la
invasión. Esta vieja ferocidad imperialista, apoyada por los clásicos intereses
extranjeros de colonizadores con privilegios, solo podría dejar miles de
muertos, desencadenar una guerra civil o convertir a Venezuela en una nueva
Palestina, desangrada por bombardeos y estratégicos “acuerdos de paz”.
Figuras de la oposición venezolana
se han opuesto a tal locura, reconociendo el sentido común de que “la mayor
parte de las personas que quieren una invasión de Estados Unidos, no viven en
Venezuela”.
Es imposible ignorar el
factor central en esta decisión “el petróleo”. La "malbendición" de
Venezuela parece ser el verdadero motor, justo cuando la administración
estadounidense ejecuta acciones militares en el Caribe con el objetivo de
distraer a su pueblo y crear una excusa para la intervención, premian a una
figura que abiertamente llama a la guerra.
No se le otorga el Nobel de
Economía, sino el de la "Paz", en un acto de cinismo insuperable. La
elección de Machado no hace más que confirmar el profundo declive y la
politización del Comité Noruego, que, con escasas excepciones, se alinea con
figuras de la derecha apoyadas por Estados Unidos y Europa Occidental.
Figuras palestinas que han
enfrentado el genocidio sionista en Gaza, o activistas globales como Greta
Thunberg, fueron desestimadas en favor de una agitadora de la guerra.
Este galardón se suma a una
lista infame que incluye a genocidas históricos como Henry Kissinger o a
"ángeles" como Barack Obama, quien mientras sonreía al recibir el
premio, bombardeaba todo lo que se movía en el Medio Oriente, logrando el récord
de niños masacrados por drones y la destrucción de naciones soberanas como
Libia.
Otorgar el Nobel de la Paz a
María Corina Machado no es solo una farsa, es una luz verde a la agresión
militar y una traición al ideal de la paz mundial. Es, en esencia, el
otorgamiento del "Nobel de la Invasión".

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